• 01/08/2016 02:02

Omar Torrijos

La historia de nuestras relaciones con EE.UU. registra episodios no siempre halagadores

La historia de nuestras relaciones con EE.UU. registra episodios no siempre halagadores, sobre todo cuando algunas decisiones de política exterior se enmarcaban en el rígido bilateralismo diplomático. La capacidad intuitiva y razonada del general Omar Torrijos frente a los imponderables sigue siendo un enigma indescifrable para quienes han intentado definir las motivaciones de sus actos. Con la fuente proverbial de su resiliencia y su fervor consultivo para tomar decisiones estratégicas en el plano nacional e internacional, proyectó con acierto la dimensión de la lucha reivindicativa, desafiando incluso intereses geopolíticos de la gran potencia. Su química personal con James Carter permitió arribar acuerdos en temas neurálgicos, no exentos de tensiones.

Los pueblos que no conocen su historia y sus protagonistas, pierden su identidad, por tanto rememorar la figura emblemática de Torrijos fortalece la conciencia crítica de nuestras juventudes en el complejo proceso de negociación que culminó con la firma de los Tratados de 1977, inspirados en la lucha de los mártires de 1964, creando las condiciones histórico-política que forjaron un sentido de unidad y de solidaridad entre los panameños.

El diseño de una administración estatal del Canal en el desarrollo del comercio marítimo internacional y la reversión en beneficios sociales de la actividad interoceánica hacia su legítimo dueño, el pueblo panameño, constituyeron desafíos de la visión estratégica de Omar Torrijos, quien concitó el más amplio respaldo internacional. Ello permitió fortalecer la capacidad de negociación de los Tratados que eliminaron las tradicionales causas de conflictos entre ambos países, no solo con derogación del Tratado de 1903 y su ignominiosa cláusula de perpetuidad que constituía un lastre lesivo a la dignidad nacional, sino al establecer los términos de la presencia militar estadounidense.

El consenso y la racionalidad negociadora instituyeron al Canal en la Constitución Política y en la Ley Orgánica de la Autoridad del Canal de Panamá como fundamento jurídico de una empresa pública eficiente y rentable, la cual se ha constituido en un pilar del desarrollo humano y socioeconómico del país. Después de 16 años de eficiente administración por los panameños, encontramos un escenario donde se han superado los mitos y miedos infundados y, de lo equivocado que estaban detractores del Tratado que en el Congreso de Estados Unidos, señalaban que ‘Panamá no tenía capacidad para administrarlo y que la corrupción endémica arruinaría su administración '.

La transferencia del Canal en el cronograma de reversión de infraestructuras militares y demás instalaciones civiles fueron incorporándose al desarrollo económico de la nación. Por ironías del destino, a quienes, por desconfianza en el futuro, se opusieron a las negociaciones que establecían fecha a la salida de tropas militares y a su modernización, les correspondió recibir el Canal y su ampliación.

Hoy ha dejado de ser una excusa histórica postergar una investigación sobre factores que gravitaron entorno al siniestro del fatídico 31 de julio de 1981. Algunas tesis abundan sobre la Doctrina de San Fe que coincide con la desaparición de otros líderes, otra fue precipitar un vacío de poder en la sucesión de mandos en las Fuerzas de Defensa entre compañeros de armas, quienes nunca entendieron la dimensión del momento histórico del repliegue militar a los cuarteles como compromiso derivado de la negociación y firma de los Tratados del Canal para afianzar un proceso de transición democrática.

Después de 35 años de la desaparición física del general Omar Torrijos, el país registra acontecimientos trascendentales como la ampliación de la vía interoceánica, un escenario que invita a la reflexión sobre ¿dónde estamos?, ¿cuánto hemos avanzado en el afianzamiento de la identidad nacional?, ¿qué aspiramos en un mundo competitivo en el ámbito comercial? y ¿hacia dónde nos dirigimos en el desarrollo integral del país?, ante el imperativo de alcanzar un horizonte de prosperidad en el ataque frontal a la pobreza como objetivo cardinal.

Un balance obligado nos confirma la dimensión histórica del legado político de Torrijos, que restituyó el sentimiento de pertenencia y orgullo nacional, reconociendo que cambió el curso histórico de la nación. Cumplidas estas consignas es menester reconciliar los objetivos estratégicos permanentes del Estado panameño con la nueva realidad socioeconómica y política bajo el compromiso de edificar un futuro de prosperidad, en el ‘uso más colectivo posible ', donde los recursos provenientes del Canal ampliado y su desarrollo portuario sean parte del crecimiento con equidad en un proceso armónico de redistribución que satisfaga las demandas urgentes populares, sostenibles y socialmente más incluyentes.

Pocos episodios trascendentales ofrecen una oportunidad para pulsar hasta qué punto la sociedad panameña está madura para esclarecer con objetividad los hechos entorno a la desaparición física del general Omar Torrijos, de la misma manera en que se ha creado una Comisión Especial para investigar la desaparición de panameños durante la Invasión de 1989. Conocer la verdad de los hechos puede contribuir a superar la brecha del enfrentamiento en el camino a la reconciliación de los panameños.

ABOGADO Y ANALISTA INTERNACIONAL.

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