• 01/07/2018 02:00

Bajar del tren

Con los sobresaltos de las últimas semanas, amanecía con ‘la oreja parada' esperando el ¡plaf!

Hasta hace unos días sentía que iba en un tren a toda velocidad, sin control, como en la película ‘Rescate en el Metro' con el guapo Denzel Washington en papel de involuntario héroe metido en un lío al que lo arrastró otro guapo en rol de malo, John Travolta. Con los sobresaltos de las últimas semanas, amanecía con ‘la oreja parada' esperando el ¡plaf! del periódico al caer junto a la puerta; pendiente de los tuits, la tele y la radio cuando estaba en el auto; frente al televisor seguía el ‘avatar' del expresidente Ricardo Martinelli, ¿vendrá, viene, ¡no!, se echó para atrás, sí, lo extraditan, ¿a qué aeropuerto llega? Y a la vez siguiendo los juegos de nuestro equipo en el Mundial de Fútbol Rusia 2018; los nubarrones que presagiaban lluvia; las turbias componendas entre diputados PRD-CD; los trágicos sucesos en Guatemala; los de Nicaragua, las elecciones en Colombia, etc. En esos días recordé ‘Las noticias me estresan', artículo de Gabriel García de Oro, en el diario español El País que comenta cómo el exceso de información aumenta el nivel de ansiedad, algo que poco afectaba a nuestros abuelos. Es difícil desconectarnos de lo que sucede en otros lugares del mundo. Y de paso, como dice el autor del escrito antes citado, ‘… parece que tenemos la obligación de posicionarnos y compartir las ideas entre nuestros seguidores en las redes sociales. La irrupción de nuevas tecnologías ha multiplicado los canales de comunicación que nos bombardean a todas horas con todo tipo de historias'. Y acierta al decir que ‘cualquiera puede sorprenderse a sí mismo perdiendo los nervios y defendiendo a ultranza un asunto o incluso peleándose con un familiar o un amigo por cosas que verdaderamente no están a nuestro alcance'.

Decidida a sacar mejor provecho de mis días me bajé del desmandado tren y me dije ‘No más, suficiente. Nada puedes hacer para que el expresidente Ricardo Martinelli se comporte con dignidad, para que deje los berrinches, la gritadera y para que entienda que ser expresidente no lo exime de ser reclamado por la justicia. Tampoco puedes meter goles para Panamá desde la butaca y que aparte de mirar los nubarrones no puedes hacer que se quede allá arriba la carga de agua que te va a caer; y mucho menos sentarte a esperar que ‘por las buenas' la presidenta de la Asamblea Legislativa, Yanibel Ábrego, permita que la Contraloría investigue cómo se han fumigado millones y millones de dólares de 2010 a 2018'. Quedan por delante varios días del juicio al expresidente Martinelli después de los cuales la teleaudiencia que lo sigue será experta en derecho procesal penal. Panamá jugó su tercer partido que perdió tras haber ganado el honor de representarnos en Rusia donde mostraron ante millones de televidentes de todo el mundo que el panameño no se ‘achicopala'; y que en alegría Panamá es campeón, lo que sirve como promoción turística que deja ‘tachuela' la que hace el Instituto Panameño de Turismo. Queda que madre Natura se apiade de nosotros y no convierta nuevamente en lago la Vía Argentina y calles aledañas, y que descargue las aguas por los lados del canal de Panamá donde sí están haciendo falta. Después de estas reflexiones y decidida a no quedar en estado de ‘revuelvo la mirada y a veces siento espanto' logré poner distancia para dar sosiego y buen uso a las preciadas horas que trae cada día.

La atmósfera social del país está crispada (palabra en boga) porque sus ciudadanos andan ‘con las mechas paradas'. Los inquietantes sucesos nacionales (sicariato, apagones, falta de agua, cierre de calles, despidos laborales, etc.), y en gran medida el ambiente político nada tranquilizante, que nos afectan directamente es la dosis diaria que inevitablemente llegan a los medios de comunicación y de allí a nosotros para sumarlos a los problemas propios (relaciones amorosas, salud, hijos, etc.). Sería simplista pedir que nada de esto nos afectara; en este mundo de comunicación instantánea gracias a las tecnologías de comunicación no hay manera de esquivar lo que sucede local e internacionalmente. Pero es posible y saludable poner distancia con lo que está fuera de nuestro control sin que ello signifique sumirnos en la ignorancia de todo porque, especialmente con los políticos, hay que andar ‘ojo al Cristo, que es de plata'. La vida está hecha de momentos, de días, de acciones que la definen. Y quiero ser yo quien la defina. Por esa razón, bajar del imaginario tren, fue una buena decisión. Lo recomiendo.

COMUNICADORA SOCIAL

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Es posible y saludable poner distancia con lo que está fuera de nuestro control sin que ello signifique sumirnos en la ignorancia de todo porque, especialmente con los políticos, hay que andar ‘ojo al Cristo, que es de plata'

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