• 07/11/2018 01:01

Contradicciones ideológicas vigentes

‘[...] las contradicciones históricas subsisten y las grandes corporaciones sociopolíticas poseen un enfoque que define su papel [...]'

El proceso electoral brasileño, que culminó con el triunfo del candidato Bolsonaro, al igual que experiencias similares recientes como las de México, Colombia, Costa Rica, entre otras de la región, han puesto en el tapete las contradicciones ideológicas que se constituyen hoy, no en diferencias de grupos políticos pequeños y aislados, sino en perfiles nacionales. Ahora se dice que determinado Régimen es de izquierda o derecha en cualquiera de sus variantes.

Estas tipificaciones y los calificativos como ‘populismo' o ‘neoliberalismo' corresponden a formas muy esquemáticas o estereotipadas de interpretación de una situación sociopolítica específica en que se toman elementos como el Gobierno, la sociedad y el mercado y a partir de analizar las relaciones que se producen entre ellos, se concluye en la adjudicación de un determinado perfil, que sataniza o beatifica una realidad histórica compleja en sí.

Algunos autores y estudiosos de la política en su contexto global han planteado desde hace algún tiempo que no existen las ideologías, o que ellas han dejado de tener vigencia. Esto quiere decir que los grandes modelos con que se explicaban las opciones de construir un Gobierno y su estructura de poder y manera de vinculación de los grupos al interno, ya no pueden ser utilizados.

Daniel Bell, por ejemplo, en El fin de las ideologías, mostró hace medio siglo que la historia y las ideologías ceden ante la implantación universal de la democracia y de la economía de mercado. Su enfoque es crítico y reflexiona que hay una etapa final de la dialéctica considerada tradicional entre los pensadores de la cultura política y solo emerge un pensamiento único, producto de la preponderancia mercantil típica de occidente.

Otros, entre ellos Francis Fukuyama, en El fin de la historia y el último hombre, fue más extremista; de acuerdo con su análisis, el desenlace del bloque socialista con la caída del muro de Berlín, ‘deja como única opción viable una democracia liberal tanto en lo económico como en lo político' y considera que ya las ideologías no son necesarias. Además, expone que solo existe la sociedad sin clases en una nación como Estados Unidos de América.

Ambos autores continuaron sus estudios para profundizar sus criterios básicos y formularse un concepto más adecuado a la exégesis de la conflictiva situación de finales del siglo XX y los años ulteriores. Bell resalta ‘nuestra cultura tiene una misión sin precedentes: es una búsqueda oficial e incesante de una nueva sensibilidad'. Fukuyama por su parte, razona que habrá una transición hacia una sociedad de ‘la información y conocimiento'.

Mario Vargas Llosa en su nueva obra, El llamado de la tribu, opina que el liberalismo es la doctrina que sucede al debate sobre las ideologías y desarrolla cómo llegó a considerar que puede ser la ruta a seguir por los países que adopten la democracia como forma de gobernanza. Para sustentarlo, se basa en siete teóricos que a su juicio enhebran las ideas más lúcidas sobre dicha propuesta y su enfoque del mundo.

Múltiples posiciones para tratar de comprender un término que habla del sistema de concepciones e ideas fundamentalmente políticas, pero también otras que encierran las formas de la coexistencia entre gobernados y gobernantes y que definen su actuación. La sociedad se divide en clases y cada una de ellas, tendrá un conjunto de percepciones sobre el poder y su papel.

Esto quiere decir que, si bien ha dejado de existir el modelo político que caracterizó a una de las potencias, las contradicciones históricas subsisten y las grandes corporaciones sociopolíticas poseen un enfoque que define su papel y la metodología que habrían de utilizar cuando alcancen el poder. El escenario actual de procesos electorales lo demuestra. Es una característica de la vida política imposible de obviar.

PERIODISTA

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