• 21/02/2019 01:02

Panamá: distribución de las riquezas y pobreza

Panamá, a pesar de tener un crecimiento económico del 5.4 % en el 2018 y se estima un 5.6 % para el 2019

Ahora que ya entramos en la recta final de las elecciones generales del 5 de mayo, empezamos a oír a los candidatos presidenciales que prometen muchas cosas, pero no dicen o no saben, cómo hacerlas realidad. Tal como siempre lo he afirmado, el problema fundamental de nuestro modelo económico es la mala distribución de las riquezas, no podemos seguir sosteniendo que el 20 % más rico de la población capta el 65 % del ingreso nacional, además, el desempleo y la informalidad son un problema real, uno de cada cuatro panameños es pobre, el 54 % de la población rural y el 96 % de la población indígena viven en pobreza y el 20 % de los asalariados es pobre.

¿Por qué esta situación? Porque se reparten mal los ingresos/riquezas en el país. ¿Qué hacemos? Podemos, a través de políticas económicas, hacer que las contradicciones se lleven a sus consecuencias extremas, donde la ciudadanía encontrará los correctivos necesarios para que se equilibre la repartición de las riquezas o como segunda opción, presentar/desarrollar un modelo económico donde haremos de Panamá un modelo ideal, sin desigualdad, sin pobreza y con una justa distribución de las riquezas.

Panamá, a pesar de tener un crecimiento económico del 5.4 % en el 2018 y se estima un 5.6 % para el 2019, es el número 10 del mundo con la peor desigualdad, que se expresa en mayor pobreza, desempleo, baja calidad en salud, educación, etc.; o sea, existen todas las condiciones objetivas que determinan un proceso de cambio. Sin embargo, estas condiciones objetivas tienen que ir de la mano de las condiciones subjetivas para darse el cambio; las condiciones subjetivas están relacionadas con el nivel de conciencia política y de organización del pueblo, dispuesto a convertirse en la vanguardia de la lucha política.

Cuando estas dos condiciones se dan, el escenario político brinda las condiciones del cambio. Para Panamá, las condiciones objetivas están dadas, al observar que la incidencia de la pobreza en Bocas del Toro es del 49.9 %, en la comarca Ngabe-Buglé es del 95.4 %, en Veraguas es 26.1 %, Colón es de 24.3 %, en Panamá es de 19.6 %, Panamá Oeste de 26.2 %, en la comarca Guna Yala es 99.3 %, Chiriquí muestra 26.3 %, Herrera un 12.1 %, Los Santos 9.8 %, Coclé un 29.6 %, Darién 58.9 % y la comarca Emberá-Wounaan es de 81.0 %; que los niveles de violencia delictiva se concentra en barrios populares, que la desesperanza se da al máximo en las comarcas, que la deserción en primaria y secundaria, como los embarazos prematuros se dan en más en Colón y Panamá; que la cultura que implantan las bandas ligadas al tráfico de drogas se concentra en Panamá y Colón, teniendo presencia en Chiriquí y provincias centrales.

En fin, nuestra baja calidad política refuerza este escenario de desigualdad, donde no se encuentran las condiciones objetivas y subjetivas para producir un cambio.

Estamos cerca del 5 de mayo, donde se refuerza el clientelismo, donde el voto responde al favor, al dinero o a la coima; no a un pensamiento ideológico del partido, a un verdadero programa de compromiso del diputado con los reales intereses del pueblo, por encima de los intereses individuales. Nuestro voto debe ir acompañado de un ejercicio racional y lógico sobre los programas partidistas e individuales de cada candidato. Así mismo, el voto por el representante, alcalde o diputado debe ir acompañado de un real programa que responda a las vicisitudes del circuito, de la provincia y del país.

Y obviamente, votar por el candidato presidencial, partidista o independiente, debe estar acompañado por un programa real frente al desarrollo económico del país, con políticas económicas que mantengan la tendencia de crecimiento económico, que se creen políticas económicas que disminuyan la desigualdad económica, que nuestra riqueza permee a más ciudadanos del país y destruya la monopolización de la misma; que mantenga nuestra neutralidad política a nivel mundial, desarrollar políticas económicas que nos saquen del paquete de país lavadero de dinero del narcotráfico; que los tres poderes del Estado trabajen en completa libertad individual y en concordancia; que nuestro sistema jurídico deje de ser selectivo, politizado y coimero; que se desarrollen verdaderas políticas económicas que eleven el bienestar económico de un porcentaje (5 %) de los niveles de pobreza y lo eleven en una calidad de vida de clase media baja.

Si sabemos que el índice de pobreza en Panamá (2018) fue del 25.0 %, si logramos llevar ese índice, en los próximos cinco años, a un 20 % de pobreza, sacamos a 800 000 panameños de la pobreza y lo llevamos al nivel de clase media, baja/media, donde tendrán mejores salarios de empleos formales, reducción del trabajo infantil, mayor índice de consumo, bajará el índice de desnutrición de los niños, disminución de la deserción escolar, mejor atención en salud y en educación básica.

Obviamente, toda esta política económica gubernamental/integral, especialmente en las comarcas, debe ir de la mano con políticas económicas que generen subsidio para restaurantes populares, programas de agricultura familiar, promoción de microcréditos para pequeñas empresas familiares, promoción de educación técnica escolar y universitaria. Esta acción política gubernamental disminuirá la brecha entre la mala distribución de las riquezas, esto es lo que queremos oír en los programas económicos de los candidatos presidenciales, diputados, alcaldes y representantes, del 5 de mayo de 2019.

ECONOMISTA

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