• 03/12/2018 01:02

Juventud... Una opinión

En el Instituto Nacional, la mayoría absoluta del cuerpo docente le rendía culto al método científico y a la búsqueda de la verdad

La juventud es la etapa en la que afloran los ideales, se forjan los sueños y sobre todo, cuando la energía alcanza su máximo nivel, de aquí la importancia, trascendental, de la educación, para despertar consciencia y facilitar el encauzamiento de ese caudal energético, de modo que beneficie a la sociedad. La juventud es esperanza, promesa, que requiere y merece motivación, oportunidades, no adoctrinamiento y jamás manipulación.

Cuando la educación era prioridad de Estado, los buenos maestros, particularmente los de Filosofía y de Lógica, alentaban el razonamiento como herramienta básica de la labor intelectual, promovían la búsqueda de información a través de la lectura de obras escogidas, motivaban el debate de ideas como mecanismo para ejercitar el pensamiento crítico.

En el Instituto Nacional, la mayoría absoluta del cuerpo docente le rendía culto al método científico y a la búsqueda de la verdad; el dogmatismo no tenía cabida, toda enseñanza se podía cuestionar y debatir, pero con mayor información y/o mejores argumentos. ¿Qué institutor no recuerda la frase: ‘solo quienes construyen sobre ideas construyen para la eternidad', de Emerson? ¿O no recuerda obras como: Ensayo sobre el entendimiento humano, de John Locke, Las fuerzas morales, de Ingenieros, Las venas abiertas de América Latina, de E. Galeano, Crítica de la razón pura, de E. Kant u otras tantas?

El primer rector, Justo Facio, ‘renunció' en virtud de que en ese templo del saber ¡se enseñaba la teoría evolucionista!; un docente de Historia fue expulsado porque en la obra de texto, de su autoría, aparece: ‘es más fácil creer que pensar, por eso hay más creyentes que pensantes'. Afortunadamente, como buenas simientes estas ideas germinaron, probablemente porque aquella juventud estaba menos expuesta a distractores sociales y debíamos dedicarle mayor tiempo al estudio, porque había doble jornada. Se reconocían los méritos, no la mediocridad.

A inicios de la década del 40, la juventud estudiosa exigió y ganó su espacio, con la creación de la Federación de Estudiantes de Panamá; lo que facilitó el debate de los problemas sociales, por ello surgieron organizaciones estudiantiles; como la Asociación Federada del Instituto Nacional (AFIN), de modo que una juventud informada, deliberante y proactiva, es lo que explica las jornadas patrióticas escenificadas en el siglo pasado; baste recordar el rechazo del Convenio Filos - Hines, de 1947, bajo el liderazgo del eximio patriota el Dr. Carlos Iván Zúñiga, de la AFIN.

Al reconocer el Sistema que una juventud consciente, deliberante y motivada podía cambiar las estructuras que lo sostienen y que le garantiza usufructuar los recursos de nuestros pueblos, mal llamados en vías de desarrollo, valiéndose del engaño y de la complicidad interna de unos pocos, optaron por desmantelar la educación, para ello fundieron Filosofía y Lógica y redujeron la carga horaria, eliminaron la cátedra de Historia de Panamá; eliminaron Educación Cívica, Ética y Moral, Gobierno, y solo para evitar protestas volvieron a incluir Historia de las Relaciones de Panamá con los Estados Unidos; un atentado al progreso cultural y material, porque Filosofía y Lógica son imprescindibles para el proceso cognitivo y la valoración integral de los fenómenos sociales.

Por eso prohibieron las organizaciones estudiantiles; ¡actualmente la policía entra, a discreción, al Instituto Nacional! ¡Y es requisito de ingreso firmar la expulsión si protesta! De haber sido ese el escenario durante el primer lustro de la década del 60, la gesta heroica del 9 de Enero jamás habría ocurrido; hito histórico que permitiera eliminar el enclave colonial y recuperar el Canal.

El Dr. José Daniel Crespo, dijo: ‘en las oligarquías o regímenes totalitarios al ciudadano no se le educa en el verdadero concepto del vocablo; se le instruye, se le entrena o se le adoctrina, por mejor decir, en el cumplimiento sumiso de las funciones que, como a miembro pasivo de la comunidad, se le ha conferido...'.

Por eso el Estado confesional, y fallido, que padecemos, con la educación en la sima, inmersos en una crisis integral profunda, caracterizada por corrupción e impunidad, con estancamiento de la economía y la administración de justicia en estado de calamidad; en tanto la juventud entretenida con el concurso de los medios de distracción social, se prepara para una jornada religiosa, cuyos beneficios reconocen limitados al aspecto económico.

¿Tendrán idea los jóvenes cuántos problemas en educación se habrían resuelto con los recursos que el Ejecutivo ha destinado a la Iglesia católica? Emerson también advirtió: ‘las sectas religiosas y los partidos políticos salvan al hombre de la molestia de pensar'. En efecto, si la juventud de nuestro país recibiera educación de buena calidad y dispusiera de las instancias para su organización, en vez de rituales inconducentes, ya habría iniciado un movimiento cívico y pacífico dirigido a identificar las causas reales del actual desastre nacional y sobre todo, presentado al país un Proyecto Nacional de Desarrollo, que le confiera prioridad a la atención de las genuinas necesidades de la mayoría, comenzando por salud, educación, trabajo, etc...

José Ingenieros dijo: ‘juventud que no embiste es peso muerto para el progreso de su pueblo'. La juventud actúa de manera coherente y responsable o asumirá las consecuencias que traducirá la profunda crisis que atraviesa el país... Sería absurdo esperar milagros...

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