• 30/12/2018 01:03

En el umbral

‘[...] Panamá es nuestro, no de los gobernantes. Y propongo que nos permitamos alegrías y satisfacciones que no se compran en la tienda, ni tienen fecha en el calendario'

De vuelta al terruño después de aliviar la añoranza que despiertan mis amores lejanos, confirmo una vez más que es mi pequeño y bullanguero Panamá mi sitio en este planeta. Aquí quedan mis raíces cuando mis pies, como imantados por la abuelazón toman rumbo a otros lares. En el viaje de vuelta reflexionaba sobre el Panamá que dejé semanas antes. Faltan pocas horas para despedir el 2018 y arrancaremos esa última hoja del calendario con la ilusión de que el año 2019 será mejor, porque la esperanza es necesaria para seguir adelante. Algunos haremos un balance personal con mirada amplia que muestre los altibajos, las luces y las sombras del 2018. De esas vivencias, varias nos seguirán en el nuevo año, porque la vida no termina hasta que termina.

Durante mi ausencia seguí de cerca dos eventos importantes en la agenda 2019. La Jornada Mundial de la Juventud (JMJ) y el pleque-pleque politiquero. La visita del papa Francisco alienta la esperanza de que sus mensajes reaviven sentimientos de amor y fe religiosa; y que en la juventud despertará valores de los que los aleja la frivolidad, el materialismo. Creo que Francisco no pasará por alto dirigirse a los gobernantes para ‘el jalón de orejas' y recordarles su deber de servir con honestidad y de ofrecer a su pueblo una sociedad más equitativa, solidaria y humana. El Gobierno y la Iglesia reciben críticas por los cuantiosos recursos estatales dedicados a la JMJ, recursos que faltaron para cubrir, por lo menos parcialmente, las muchas carencias del pueblo. La separación entre Estado e Iglesia, la católica en este caso, está planteada y hay quienes opinan que el Gobierno conduce el país como Estado confesional que no contempla la Constitución de la República. Creo que pasado el alborozo de la visita papal todo volverá a ser como antes de la JMJ; los que la analizan como positiva desde la óptica económica tal vez tengan razón; otros consideran que no tendrá impacto significativo ni logrará opacar la mala imagen que nos crearon los desdichados ‘Panama Papers' y la infame lista Clinton; o que logrará amainar el acoso de los nefastos y selectivos organismos, la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económicos (OCDE) y el Grupo de Acción Financiera Internacional (GAFI).

Si me guío por nuestra facilidad para dejar atrás lo de ayer y seguir lo de hoy, la efervescencia de la JMJ será de corta duración, porque entraremos en la etapa más aguda de la contienda política que, ya se observa, no será ejemplo de respeto y serenidad. El tablero en que se mueven las fichas políticas es complicado; hay turbias alianzas, porque no hay partido sin largas ‘colas de paja' ni conspicuos personajes desprestigiados (y con razón); aun así asolean trapos sucios de los contrincantes, como si al hacerlo se purifican a sí mismos. El Tribunal Electoral está en la picota y esta vez ha perdido la confianza de gran parte del electorado. Los candidatos de libre postulación se han visto enredados en la maraña de firmas falsas, ¡hasta de difuntos!, cédulas inventadas, etc., vicios surgidos por una metodología deficiente; limitar a tres candidatos con más firmas aceptadas para aspirar a la Presidencia de la República causa escozor y acusaciones de parcialidad.

En el tablero político es, sin duda, caso insólito un expresidente en prisión, y además aquejado de severas dolencias, que aspire a dos candidaturas; de no haberse prolongado con decenas de recursos la defensa del acusado ya se hubiera definido su culpabilidad o inocencia y no estaría ante la incertidumbre de que se le declare impedido como candidato. Parece imprudente que por su estado de salud (agudizada desde que pisó suelo panameño) y su exaltado temperamento, el expresidente Martinelli esté interesado en seguir en la política, tan llena de sobresaltos y disgustos. Poderosos motivos debe tener, pero mal hacen los que lo alientan a seguir, en vez de aconsejarle, si tanto lo aprecian, que se dedique a sus negocios, a la familia, y a disfrutar de su inmensa fortuna.

El 2018 termina agitado, con muchas manifestaciones de descontento. La campaña electoral de 2019 no contribuye ni contribuirá a la tranquilidad ciudadana. En este último escrito del año y en el umbral del que empieza, propongo abandonar la apatía ciudadana, participar con honestidad en los asuntos del país y valorar el voto que irá a la urna el 5 de mayo de 2019. Porque Panamá es nuestro, no de los gobernantes. Y propongo que nos permitamos alegrías y satisfacciones que no se compran en la tienda, ni tienen fecha en el calendario. A usted, lector apreciado, mis deseos de que el nuevo año le sea bondadoso.

COMUNICADORA SOCIAL.

‘La separación entre Estado e Iglesia, [...], está planteada y hay quienes opinan que el Gobierno conduce el país como Estado confesional [...]'

‘[...] la efervescencia de la JMJ será de corta duración, porque entraremos en la etapa más aguda de la contienda política [...]'

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