• 01/02/2019 01:00

Jornada Mundial de la Juventud 2019: la gran celebración

Durante estos días de prejornada y jornada, mi alma se llenó de gozo 

Cuando mi Panamá fue escogida como sede de la Jornada Mundial de la Juventud 2019, no comprendí la magnitud del llamado a una nación. Un país que debía abrir sus puertas y corazón al mundo, a lo que históricamente estamos acostumbrados como punto de tránsito y comercio ‘puente del mundo y corazón del universo', un llamado a mucho más y así ocurrió.

Hemos visto un Panamá unido, indistintamente de credos y religiones, un pueblo llamado por el papa Francisco ‘Noble'. En los días de la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ 2019), transité junto a peregrinos de distintas latitudes y nuestros, me convertí en uno de ellos porque acudí al llamado. Sí, al llamado, ese que inexplicablemente llega por la fe en un solo Dios. Nosotros los cristianos, que hemos aceptado a Jesús como nuestro Salvador, fuimos acompañados por los creyentes de un Dios Único y Verdadero.

Durante estos días de prejornada y jornada, mi alma se llenó de gozo y observé a tantos y tantos panameños, así como extranjeros que han decidido convertir a Panamá en su casa, que hicieron posible que, a un país pequeño por su territorio, que acogió sin distingos a foráneos y propios con un mismo corazón, el mundo lo pudiera ver y entender como el gran país que es.

Al ser anunciada la sede de la JMJ 2019, algunos nos llenamos de escepticismo y otros de mucha fe. En el camino de su realización la fe se fortaleció, permitiendo que este proyecto se desarrollara de la mejor manera. Este proyecto más que un proyecto de hombres y mujeres que participaron para lograrlo, ha sido y debe entenderse como un Proyecto de Dios para este suelo istmeño.

Nuestro país fue bendecido y protegido por el Espíritu Santo. Nuestro territorio centroamericano se convirtió en Tierra Sagrada de Peregrinación.

Siempre existirán diversas opiniones, pero esta experiencia me deja una claridad de mi fe, la cual independientemente de la creencia religiosa, se fundamenta en la fe, en el firme convencimiento individual de la existencia de Dios.

A partir de esta reflexión, convivo y respeto la fe; y en cuanto a mi religión católica, espero y exijo respeto, el mismo que exigen los miembros de otras iglesias para sus pastores y máximas autoridades religiosas. El papa es el gran pastor, es el ‘anciano de la Iglesia', es la cabeza de la religión católica.

‘Santiago 4:11-12: Hermanos, no habléis mal unos de otros. El que habla mal de un hermano o juzga a su hermano, habla mal de la ley y juzga la ley; y si juzgas la ley, no eres cumplidor de la ley, sino juez. Uno solo es el legislador y juez, el cual puede salvar y perder; pero tú, ¿quién eres que juzgas a tu prójimo?'.

FINANCISTA – ECONOMISTA.

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