• 25/07/2019 02:00

El fiasco Varela — St. Malo

He dicho que a un gobernante no se le debe calificar por lo que hizo, sino por lo que debió y pudo hacer y no hizo.

He dicho que a un gobernante no se le debe calificar por lo que hizo, sino por lo que debió y pudo hacer y no hizo.

La campaña de 2014 fue especial, porque representó la ruptura con todos los males posibles del Gobierno. La corrupción, la manipulación de la inteligencia y la información, la intervención en los demás poderes públicos, la ineficiencia, los intereses particulares, etc. Juan Carlos Varela se vendió como vicepresidente destituido por denunciar la corrupción y la desviación de poder, y trajo consigo a Isabel de St. Malo, de la sociedad civil y los organismos internacionales. Una dupla infalible para acabar con lo malo y construir una nueva nación, sin corrupción, con planificación, con eficiencia, con consenso y rendición de cuentas.

Durante su gestión Varela construyó escuelas, viviendas, carreteras, y otras obras. ¿Qué tiene eso de extraordinario? ¿Acaso no era el trabajo que buscó al postularse a presidente? ¿Acaso no fue ese el trabajo que le dimos? ¿Hay que calificarlo y felicitarlo por eso? A mi juicio, no.

Pero aparte de las obras, Varela fue elegido para mucho más; para modernizar la administración Pública, y no lo hizo; para mejorar el sistema educativo, y no lo hizo; para garantizar la seguridad ciudadana, mejorando las capacidades de la fuerza pública, y no lo hizo; para mantener una economía activa y en crecimiento del empleo, y no lo hizo; para enfrentar la crisis del Seguro Social, y no lo hizo; para impulsar el desarrollo sostenible del sector agrícola y rural, y no lo hizo; para impulsar el turismo, y no lo hizo; para defender a nivel internacional los intereses económicos y derechos individuales de los panameños, y no lo hizo; para combatir la corrupción con nuevas normas de contratación pública, y no lo hizo; para consultar y tomar en cuenta la opinión de la sociedad civil organizada, y no lo hizo; para dejar una nueva normativa constitucional que nos garantizara separación de poderes, transparencia y rendición de cuentas, y no lo hizo. ¿Seguimos?

Pero, además, lo poco que hizo, lo hizo mal. O es que la Renovación de Colón no ha sido un desastre, o Techos de Esperanzo que nunca alcanzó ni remotamente las expectativas (si sacamos los esfuerzos del sector privado que no hay por qué adjudicarlos a la gestión pública). O Sanidad Básica que tampoco se acercó a la promesa de eliminar las letrinas, o el abastecimiento de agua, o la eliminación de la mora quirúrgica o la seguridad del abastecimiento de medicamentos, etc.

Si ponemos en una columna lo que hizo, y en otra lo que debió y pudo hacer y no hizo, entendemos con absoluta claridad el sentimiento popular que hoy le da un lamentable porcentaje de aceptación. Evidentemente se llevan una muy mala calificación.

ABOGADO

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