• 12/12/2018 01:01

Similitudes, estilos y circunstancias

‘[...] aquel independiente que sepa armonizar sus notas a un discurso del ‘cómo hará la limpieza', [...] tendría probabilidades [...]'

Ricardo Martinelli rompió el molde del bipartidismo. Una candidatura independiente podría romper el molde del partidismo. Diferentes estilos, circunstancias similares.

Mucho se ha argumentado sobre que Panamá no está preparada para un cambio radical en que un independiente logre la Presidencia de la República, porque este es un país diferente o porque no tienen organización nacional. Con la cantidad de firmas que han movilizado los independientes, pongo en duda dichas afirmaciones y si ese candidato es mujer, sus probabilidades aumentan.

A raíz de la rueda de prensa de las fiscales, un medio escrito se hizo eco a página entera, mostrando a personas, supuestamente involucradas, en la trama Odebrecht. Acto seguido un candidato presidencial afirma ‘estoy seguro que en todas las campañas presidenciales que ha habido en Panamá del 2004 para acá, todos los candidatos presidenciales debieron recibir coimas', corrigió para indicar que quiso decir ‘donaciones, de parte de Odebrecht'. Percibo que la lectura que hace, un considerable número de panameños, es que no existe diferencia entre donación y coima cuando se trata de políticos. Tal vez el mensaje de estos dos eventos, separados, pero sobre el mismo tema, debió ser ‘ves estos grandes edificios, no quedará piedra sobre piedra que no sea derribada'. El partidismo está en crisis.

Una campaña exitosa inicia cuando se logra identificar al enemigo común del candidato y del pueblo, es decir, aquello en que el votante se solidariza con el candidato y que ambos ven como una amenaza o la razón de sus males. Para ello el candidato utilizará la empatía visceral, ya que la racional es para otro sector minoritario. Como hizo un presidente de un país amigo, recién juramentado, quien durante años y varias campañas cacareo que la pobreza de su pueblo se debía a la riqueza de los políticos corruptos y que esa era la causa de la disfuncionalidad de las instituciones públicas. Ganó ampliamente.

Su discurso de toma de posesión tiró al traste aviones, aeropuertos, viajes, prebendas de autos oficiales, oficinas de representación comercial en el extranjero y hasta su propio salario, el cual disminuyó en un 60 %. Todos estos ahorros revertirían al pueblo, fue su mensaje. ¿No es cierto que suena bonito para una población inconforme con los Gobiernos que ha tenido?

En nuestro plano nacional. El presidente Martinelli rompió esa alternabilidad del poder entre los partidos tradicionales y grandes, al proyectarse como el cambio dentro de un sistema regentado por partidos. Su discurso caló entre las clases populares, quienes vieron a una persona campechana, pero exitosa en el plano comercial y quien fácilmente podría llevar al ciudadano a gozar de pleno empleo y de un crecimiento económico sin precedentes.

Diez años después pareciese que estamos en circunstancias similares en donde la falta de credibilidad, suspicacias y destrucción de valores son las notas que más se escuchan y las mismas son el producto de las actuaciones, verdaderas o no, de quienes llegaron al poder de la mano de un partido político. Son los troles de la política que causan ‘la desafección y el desistimiento de la ciudadanía interesada en un buen debate público', tal cual fuese descrito por Milagros Pérez Oliva, ‘es la mejor forma de hacer antipolítica'.

A escasos cinco meses de las elecciones, aquel independiente que sepa armonizar sus notas a un discurso del ‘cómo hará la limpieza', cual Der Rattenfänger von Hameln, tendría probabilidades de arrebatarle el poder a los partidos políticos, siempre y cuando su mensaje visceral se identifique con las necesidades de los más rezagados en la escala de prioridades de los políticos, pero también en los racionales que se oponen a la reelección del mismo sistema que tiene a nuestro país en una encrucijada peligrosa y sumido en la desesperanza.

MÉDICO Y EXMINISTRO DE SALUD.

‘Una campaña exitosa inicia cuando se logra identificar al enemigo común del candidato y del pueblo [...]'

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