• 29/09/2019 00:00

Las tres cabezas

En una larga conversación con un diputado, a quien solo conozco de vista, pero que me pareció sincero en lo que me hablaba, aunque me pidió encarecidamente que no mencionara su nombre, “porque no quería meterse en un lío con sus colegas”.

En una larga conversación con un diputado, a quien solo conozco de vista, pero que me pareció sincero en lo que me hablaba, aunque me pidió encarecidamente que no mencionara su nombre, “porque no quería meterse en un lío con sus colegas”. Respeto su solicitud, pues me habló de asuntos muy delicados que están pasando en la Asamblea Nacional. ¿Por qué lo hizo?, no lo sé. Quiero pensar que, tal vez, le gustaron mis artículos, encontró en ellos sinceridad o tuvo el deseo de informar a alguien algunos asuntos que le preocupan.

En nuestra conversación, me dejó muy en claro que esa institución la dirigen “tres cabezas”: Benicio Robinson (recibió fuerte oposición de gran parte de su comunidad), Zulay Rodríguez (ha sido objeto de críticas por su forma violenta y chabacana de hablar) y Yanibel Abrego (se le considera “sin bandera”).

La Sra. Abrego ha adquirido una gran fuerza política por su entendimiento con el PRD, que le facilitaron sus vínculos con un alto dirigente de ese partido.

Ella ha nombrado con muy buenos salarios, por lo menos, a seis candidatos del CD que fueron a la reelección y perdieron y a los que ganaron los colocó en disputadas y muy apetecidas comisiones. Ella respalda a Rómulo Roux. Él es el presidente del Partido y maneja los 11 millones de dólares del subsidio electoral. Ella, por su parte, tiene el control absoluto del directorio actual de Cambio Democrático. No se vislumbra, por el momento, nubarrones en el horizonte de ese partido.

En la conversación que tuve con el honorable diputado, no me cabe la menor duda de que el presidente de la República tendrá que llegar a un acuerdo con su propio partido, si quiere que le aprueben las reformas constitucionales, sin mayor demoras y que sean “potables” para la ciudadanía y para él; como también los distintos nombramientos que aún le falta y que tendrán que ser aprobados por la Asamblea.

Los $20 000 mensuales para cada uno de los 72 diputados, el alquiler de automóviles para la Junta Directiva, el contrato para los almuerzos y todas las cosas de importancia tienen que tener el conocimiento y aprobación de “los tres”, aunque han tratado de negar ante la opinión pública su gran influencia y de no atentar, aparentemente, contra la autoridad del presidente de la Cámara.

Para estas posiciones de independencia del Ejecutivo, en especial en lo que se refiere a las políticas de austeridad y gastos, los honorables diputados se amparan en la separación de poderes y la independencia que les otorga la Constitución Nacional.

El mandatario tiene una gran arma a su favor: “el veto”. Tiene, a la mayor brevedad posible, que hacérselo saber a la Asamblea Nacional, pues de otra manera será prisionero de ella y solo él será el culpable. El presidente Cortizo debe decirle a la Asamblea Nacional que él es el presidente de todos los panameños y no de ningún grupo, que así como respeta la separación de los poderes, vetará cualquier proyecto que vaya en contra de sus principios éticos, que fueron la base de su campaña electoral. La ciudadanía ve con preocupación el desprestigio en que va cayendo día a día la Asamblea Nacional. Pareciera que nada ha cambiado y que solo cuenta el beneficio personal de muchos de los diputados.

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