• 30/04/2017 02:00

Día de los Trabajadores

Alégrate en tu día trabajador, porque, como dicen los entendidos: el trabajo sabroso es el que sale de las manos de un hombre contento.

El 1º de Mayo se ha trasmutado de conmemoración por los Mártires de Chicago en una fecha de lucha. Aprieta en un solo haz el valor de la vida humana y el mérito del sacrificio, pero ha sido sustituido por el ideario sindical actual que lo asocia con la conciencia y la lucha de clases. Aunque el dogma marxista convirtió esta fecha del calendario en una justificación para la guerra de clases, nuestra opinión es que el 1 de Mayo es un hecho permanente de la historia que, de manejarse conscientemente, puede ser parte inseparable de la vida.

Ese propósito trasnochado, generador de una dialéctica histórica de base material, que tiraban por los aires los dictadores izquierdistas y hoy se divulga en libros de texto y se da por sobreentendida en muchos planteamientos políticos y gremiales, no es única ni mucho menos indispensable. La idea de que los trabajadores son apenas una pieza de una superestructura determinada por el grupo social al que pertenecen y la creencia de que los hombres respondemos solo a nuestros intereses chocan con los principios fundamentales del cristianismo, que enseña que todos podemos y debemos sacrificarnos, desde nuestro albedrío, por motivos espirituales, es decir, desinteresadamente. Y choca también con la visión liberal del hombre, que afirma que los ideales pueden unir por encima de la circunstancia material que nos haga patrones acá y trabajadores allá, además de relacionarnos con nuestros prójimos en infinitas vías culturales que son ajenas a las relaciones de producción.

Es que realmente se puede sentir profundamente la causa de los trabajadores sustituyendo el odio al patrón por el amor al trabajo, de modo que el llamamiento no sea trabajadores contra empresarios, sino ‘panameños todos, unidos por el trabajo'. Y es que el trabajo es una profesión universal de todos los seres humanos. De allí la importancia de que los gremios hagan su esfuerzo en juntarnos por nuestros intereses en torno a lo que hacemos y unirnos en torno a lo que pensamos y sentimos, generando un orden público espiritual sin el cual no hay república posible.

Establecido que lo que el 1º de Mayo tiene como jornada de lucha debe abordarse fuera del esquema clasista, acotemos: así como a los empresarios hay que subrayarles que el trabajo no es mercancía, a la ciudadanía entera hay que recordarle que la batalla sindical por salarios no debe hacer olvidar que el trabajo, más aún que un modo de ganarse el pan, es una forma de estar en la vida, de expresarse y aún de crear, a partir de posturas básicas. A la pregunta ‘¿qué haces tú como trabajador para justificar tú salario?', con dignidad y sin vergüenza, más que poner un ladrillo sobre otro, puedes responder, con verdad y esperanza, que colocas ladrillos para construir una casa para algún prójimo. Esa opción, del resentimiento o la alegría, es un discernimiento clave en un país como el nuestro que pierde miles de puestos de trabajo porque prefiere la primera opción, sin darse cuenta de que solo con la segunda eleva la tarea del trabajo a una dimensión espiritual que enriquece las posibilidades humanas y económicas.

Esto lo saben perfectamente los innumerables jóvenes inmigrantes que, sin gremio ni horario, hacen ingentes sacrificios para trabajar en un mercado de 4 de la mañana a 12 de la noche, haciendo de cada jornada calendaria un nuevo día del trabajo, regado por un discurrir fuerte y ordenado que hoy le falta a los acomplejados y automarginados que prefieren ser atendidos sin nada a cambio por los programas políticos de ayuda social.

Como empresario y miembro de un gremio como es la Cámara de Comercio, Industrias y Agricultura de Panamá, reconocemos el valor primario de los trabajadores en la actividad económica y el desarrollo del país. Pero más fundamental que recordar todos los años la gesta de Chicago es la de conmemorar diariamente el trabajo en cada oficio, aspirando a aumentar la productividad laboral y no únicamente apostando a incrementos de salarios mínimos cada dos años.

El trabajo es una profesión sagrada de la vida y aunque una máquina pueda reemplazar a 50 jornaleros, todavía no existe ninguna máquina que pueda hacer el trabajo de un hombre extraordinario. Por tanto, alégrate en tu día trabajador, porque, como dicen los entendidos: el trabajo sabroso es el que sale de las manos de un hombre contento.

EMPRESARIO

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