• 03/10/2016 02:01

Por el camino equivocado

‘Dijo José de San Martín, Libertador de América: ‘Cuando la patria está en peligro, todo está permitido, excepto no defenderla' .'

No sé si a usted, pero a mí la política me tiene hasta la coronilla. Y no debería decir política sino politiquería, término que leí definido muy a mi gusto como ‘Degeneración de la política. Intervención en la política con propósitos turbios para ganancia personal o de un grupo que se aprovecha de forma egoísta del poder o la posición pública. Aunque puedan tomarlos como excusa, la politiquería no tiene nada que ver con los intereses generales del pueblo '. Y esas luchas por el poder significan intriga, oportunismo, calumnias, traición, etc. Los gobernantes necesitan la crítica, se les debe señalar sus yerros y es nuestro derecho y obligación ciudadana protestar, denunciar y exigir a los mandantes que se esfuercen por mejorar nuestras condiciones de vida. Pero no es la ofensa bajuna y personal ni el constante machacar sobre lo malo y lo feo lo que nos va a resolver problemas. Ese tipo de críticas, insultos más que críticas, me preocupan, y deberían preocuparnos a todos el tono airado y la palabra grosera u obscena con que muchos expresan sus inconformidades y molestias con la acción y la inacción del Gobierno, ‘palo porque boga, y palo porque no boga '.

Hace unos meses escribí sobre esta misma preocupación, pero en las últimas semanas es mayor la violencia verbal entre contrincantes, incluso de los mismos partidos, indicio de que las disputas políticas se están agriando y a ellos se suman los haters , ( odiadores ), término usado para ‘esa personalidad odiosa que se extiende en las redes sociales '. Bajo el amparo de la libertad de expresión, derecho en el que creo con profunda convicción, se hacen eco muchas veces, como dije antes, con textos insultantes (y ¡ay!, las faltas de ortografía), insinuaciones pérfidas y afirmaciones sin sustento; se ha perdido el respeto a la opinión ajena y es de espanto lo que son capaces de decirse unos a otros; es notoria la saña, lo deliberado de algunos por enfatizar lo negativo; por mostrar a Panamá como un país donde el crimen y la corrupción son sus rasgos más destacables. Pero ¡ah!, con cuanto fervor patriótico cantan ‘Patria son tantas cosas bellas ' ( Patria , de Rubén Blades). Como muchos ciudadanos, considero alarmante el estado de cosas en la Caja de Seguro Social donde los males crónicos no se subsanan y, por el contrario, se agravan. No tiene calificativo benévolo, ni explicación aceptable, que a cientos de maestros se les adeuden 16 quincenas de salario, ¡8 meses! Que decenas de los que robaron miles de millones de dólares se paseen por todo el país, yates, fiestas, negocios como siempre, país que es cárcel dorada para que disfruten el dinero que robaron en todos y cada uno de los negocios que se hicieron en el quinquenio Martinelli. Y como resultado de tan inexplicable laxitud judicial, que la confianza que generó el Ministerio Público se haya diluido y ciertos fallos levantan bien fundadas suspicacias. Y, por supuesto, que la Corte Suprema de Justicia y la Asamblea Nacional, fuentes de desconfianza y decepción indescriptible, no muestran intenciones de enderezar sus entuertos para que podamos confiar en ellos.

Si no tenemos memoria de gallina (se les espanta y segundos después vuelven a donde estaban), deberíamos recordar que todos los problemas que nos aquejan son de larga data (agua, transporte, servicios de salud, escuelas y educación deficientes, delincuencia, burocracia, etc.). Pero hemos visto en campañas tras campañas que los candidatos cometen el error de hacer promesas a la ligera olvidando que ‘una cosa es con violín, y otra cosa es con guitarra '. Es comprensible que los políticos de oposición se encarguen de ‘fogonear ' nuestro descontento pero ya, a dos años de las elecciones, están prometiendo lo mismo que prometen en cada elección presidencial. Dije al principio que la politiquería me tiene hasta la coronilla, pero aunque nunca he militado en partido alguno, ni he abanicado candidaturas ni debo favores, me intereso en las políticas que marcan el rumbo del país en que vivo y al que quiero.

Debemos ser intolerantes ante la injusticia, la desigualdad, la corrupción. Pero es ir por el camino equivocado creer que con desacreditar, denigrar y lanzar acusaciones temerarias va a mejorar todo lo que nos causa descontento, temor, frustración. La Estrella de Panamá (30/9/2016) publica que el presidente Varela derogó las jubilaciones especiales a miembros de la Fuerza Pública que pasaban al servicio civil, una medida que, como era lógico, concitó rechazo general. Y para confirmar que ni siquiera corregir una decisión desacertada escapa de la reacción hostil, ya circulan tuits ofensivos que aluden a la errónea medida inicial del presidente Varela, pero sin otorgar mérito alguno a haber atendido críticas bien fundamentadas de voces calificadas, conocedoras de nuestras leyes, y de ciudadanos que con firmeza y respeto le señalaron al Ejecutivo su disconformidad. No hay país sin problemas y Panamá tiene muchos sin resolver, es cierto. Fuera de Panamá tenemos ‘países amigos ' serruchándonos el piso y con amigos así, ¿quién necesita enemigos? Por eso, que nosotros, los que aquí vivimos y decimos querer a nuestro país les hagamos la segunda, es imperdonable.

Dijo José de San Martín, Libertador de América: ‘Cuando la patria está en peligro, todo está permitido, excepto no defenderla '.

COMUNICADORA SOCIAL.

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