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- 17/06/2019 02:00
La responsabilidad de un ‘buen Gobierno'
Un nuevo Gobierno se apresta a tomar posesión para el mes de julio de 2019, las expectativas en torno a su desempeño, calidad, eficiencia y transparencia son enormes, más cuando el pasado y presente de administraciones gubernamentales se han caracterizado por el despilfarro y uso indebido de los impuestos, por no decir el robo y hurto con abuso de confianza de los mismos.
Los retos que se imponen pasan desde la forma de gobernar, la campaña de la administración entrante ha puntualizado una especie de torrijismo, pero a la configuración de un ‘cortizismo', donde el eje comunicacional directo Gobierno-Pueblo, Pueblo-Gobierno gira en torno a una figura que ha dejado claro que no ha de dejarse manipular por nadie, entendiendo como tal el chantaje o la imposición de poderes económicos o políticos.
No hay que olvidar que el PRD tiene anhelos de poder, esto lo digo desde la perspectiva institucional, diez años sin ocupar la curul presidencial deben haberle enseñado a las estructuras que el amiguismo, sectarismo, oligarquía partidista, transfuguismo, secretismo, generan desgastes que inciden en la credibilidad electoral. Pero, tampoco es que ha sido una victoria apoteósica, otro panorama, objetivamente hablando, hubiese sido si el candidato del CD no hubiese estado en presidio. En este contexto otro reto será en cómo darle cabida a toda esa membresía que ha sido fiel hasta en época de vacas flacas.
El panorama económico no es alentador, la economía nacional en evidente recesión, la deuda pública agravada, la seguridad social en estado crítico, la educación y sus infraestructuras deficientes, las políticas públicas en torno a grupos vulnerables, ancianos, jóvenes, niñez han entrado en un letargo intergeneracional, la pobreza se ha ampliado no solo a lo económico, sino a lo cultural y educacional; es decir, la rueda del desarrollo dentro del mecanismo de gobernanza tiene óxido de desidia y nulo sentido de la realidad.
Por otra parte, la interacción del pueblo con respecto a sus autoridades adolece del respeto mutuo, propio entre gobernantes y gobernados, ello a una especie de intolerancia anidada por las continuas conductas dolosas que se perciben y denotan en los que manejan fondos públicos quienes ostentan riquezas, beneficios y privilegios más allá de sus propios recursos, pero que el sistema de justicia no logra o no quiere indagar dada una evidente genuflexión a los intereses de poder o influencia política.
Ser parte del ‘buen Gobierno' no debe asumirse como una condecoración, es una responsabilidad que trasciende el pasado, presente y futuro de un partido político, de sujetos electorales, de profesionales idóneos, están en juego futuras elecciones, así como la moral subjetiva de quienes están dispuestos a asumir el reto; en fin, mantener lo que resta de una esperanza social desilusionada en que las cosas pueden hacerse diferente alejados de la corrupción.
La responsabilidad de un ‘buen Gobierno' inquiere el sacrificio personal contra las tentaciones del dinero mal habido, el conocimiento y la sabiduría para enderezar lo torcido, la valentía para oponerse a lo incorrecto, el valor para decidir lo difícil, y por sobre todo, sentido de pertenencia y cohesión con el pueblo.
ABOGADO, LOCUTOR, POLITÓLOGO.