• 26/12/2016 01:02

En la noche de Reyes

‘Según OFAC... este diario va para la guillotina. (A lo) Pancho Villa: ‘Fusílenlo, después averiguamos'...'

Este es el último artículo de 2016 que escribo para La Estrella de Panamá. Lo escribo sintiendo que tengo sobre mí la espada de Damocles que una oficina del Gobierno norteamericano ha puesto sobre este diario, sus periodistas, colaboradores, columnistas, lectores y sobre los que creen que la libertad de expresión debe estar a salvo de los vaivenes de la política y de intereses oscuros. No sé si es hoy la despedida definitiva. Mi próximo escrito debería aparecer el 9 de Enero, fecha de gesta gloriosa en el año 1964; fecha de rescate de la dignidad nacional que no pudo arrebatarnos el mismo que hoy nos amenaza con soberbia; que se permite ignorar las voces de cientos de organizaciones que le exigen rectificar una medida cuya validez no han probado.

Según OFAC, el 6 de enero a las 12:01 este diario va para la guillotina. Esta situación me recuerda la frase de Pancho Villa cuando le preguntan sobre el destino de un prisionero: ‘Fusílenlo, después averiguamos'. Imagino que los de OFAC no tienen en la Lista Clinton al presidente entrante ni les incomoda que se haya negado, hasta ahora, a divulgar su declaración de impuestos (por algo será); ni que fue multado recientemente por fraude de una universidad ‘bruja' que lo obligó a pagar 25 millones de dólares a los estafados. Este personaje asumirá la Presidencia de los Estados Unidos de América el 20 de enero de 2017, con augurios de conflictos dentro y fuera de su país. Si para entonces los gringos no le han dado luz verde a GESE ( La Estrella de Panamá y El Siglo ) esta persecución sería un bocado para Trump; y si en la noche en que llegan a Belén los Tres Reyes Magos no le ha llegado a nuestro Gobierno respuesta a su solicitud de extender por un año la licencia para que GESE siga operando (que no es lo solicitado por GESE ) sería, a mi parecer, la confirmación del desprecio que al Gobierno norteamericano le merecen los panameños, aunque el locuaz embajador Feeley lo endulce con el cuento de que las relaciones entre su país y el nuestro ‘van viento en popa'.

Dentro de pocos días entraremos en el 2017, un año con vaticinios preocupantes para el mundo entero; pero creo que no nos damos cuenta de que lo que sucede en otros puntos del planeta incide sobre la vida en este país inquieto y bastante despreocupado de todo aquello que no sea el diario zaperoco criollo. Mafalda, mi niña favorita, comparte conmigo sus preocupaciones sobre la situación mundial; cuando su papá lleva a casa un cactus muy espinoso la niña dice: ‘¡Ah, el monumento a la situación internacional!'. Porque así está el mundo, lleno de espinas. Y coincido con ella cuando en su sillita declara decepcionada que la ONU, el Vaticano y su sillita tienen el mismo poder de convicción: no les hacen caso a sus solicitudes para lograr la paz mundial.

Las campanadas de medianoche el 31 de diciembre con el anuncio del nuevo año las celebraremos con alegría en familia y con amigos; con la mesa servida con tamales, arroz con guandú, uvas, manzanas, rosca de pan, pavo y jamón (‘se formó la jamonada' es ahora sinónimo de ‘desbarajuste'), ron ponche, etc. Incluso para cristianos y no cristianos en zonas de guerra ojalá haya la tregua que se acostumbra para dar paso a horas de paz. Los grandes conflictos que azotan al mundo los protagonizan (¿alimentan?) las grandes potencias, los países ricos. La población civil y ¡qué desgracia!, miles de niños, son víctimas de luchas por el poder; por motivos religiosos; control de campos petrolíferos, territorios, armas nucleares, etc. Siria vive una cruenta guerra; India y Pakistán antagonizan; el conflicto en Ucrania arrastra a Rusia, la OTAN y a los Estados Unidos; China y Japón enfrentados por el control de unas islas. Y en todos estos conflictos las grandes potencias toman partido según sus intereses. América Latina también tiene sus tira y encoge por disputas territoriales. Como consecuencia de problemas políticos y guerras, la inmigración crea graves problemas; está pasando en países europeos a donde intentan llegar miles de inmigrantes que huyen de la guerra. Panamá fue afectada con la llegada de miles de colombianos que huían de la guerra en su país; hoy, son los venezolanos, agobiados por la situación política y económica de Venezuela. A finales de la década de los 80 muchos panameños abandonaron el país por la crisis política y económica. Es como dice un proverbio africano: ‘Cuando los elefantes luchan, es la hierba la que sufre'.

Pasar de 2016 a 2017 solo significa cambiar un dígito. No quedan atrás los apetitos de poder, la codicia, que el hombre siga siendo el lobo del hombre. Pero la llegada del nuevo año reverdece las esperanzas en mejores días. Para mi gente en Panamá deseo paz, comida, seguridad, trabajo. Para mí, salud, trabajo, el amor familiar y los amigos. Y la renovación de mi optimismo y fe en la bondad humana. Y cantar como en el poema ‘Por qué cantamos', de Mario Benedetti, ‘Cantamos porque el grito no es bastante / y no es bastante el llanto ni la bronca / cantamos porque creemos en la gente / y porque venceremos la derrota'. Cantemos para esperar con optimismo el nuevo año.

COMUNICADORA SOCIAL.

Lo Nuevo
comments powered by Disqus