José Jerí Oré, prometió en su primer discurso en el cargo empezar a construir las bases de la reconciliación del país, que atraviesa “una crisis constante...

La experiencia que Panamá ha tenido con la operación y administración del Canal de Panamá desde 1999 ha sido motivo de orgullo para los panameños y para sus usuarios. La reforma constitucional que hicimos los legisladores en 1993, refrendada en el periodo siguiente, ha sido un total éxito en el manejo de la transparencia. Miramos con las luces largas, como decía el general Torrijos. Los réditos hacia el país han sido enormes y todos esperamos que la política partidista esté fuera de todo lo relacionado con el Canal, tal como se planteó en la introducción del Título XVI “El Canal de Panamá”, que en 1993 incluimos en la Asamblea Nacional para garantizar su total autonomía administrativa y operacional.
Esa misma experiencia que, al cumplirse 30 años de su aprobación, ha demostrado ser ejemplo para el país y el mundo entero, debe replicarse para un recurso que podría darnos mucho más riquezas y oportunidades de lo que hoy aporta el Canal. Me refiero a nuestra riqueza geológica donde se ha demostrado que disponemos de grandes depósitos de minerales donde se destacan cobre, oro y plata y donde podríamos hasta encontrar las denominadas tierras raras de tanto valor hoy.
La experiencia de otros países nos puede servir de guía para lo que propongo para enfrentar ese reto nacional. Chile, por ejemplo, país minero por excelencia, dispone de un Ministerio de Minería encargado de diseñar las políticas públicas para el sector minero. Tiene la Empresa Nacional de Minería (ENAM) que apoya a la pequeña y mediana minería con asistencia técnica y comercialización. Perú cuenta con el Ministerio de Energía y Minería (MINEM) entidad que formula políticas, normas y supervisa el desarrollo sostenible de la minería. Tanto para Chile como para Perú la actividad minera representa el 9% de su Producto Interno Bruto (PIB). En Canadá, la minería es competencia de cada provincia, pero regulados por entes especializados que buscan proteger el medio ambiente y las comunidades indígenas.
Para que enfrentemos seriamente dichas oportunidades es preciso crear una Autoridad Nacional Minera, con características similares a la Autoridad de Canal de Panamá, para garantizar su independencia y plena autonomía, a través de un nuevo Título Constitucional “De Nuestro Recursos Mineros”, al igual lo han hecho Chile, Perú y otros países del mundo. En este ente participarían todos los sectores involucrados como las comunidades, los expertos y aquellos interesados en la preservación de las medidas de conservación ambiental. Juntos planificarían un futuro seguro y responsable cumpliendo todas las normas internacionales que exigen estas actividades.
La explotación de la actividad minera bien puede desarrollarse mediante concesiones efectuadas a través de licitaciones internacionales en las que Panamá, además de ser dueño de toda la actividad, se le permita producir y comercializar lo que se obtenga, para así obtener mayores beneficios en todo el proceso, desde su extracción hasta su venta final.
Esta nueva legislación puede nutrirse de la experiencia de otros lares con la ayuda de organismos como el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) y el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD). Al mismo tiempo deberíamos realizar, con la ayuda de expertos, un inventario de nuestros recursos mineros actuales y futuros, como lo es Cerro Colorado, uno de los yacimientos de cobre más grandes del mundo. Con ese inventario en mano podemos encontrar ayuda internacional financiera que podría facilitarnos, a cambio de esos recursos futuros, una enorme cantidad de oportunidades de crédito, que nos permitirían cancelar la totalidad de nuestra elevada deuda pública. Ello nos daría oportunidad para llevar a cabo muchos proyectos nacionales como lo es disponer de una educación pública de primer mundo, el desarrollo del Atlántico, la dotación de mejores hospitales y construcción de buenas carreteras en el país para promovernos mucho más como centro logístico mundial.
A la par de este proyecto, nuestras universidades deberían preparar las nuevas carreras profesionales y técnicas que se requerirán para enfrentar los nuevos retos que tendríamos como lo serían la geología, la geografía, la oceanografía y la ingeniería ambiental, por solo mencionar algunas. Se abrirían muchísimas plazas de trabajo con salarios elevados que favorecerían sobre todo a los más jóvenes.
Panamá, siendo un país rico en recursos, podemos agregar uno más, tan importante como el Canal de Panamá. Mirar hacia un lado cuando hablamos de minería responsable sería un gran error. Es hora de que, como país sepamos discutir con profundidad y sin entrar en las descalificaciones. Tenemos que valorar las grandes ventajas que una minería con esas características podría significar para el desarrollo de nuestro país.