• 06/03/2017 01:01

Primeras lecciones

Los medios siguen difundiendo violencia y lujuria; el sistema judicial no es respetado por la ciudadanía

Hoy inicia un nuevo año lectivo. Un tiempo crítico y enrarecido. De sospechas, dudas e incertidumbres sobre el futuro y la salud del país cuando esta nueva generación de estudiantes continúa su esfuerzo honesto de preparación para el futuro. A todas luces, ante los acontecimientos que vivimos, estamos muy lejos de iniciar un proceso genuino de corrección del rumbo social para comenzar a construir una Nación de conductas sociales culturalmente superior. Tal vez debemos reenfocar las primeras lecciones.

La ‘Guía de lenguaje sencillo anticorrupción' (The Anti-Corruption Plain Language Guide) de la organización Transparencia Internacional (TI) señala que ‘La corrupción y sus efectos constituyen un dilema global. Desde pequeños sobornos pagados a oficiales de policía en Bangladesh hasta la tenencia de activos robados por los bancos, los impactos de estos abusos en los Estados y sus ciudadanos son los mismos: la socavación del Estado de derecho, la violación de derechos, instituciones sombrías, la pérdida de recursos públicos y la debilitación de la integridad nacional'.

El mismo manual se refiere a temas tan comunes como: auditorías, acceso a la información, clientelismo, nepotismo, conflicto de interés, fraude, código de conducta, ética, extorsión, gobernabilidad, integridad, lavado de dinero, responsabilidad o ‘accountability'. Esta última, ‘accountability', como escribí hace un tiempo, es una palabra en inglés que no tiene igual en nuestro idioma. Su explicación se ha representado de varias maneras: responsabilidad, obligación de rendir cuentas, rendición de cuentas, contabilización, responsabilidad en la gestión, responsabilidad en la administración.

No hay ‘accountability' y nuestra sociedad no funciona desde hace mucho tiempo bajo los parámetros que envuelve esta palabra y pocos creen que los infractores, si se comprueba la culpabilidad de alguien, pagarán por sus faltas.

En términos generales, no existe un sentido de responsabilidad y de apego a los valores fundamentales de convivencia y decencia. Esto lleva a la corrupción que TI define como: ‘el abuso del poder confiado o concedido para beneficio privado'. Y más claro aún, las aristas conocidas hasta el momento de los casos que se investigan, caen bajo la definición de ‘Grand Corruption': ‘Actos de corrupción cometidos por funcionarios en altas esferas gubernamentales que conllevan a la tergiversación de las políticas y el desequilibrio en el funcionamiento del Estado, permitiendo a los líderes beneficiarse a expensas del bienestar del pueblo'.

La conducta de los supuestos involucrados en los casos que se investigan ya no parece estar apegada a un régimen corrupto generalizado: lo está. Es la misma conducta del ‘juega vivo'. El que sin reparo compra en la calle un disco compacto pirateado o el que trafica con su influencia para el otorgamiento de contratos del Estado. La diferencia está en la extensión y profundidad del daño ocasionado a las raíces sociales y la grave afectación a la confianza ciudadana de un país que hace lo posible por salir de sus problemas y desventajas sociales.

Los medios siguen difundiendo su programación de violencia y lujuria; el sistema judicial no es respetado por la ciudadanía; el Órgano Legislativo no asume sus responsabilidades propias para el momento; los malhechores se burlan del gobierno y las autoridades, violan las leyes, matan a inocentes, trafican con el terror y el desprecio a los demás. Estamos experimentando claras expresiones de un caos social que amenaza con destruir los cientos de años de desarrollo social que ha constituido la identidad de la Nación.

En un día como hoy, cuando miles de jóvenes panameños cantarán el Himno Nacional en su primer día de clases, los que tienen el potencial de corregir dramáticamente las cosas, deben entender que es su deber hacerlo. Esta generación de panameños (y nuevos emigrantes) que hoy acuden a las aulas escolares para trazar su futuro, están delineando el porvenir del país y más vale que a la hora de enmarcar este tiempo en su historia personal, sean pocos los correctivos que tienen que asumir por la falta de compromiso de los de ahora.

Una de las primeras lecciones debe ser la rendición de cuentas: ‘accountability'… para disminuir o acabar con la corrupción en todas sus formas. Es necesario revertir la impunidad con que muchos sectores operan y asumir el reto de aclarar este triste capítulo que aún está saliendo a la luz pública. Comencemos hoy a primera hora para encaminar a estos jóvenes ciudadanos por la senda de la humildad y la decencia.

COMUNICADOR SOCIAL.

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