• 25/08/2019 02:01

¿Por qué China sigue siendo ‘país en vías de desarrollo'?

‘[...] China carece todavía de [...] todos los factores esenciales para ser considerada una nación desarrollada [...]'

Ante los deslumbrantes logros del desarrollo chino en las últimas décadas y las estimaciones del producto interno bruto chino, traspasando en 2019 el umbral de los 10 mil dólares norteamericanos por persona, se han venido alzando, en el escenario internacional, voces pregoneras que tratan de negarle a China el estatus de ‘país en vías de desarrollo' y en consecuencia privarle del trato al que como tal tiene derecho. El argumento enarbolado por dichas voces es el del PIB número 2 del mundo que ostenta el ‘gigante asiático'.

China no está de acuerdo con tal tesis por considerarla carente de objetividad y sentido científico; y se considera una nación en vías de desarrollo por largo tiempo por las siguientes razones, entre otras:

En primer lugar, está la consabida, pero no por ello menos válida, razón de la renta per cápita, que, en el caso de las economías inicialmente desarrolladas, está ubicada a un nivel superior a los 20 mil dólares estadounidenses; en el de las medianamente desarrolladas, a los 30 mil y, en el de las altamente desarrolladas, a los 40 mil. En contraste, la renta per cápita china, actualmente rondando entre 8 y 9 mil, no alcanza ni la mitad de los países inicialmente desarrollados, ocupando un lugar tan bajo como el 72º en el ‘ranking' mundial. En cuanto al aparentemente abrumador número del grupo de chinos llamados de renta media —400 millones, nada menos—, dista aún, sin embargo, de representar al grueso de la población china, la cual se encuentra, en su abrumadora mayoría —cerca de mil millones de seres—, en el ‘ranking' de renta media-baja, incluyendo a los más de 10 millones de chinos a quienes aún les queda por resolver el problema de la pobreza en que viven. En otras palabras, midiéndolo con el rasero internacional común, el nivel de desarrollo chino no llega, ni mucho menos, a los parámetros internacionales correspondientes a un país desarrollado.

En segundo lugar, China todavía adolece de muchos desequilibrios en su desarrollo. Estos no solo se refieren a las brechas aún existentes entre las relativamente más prósperas zonas costeras del este del país y las vastas regiones del interior, todavía sumergidas en el subdesarrollo, sino que también se reflejan en las insuficiencias en cuanto a la educación, la vivienda, el medio ambiente, la ciencia y tecnología, el sistema financiero, la madurez del mercado, el Estado de derecho, el nivel cívico y la capacidad administrativo-organizativa social.

En tercer lugar, el nivel de desarrollo de una nación se mide más por su calidad que por su cantidad. Aun siendo China ya la segunda economía mundial en los términos cuantitativos, su estructura económica todavía se ve predominada por la manufactura y agricultura, con tecnología puntera y sector de servicios modernos relativamente a la zaga, lo que ubica al país en la gama baja de la cadena global del valor. Si vale una analogía histórica, cabe recordar que, allá por el año 1840, cuando el estallido de la Guerra del Opio marcó el inicio del desmoronamiento del poder de la Dinastía Qing, China ostentaba un PIB más grande que la Gran Bretaña. No obstante, ese PIB, basado en cultivos agrícolas, porcelana y seda, probó ser de una economía atrasada frente a los poderes económicos que, como el inglés, habían surgido mucho más sólidos y avanzados de la Revolución Industrial.

Y por último, la posición de China en las instancias internacionales aún dista mucho de la correspondiente a un país desarrollado. Siendo China la segunda contribuyente de fondos a la ONU, así como a sus operaciones de mantenimiento de paz, solo 1.2 % de los empleados del sistema de la ONU son chinos, no solo muy por debajo de países desarrollados, sino también detrás de un buen número de países en vías de desarrollo. Además, los derechos de voto de China en el Fondo Monetario Internacional, aun después de la reciente reforma de cuotas, todavía son inferiores a los del Japón, aunque la economía china triplique, numéricamente, la nipona.

En resumen, aparte del factor tamaño, China carece todavía de prácticamente todos los factores esenciales para ser considerada una nación desarrollada y, consciente de ello, mantiene con toda firmeza su política exterior acorde con su estatus, como la nación en vías de desarrollo más grande del mundo, cerrando sin cejar filas estrechas con todos los demás países en vías de desarrollo, en resuelta salvaguardia de nuestros derechos e intereses legítimos.

EMBAJADOR CHINO EN PANAMÁ.

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