• 15/05/2018 02:03

La constituyente de Varela: mis recomendaciones

En ese equivocado y antidemocrático modelo de gestión, se gastaron cientos de millones de dólares

Durante su mandato, Varela, ha sido un ‘político' bien tradicional. Ha pensado más en su partido que en el país. Ha levantado una pared para no escuchar voces distintas a la de él mismo. Se rodeó de secretarios, más que de ministros que le pudieran confrontar en algún momento. Siguió con el mangoneo de Martinelli con la Asamblea para controlarla y tenerla a sus pies. En ese equivocado y antidemocrático modelo de gestión, se gastaron cientos de millones de dólares; comprobado con escandalosas planillas a flote a diario y que huelen a la más pestilente corrupción.

No supo enfrentar la mafia que encontró en la Asamblea y plantársele. Un estadista se la rifa y la enfrenta; hubiese tenido el irrestricto apoyo de la sociedad. Con el cuento de que, si no pactaba con los diputados, su Gobierno no avanzaba y seguía mandando Martinelli, hemos llegado a un año de las elecciones con el espectáculo de un cuerpo legislativo —sin excepciones— que, además de no merecerse ninguno la reelección, debería ser procesado criminalmente. Dirán que cerrar la Asamblea sería un atentado contra la institucionalidad nacional, pero ¿tendríamos entonces que preguntarnos si en este momento la tenemos? Mientras tanto siguen escondiéndose todos los negocios (Odebrecht, MECO, Blue Apple, Tocumen, etc.) que se hicieron antes y que siguen, porque la fiesta nunca paró, ahora con el nombre de diputados como Varela y Valderrama como directores de la orquesta.

Hay asuntos muy precisos que requieren un cambio constitucional profundo: Integración y financiamiento del Órgano Judicial. Una Asamblea mejor integrada y sin clientelismo. Revolución de la educación y del agro. Separación efectiva de los poderes del Estado. Otras que deben permanecer como están, como nuestro sistema económico y la autonomía del Canal de Panamá, al margen de fortalecer su administración y escogencia de directiva más representativa e independiente.

Falta menos de un año para las elecciones y, ahora, el presidente Varela promueve consultas para ver si el 1 de julio anuncia que se puede incluir una quinta papeleta en 2019 y escoger 60 constituyentes. El diálogo exploratorio no lo hace él, sino el ministro de la Presidencia, siendo las primeras reacciones muy negativas.

En 1983, en el llamado ‘veranillo democrático', se hicieron cambios constitucionales profundos, llamando a elección presidencial y legislativa para 1984, primera desde el golpe de 1968. Ricardo de la Espriella era presidente y Rubén Paredes, jefe de la Guardia Nacional. Pocos creían que un régimen militar transitaría hacia una democracia fácilmente, a pesar de que dijeran que era la intención del difunto Torrijos. De la Espriella sabía eso. Invitó al expresidente Arnulfo Arias, líder opositor, a visitar la Presidencia. Distendido el ambiente ante semejante gesto, los representantes de los partidos políticos fueron a Palacio y se planteó el tema constitucional. Fui testigo de que allí nació la Comisión de Reformas Constitucionales que permitió las elecciones de 1984 e importante cantidad de reformas constitucionales. Por los panameñistas participó en la Comisión Guillermo Endara; por Molirena, Mario Galindo; por PDC, José Antonio Sossa; por Liberal, Roberto Alemán; por PRD, Oydén Ortega; por el PNP, Roberto Arosemena, y ciudadanos distinguidos como Fernando Manfredo y Carlos Enrique Landau y abogados prominentes como Humberto Ricord, Jorge Fábrega y Carlos Bolívar Pedreschi.

¿Por qué el atajo que toma Juan Carlos Varela, confiándole a otro lo que él como mandatario personalmente debe encabezar? ¿Por qué hacerlo faltando menos de un año para la elección presidencial?

Mi recomendación sería la siguiente. Que el presidente convoque a los dirigentes de los partidos políticos a la Presidencia (días después a representantes de los gremios y la sociedad civil) y busque el consenso primero, si todos estarían de acuerdo con apoyar un cambio constitucional en los primeros seis meses del próximo Gobierno. Lograría un consenso casi que inmediato. Conceda a estos un período perentorio para plantear qué cambios constitucionales deberían ser considerados. Con esos parámetros, definidos por todos, el cambio podría lograrse rápidamente en los primeros seis meses del próximo Gobierno.

Un interlocutor de esta propuesta, podrían ser los demócratas cristianos, hoy Partido Popular, el menos desprestigiado de todos. Así como fueron decisivos en el retorno a la democracia en 1989, bien podrían coordinar este esfuerzo que busca dotar al país de la institucionalidad que hoy tanto peligra.

CATEDRÁTICO DE DERECHO DE LA UP (1975-2009).

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