• 19/01/2017 01:02

Canal y pobreza

 Desgraciadamente, la sociedad panameña tiene otros rostros tristes de pobreza y miseria.

Bajo administración criolla los aportes del Canal al fisco nacional han oscilado desde 166.7 millones hasta una cifra record en 2016 de mil 13 millones de dólares. Cifra esta que supera los 8.1 millones de dólares presupuestados. En 17 años el canal entregó al Estado Panameño 11.678 millones.

Según palabras del administrador del Canal ‘estamos en un año de ajuste de las navieras. Hemos visto que en los 5 meses de la ampliación, se ha movido el 50.4% del tonelaje de los buques portacontenedores hacia las nuevas esclusas y ese tonelaje aumentará en el 2017. Hasta aquí, fantástico. Los fríos guarismos parecieran hablarnos de bonanzas económicas y debería ser social. Desgraciadamente, la sociedad panameña tiene otros rostros tristes de pobreza y miseria.

Pero, pasemos lista a algunas variables. El agro. La participación del sector agropecuario en el PIB nacional ha variado desde 8.5% en 1990: 3.1% en 2010; 2.2% en 2015. Según cifra del INEC, el censo agropecuario de 2010, arrojó una pérdida de 70,688 hectáreas de producir en los últimos 10 años. En cuanto a los rubros más afectados tenemos: el arroz, perdimos 30,698 hectáreas. Según el economista Generoso Pérez, para el 2015, Panamá dejó de exportar productos agrícolas por la suma de B/. 238.5 millones, el 57% menos.

Todo esto tiene múltiples efectos, sobre ellos migración rural –urbana en busca de mejores días para salir de la pobreza y miseria.

Según datos de PNUD (2010), en nuestro querido Panamá 4 a 10 personas viven en pobreza, (36.8%) y del total de la población el 16.6%, es decir 508,700 personas están en extrema pobreza. En áreas rurales no indígenas poco más de la mitad de los residentes es pobre (54.0%) y c/u de 5 personas están en extrema pobreza. La situación se profundiza en áreas rurales indígenas, donde el 98.4% es pobre y el 90% viven en extrema pobreza.

Otra variable: el desempleo. Veamos el fenómeno colateral, real a este desempleo enmascarado, el cual es la informalidad laboral, misma que se agudiza en nuestro medio. Así, tenemos que en marzo de 2015 se registraran 434,950 trabajadores por cuenta propia y en marzo desde año 2016, el total fue 460,667 personas, lo cual significa un aumento de 5.9%. Esta informalidad laboral va ligada con el desmejoramiento de la calidad del empleo. La fundación del trabajo aclaró ‘que en el 2016, de 4 nuevos empleos 3 corresponden a empleos informales'. Ante una situación de limitaciones y restricciones económicas, esto golpea más a los jóvenes ya que el nivel de desempleo es 3 veces mayor que el promedio del país. En el 2015 era 13.1% y en el 2016 15.8%.

La variable educación no escapa a este dramático escenario. Mientras no se asigne un mayor presupuesto a la educación seguiremos huérfanos de resultados óptimos. Gobiernos vecinos de la región han entendido que el problema de la educación pasa por una adecuada inversión en la misma. Por eso en Cuba se destina un 12.8% del PIB a la educación. Argentina , el 6.3%; mientras en Panamá, el 3.5% del PIB. La mejor inversión que se puede hacer en una sociedad es la educación su dividendo es a largo plazo.

La educación en Panamá presenta rostros diversos y complejos. Mientras en la provincia de Panamá, el promedio aprobado de escolaridad es de 9.76% para mujeres y 9.29% para hombres, en la comarca Emberá es de 4.8% para hombres y 3.74 para mujeres; en la comarca Ngäbe Buglé es de 3.99 para hombres y 3.99 para hombres y 3.11 para mujeres. Contradicciones semejantes encontramos en cuanto al nivel de analfabetismo. La provincia de Panamá, en el 2010, presentaba tan solo 2.0% de analfabetismo, mientras que en la comarca Ngäbe Buglé era de 30.8%, en Guna Yala un 28.3%, estudios realizados por CEPAL indican que una persona que culmina el nivel primario, en comparación con quien no lo hace, reduce su probabilidad de pobreza alimentaria en 5.5%.

Según el Banco Mundial, Panamá ocupa la posición 10 a nivel mundial con la peor distribución de la riqueza, donde el 10% de las familias más ricas poseen el 37.3% más ingresos, que el 10% de las familias más pobres. Esto obviamente tiene sus repercusiones, como por ejemplo, en su consumo alimenticio. La canasta básica de alimentos, ha tenido una carrera ascendente en los últimos años, y si bien es cierto, que con el presidente Varela tuvo una reducción de B/20.60 y no de B/ 58.00, como lo prometió. Durante enero-agosto 2016 subieron de precios artículos como molde de pan, carnes de res, macarrones, plátano, lechuga americana, yuca, zanahoria, leche (evaporada y fresca pasteurizada), queso blanco, para mencionar algunos.

El costo de la vida no va a la par de los ingresos recibidos con el salario mínimo. El alto precio de los alimentos obliga a los consumidores da tomar opciones diferentes en lo que respecta al que comer. De ahí, que surge en las familias pobres la gran disyuntiva: comer o alimentarse, en caso de que puedan comer.

No dudamos del Canal de Panamá como empresa eficaz, eficiente, con altos rendimientos económicos, no dudamos de su profesionalismo, no dudamos de la capacidad panameña, administrativa. No obstante, surgen algunas interrogantes: ¿si de verdad, los ingresos del Canal ayudan al mejoramiento de los niveles de vida de las familias pobres y en miseria de nuestra sociedad? ¿Cómo han administrado los diversos gobiernos de los últimos 16 años los ingresos del Canal? ¿En beneficio de quiénes? ¿Por qué no aplican el principio de bienestar integral para todos? ¿Cómo explicar que por cada barco que transita por el Canal se depositan en el mar 52 millones de galones de agua dulce, no obstante, una gran cantidad de comunidades ubicadas dentro de la cuenca hidrográfica del Canal, no tienen agua potable para su consumo?

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