• 11/06/2019 02:00

El limbo de las promesas

‘En materia de adiestramiento, bien se pudiera contar con los centros de adiestramiento de la Policía. La disciplina es medular para el buen servicio'

Al inicio del período del presidente Juan Carlos Varela, quinquenio 2014- 2019, celebramos los ambientalistas con mucho entusiasmo, la creación del Ministerio de Ambiente. Nos agradó mucho esa alta distinción, que coloca al máximo regente de los recursos naturales de nuestro país a nivel de participación directa con el gabinete. Con derecho a voz y voto y como consejero directo del presidente, en asuntos medioambientales.

Tuvimos la fuerte convicción de que, con esa alta vocería, el presupuesto asignado se incrementaría sustancialmente, en especial para el personal que trabaja en el campo. Llegamos a conjeturar que ahora sí estaría el Ministerio en franca disposición de hacerle frente a las crecientes necesidades para el resguardo de los bosques de nuestro país. Habíamos soñado con una fuerza no de doscientos funcionarios, como lo es en la actualidad, sino de, por lo menos, unos mil guardaparques empeñados en el cumplimiento de la promesa de luchar y proteger los resguardos nacionales.

El tiempo pasó. Las promesas se diluyeron y el Sistema de Áreas Protegidas, más que avanzar, retrocedió a niveles de casi cero efectividad. Abrigamos la esperanza de que se diera una verdadera fusión del Ministerio de Ambiente con la Policía Ecológica, con unidades rotativas asignadas a los parques para la vigilancia conjunta. Ello no se logró. Sin la participación armada directa, es decir, en el campo, patrullando, la tarea individual y aislada del guardaparques civil es de temeraria desventaja, ante elementos armados que entran a los parques, a su zona boscosa, a cazar, a talar, y a invadirlas con el clavo y martillo. Sin embargo, y esta es mi crítica, ¿por qué el Gobierno sí tiene la osadía de segregar tierras de los parques para someterlas a la venta, en aras de la expansión urbana y comercial?

Los turistas que visitan nuestro país, quieren visitar los parques nacionales. El detalle es que no hay nada que ofrecerles. Algunos, afortunadamente los menos, quedan a su suerte, adentrándose por complicados senderos llenos de monte y sin señalización. Los caminos coloniales, por ejemplo, son de gran atractivo para los visitantes. Pero un parque, con tres guardaparques de turno, no tiene capacidad para acompañar como guías, o para orientar y resolver urgencias que pudiesen darse, como el extravío de cualquier marchante. Ni siquiera hay la folletería, necesaria para ilustrar al visitante. El suministro de botas y uniformes, es deficiente. En ocasiones, no hay qué comer para los que se quedan de turno.

En materia de adiestramiento, bien se pudiera contar con los centros de adiestramiento de la Policía. La disciplina es medular para el buen servicio. En ocasiones, he preguntado cuándo fue la última vez que el ministro les hizo la visita. La respuesta es ‘aún lo estamos esperando'.

Señor ministro de Ambiente: Le deseamos éxitos en sus nuevas funciones.

EXPLORADOR Y CONSERVACIONISTA.

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