• 01/06/2016 02:00

Confianza y renuncia

No faltan las promesas en campaña, los desacuerdos, las demagogias y las ilusiones que se venden como mercancías

Tal vez una de las mejores y más apropiadas definiciones de confianza de acuerdo a DRAE, es la referida a: ‘Dicho de una cosa: que posee las cualidades recomendables para el fin a que se destina '.

Desde luego, una serie de funcionarios (lo de público está demás, no los hay privados) situados en puestos de importancia, por un sinnúmero de razones han optado por renunciar, sin que se indique con entera claridad los motivos de la dimisión. Obvio, es el duro camino que se elige para ocultar el despido que es a final de cuentas la decisión de su separación del cargo. En el fondo la incapacidad, lo inadecuado para la posición, la falta de entendimiento para el ejercicio del cargo, la arrogancia y la estulticia son las características que signan al funcionario, sostenida por la politiquería y el amiguismo.

Precisamente la falla de la administración pública está en que hay una desarticulación entre el hombre y el puesto, porque es que se ha hecho el puesto para el hombre, sin importar la eficacia y la eficiencia como objetivos ulteriores. Aquí a nadie le interesa si hay aptitud y actitud y si la confianza es un requisito ‘indispensable ' para ocupar un cargo. Porque es que ella se construye, no surge por espontaneidad.

Y la confianza, desde luego, no puede significar sumisión y menos complicidad con comportamientos ajenos a lo correcto. Precisamente es ella, la que debe coadyuvar a que haya un actuar apropiado para que la sociedad se beneficie.

Pero si vamos a ver, en este país se ha perdido la confianza en todo. Nadie confía en nadie. Los panameños hemos perdido la confianza en las instituciones, en los hombres, en los dirigentes, en la Asamblea Nacional, en la Corte Suprema de Justicia y por supuesto, peor, en el Ejecutivo. Hay en Panamá una crisis de confianza que ha llevado al panameño a la desesperanza y a la incredulidad.

No faltan las promesas en campaña, los desacuerdos, las demagogias y las ilusiones que se venden como mercancías. Al final termina el pueblo desconfiando y lamentando los engaños. Siquiera se esconden para esgrimir tesis extrañas y soporíferas de: ‘Pueblo al poder ' y ‘Pueblo primero ' y cuanto se les ocurra, para terminar jugando con las necesidades de la gente.

Aquí hay expertos en elaborar ‘confianzas ', para sacar beneficios. Han sido hábiles en alinear mentes y hacer creer que debe confiarse en ellos.

El pueblo panameño cada quinquenio, a través del voto, deposita su confianza en hombres y mujeres que terminan traicionándolo. Si se trata entonces, de tener como una razón valedera la pérdida de confianza en el funcionario, lo cual lleva a su separación de la posición, habría que decir que la sociedad panameña en su conjunto ha perdido la fe y la confianza en sus gobernantes por lo que la renuncia, si es el caso, debe ser el camino a seguir. O como bien planteara Jhon Locke: ‘Cuando los Gobiernos no responden a la voluntad popular, le asiste al pueblo reemplazarlos '.

DOCENTE UNIVERSITARIO.

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