• 31/10/2016 01:01

Ni pasado ni futuro

‘La historia del país se deshace', es el acertado título de un oportuno trabajo periodístico de Mónica Guardia en La Estrella de Panamá

‘La historia del país se deshace', es el acertado título de un oportuno trabajo periodístico de Mónica Guardia en La Estrella de Panamá (23/10/2016). Si a uno lo mueve el amor por Panamá, deberían causarnos dolor y vergüenza las fotografías que ilustran el reportaje. ¡Qué atinado mostrarnos esta cara de nuestra Biblioteca Nacional Ernesto J. Castillero cuando estamos a pocos días de las fiestas que celebran los hitos históricos que nos llevaron a convertirnos en república! A ver si alguien en el Gobierno (si es que alguno se interesó en leer el reportaje arriba citado), en estos momento de fervor patriótico, que alguna vez califiqué de ‘prolongación de Jálogüin', ‘carnavalización de las fiestas de la patria', se interesa por acudir en auxilio de la Biblioteca Nacional. Enterarnos precisamente ahora de lo que está sucediendo con la colección de diarios y revistas que son testimonio de nuestro crecimiento como país y de la construcción de nuestra nacionalidad, puede calificarse de cruel paradoja. Y pensar que cientos de miles de dólares se van en costear viajes de funcionarios en misiones de nula o dudosa importancia; viajan ‘a todo trapo' desprestigiados miembros de la Asamblea Nacional; solo en viajes la Corte Suprema de Justicia gastó $995 mil 731.84, en los años 2014 y 2015. Con la mitad de esa suma la Biblioteca Nacional hubiera salvado mucho de lo ya perdido. ¿Biblioteca Nacional? Es asunto cultural y como todo lo pertinente a la cultura no es de importancia.

Dice el reportaje que ‘son más de 485 publicaciones que comprenden 160 años de historia escrita que se va deshaciendo'; el 20 % de la colección de diarios almacenados ni siquiera está en condiciones de ser digitalizada. La polilla, el calor, la humedad, el pececillo de plata, están acabando con los documentos de la Hemeroteca; entre ellos, los del fusilamiento de Victoriano Lorenzo, la Guerra de Coto, la construcción del Canal, hazañas deportivas, eventos culturales, etc. ¿Cómo asimilar que no haya $500 mil dólares para la digitalización de 500 mil páginas de los diarios publicados entre 1849 y 1944, plan que viene rodando desde 2011 (Gobierno Martinelli), en cuya licitación se han interesado tres empresas, y que tampoco ha cristalizado en el Gobierno actual? Gracias al apoyo de la Unesco y una donación de Taiwán, se han digitalizado 1400 libros de autores panameños, pero ‘hace falta que el Gobierno panameño haga su parte para que podamos digitalizar el resto de los documentos', dicen los del equipo de trabajo en esta especialidad.

La palabra ‘culturoso' es usada en forma despectiva para calificar a la persona que se interesa por asuntos de la cultura sin necesariamente contar con una elevada formación intelectual o académica; es expresión del desprecio que se aplica a algunos que, como en este caso, sentimos preocupación legítima por las carencias de la Biblioteca Nacional Ernesto J. Castillero porque tenemos claro que un pueblo que ignora su historia será despojado de su identidad nacional y, como ya lo estamos viendo, ganan terreno los patrones culturales foráneos. Salvar la historia que la Biblioteca Nacional tiene como responsabilidad salvaguardar, no se puede lograr sin la intervención del Gobierno. Un sitio en Internet dice: ‘Las bibliotecas nacionales están financiadas con fondos públicos y deberían servir para proporcionar material bibliográfico de investigación para cualquier disciplina, y conservar y difundir el patrimonio cultural (referente a información registrada a lo largo del tiempo) de cada país. Por solo citar algunos casos paradigmáticos, sirvan como ejemplos la Biblioteca del Congreso de Estados Unidos, la Biblioteca Británica, la Biblioteca Nacional de España, la Biblioteca Nacional de Francia, la Biblioteca Nacional de México...'.

Durante varios días nos tocará oír inflamados discursos de amor a Panamá, la mayoría simple blablablá; muchas escuelas saldrán a desfilar con estudiantes a los que solo les interesa lucir las galas (cada vez más enchecheradas y de mal gusto); y al son del reguetón y el hip hop, con ridículas maromas, veremos muchas jovencitas con audaces vestimentas hacer quiebres de cintura y contorsiones a lo Rihanna o Nicky Minaj. Y, como todos los años, los de la tevé los entrevistarán para preguntarles si saben qué se celebra el 3, el 10 y el 28 de Noviembre y no sorprenderá que alguno conteste, como lo hizo uno hace un par de años, ‘la independencia de Colombia o España, algo así, no estoy muy seguro'; y no ‘darán pie con bola'. Recuerdo a una jovencita que contestó que el 4 de Noviembre se celebra el Día de la Bandera, orgullosa de ‘haber dado en el clavo', como si hubiera logrado explicar la Teoría de la Relatividad de Einstein. Formando juventud así, ¿les pueden importar unos papeles viejos en la biblioteca? Pero, que tengan la misma actitud los gobernantes, entre cuyas responsabilidades está salvaguardar el patrimonio histórico, no tiene perdón. Y ese pocoimporta con la cultura (en general) explica que no haya en los jóvenes balance entre el interés en los goles de Messi o lo que pasa en Big Brother y el interés en conocer las figuras que iluminan con gloria la historia nacional; la gesta gloriosa del 9 de Enero de 1964; o a los que la oscurecen cuando, movidos por ambiciones malsanas, nos trajeron luto, corrupción, desigualdad social.

Dijo Ray Bradbury, gran escritor norteamericano: ‘Sin bibliotecas ¿qué tenemos? Ni pasado ni futuro'.

COMUNICADORA SOCIAL.

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