P. Fernando Pascual
Sobre la música
Otras veces provocan un extraño sentimiento de inquietud o pasiones incontroladas.
Miles de músicas a lo largo de la historia han acompañado a los seres humanos. En las llanuras y en las montañas, entre cabañas y rascacielos, melodías y letras han estado siempre presentes.
¿Por qué la música ocupa un lugar destacado en nuestras vidas? Porque la música llega hasta lo más íntimo del corazón. Consuela o entristece. Anima o desalienta. Educa o deforma.
Los ritmos y las armonías influyen, consciente o inconscientemente, en cada uno. A veces suscitan una emoción serena, confortante. Otras veces provocan un extraño sentimiento de inquietud o pasiones incontroladas.
Las letras también entran en las mentes de las personas. Con ellas se promueve la bondad o se exalta la vileza, se defienden las virtudes o se difunden los vicios.
Por eso las familias y los educadores necesitan tomar conciencia de la importancia de la música, para resaltar aquella que promueva el bien y para denunciar la que lleve hacia el desorden y la injusticia.
Por desgracia, en muchos lugares la música se ha convertido en un medio para fomentar el odio, la sensualidad, la avaricia, la sed de venganza. Duele, por indicar solo un ejemplo, ver a miles de personas cantar a gritos un himno lleno de rabia y desprecio hacia personas o pueblos vistos como ‘enemigos'.
Al revés, resulta confortante encontrar tantas otras músicas que defienden principios buenos y virtudes sólidas, que alaban la belleza del matrimonio y la familia, que invitan a una vida solidaria y llena del amor verdadero.
La música tiene, además, una rica dimensión religiosa. Por eso numerosos grupos de creyentes le han dado un especial relieve en sus ritos y ceremonias.
También la Iglesia Católica ha promovido, desde sus primeros siglos, melodías y canciones para acercar el alma de los bautizados a Dios y para recordar los grandes hechos de la historia salvífica.
La música, bien dosificada, es una gran ayuda en el camino de los pueblos. Por lo mismo, vale la pena una reflexión serena que permite dejar a un lado canciones que dañan, y que promueva y fomente tantas otras melodías que conducen suavemente los corazones hacia la bondad, la justicia, la belleza, la entrega generosa a los demás seres humanos.
SACERDOTE Y FILÓSOFO.
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