• 20/02/2019 01:00

Las elecciones del 2019

‘La corrupción deberá ser extirpada y para esto se requiere de una legislación clara, (y) hombres y mujeres comprometidos con la transparencia [...]'

A buena hora nos acercamos al periodo electoral, a la apertura de la campaña. En la población se respira el deseos unánime de cambio. Hay desánimo generalizado por aquello de las promesas incumplida y por todo lo que representa el aparato institucional, con el Gobierno a la cabeza. Peor aún y para desmedro de la vida democrática, la creencia de la gente en las colectividades políticas sufre deterioro, lo que es perjudicial para el buen funcionamiento de la administración pública. Pero, si bien hemos pedido mucho, lo que no debe fenecer es la esperanza de mejorar el statu quo .

Aunque no se cree mucho en los políticos, por lo menos así se dice, es seguro que la población asistirá masivamente a la urnas para elegir a sus representantes. Son 2 millones 754 los votantes. Es la oportunidad para ejercer la actitud sancionadora contra quienes, en la actualidad, ostentan el poder, pero también contra los que, en los cinco años anteriores, llenaron sus bolsillos y mochilas de los dineros del erario. Pero, la finalidad no debe ser solo el ‘voto castigo', hay que seleccionar la oferta electoral que dé garantía del Panamá que merece la población.

Hay quienes piensan que la política sigue desprotegida de los valores éticos, aunque habría que aclarar que no es la política, sino los políticos. Aunque es más justo decir: algunos políticos. El manejo de la cosa pública, ejercicio este tan esencial para la equidad de los servicios que debe recibir la población, ha sido usado para el enriquecimiento desmedido y rapaz. Y cuando no es la corrupción, es el manejo desacertado y el método sesgado y oportunista para desarrollar los programas sociales. En Colón hay sobrados ejemplos sobre esto.

Lo que ha ocurrido en estos cinco años ha marcado, hacia futuro, nefastos resultados para la vida democrática, si es que de democracia se puede hablar. De ahí lo perentorio de un administrador que paute con la honestidad y el buen proceder y así devolver a la población la confianza perdida. Se requieren cambios de fondo (en la Constitución, por ejemplo) y poner de lado la incapacidad gubernamental. La corrupción deberá ser extirpada y para esto se requiere de una legislación clara, aunque también de hombres y mujeres comprometidos con la transparencia y con el buen proceder.

En el actual escenario la desconfianza ha ido aumentando como tsunami enfurecido. Los esfuerzos del oficialismo para demostrar que sí se avanzó en la agenda de país, no encuentra terreno firme. La gente sencillamente no cree. Esto debe ser considerado por la oposición, como el PRD, en su misión de darle otro rumbo al país. Sobre todo que se trabaje en la institucionalidad y en el fortalecimiento del desarrollo nacional.

Es esta la visión que hemos escuchado del candidato Laurentino Cortizo. Su compromiso con el nuevo rumbo que mueva al país del borde del precipicio, y que evite que el régimen institucional siga caminando al despeñadero, ha venido motivando la esperanza de que no todo está perdido. Que sí estaremos perdido si se repite la lamentable historia de los últimos años.

DIPUTADO DEL PARLACEN.

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