• 31/10/2019 00:00

Sociedad civil y democracia

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Hace poco una diputada lanzó frases ofensivas descalificando a las organizaciones de la sociedad civil, por la posición de la Red de Derechos Humanos de Panamá en torno al proceso que culminó con la separación del Defensor del Pueblo, Alfredo Castillero Hoyos. Recordé entonces que hace un par de años, un comentarista hizo lo propio, asegurando que sus integrantes solo se representaban a ellos mismos. La absurda posición del comentarista me indujo a abandonar su sintonía semanal, pues me niego a desaprender los valores ciudadanos que cultivé desde muy joven.

Actitudes como las que inspiran este artículo solo revelan ignorancia de quienes lanzan opiniones infundadas sobre una institución que los sociólogos y estudiosos de la política consideran vital para una democracia. Basta una rápida investigación en Internet, para darse cuenta del gran valor que tienen las organizaciones de la sociedad civil como instrumentos de diálogo y orientación. Por supuesto que no son perfectas, pues están conformadas por seres humanos, pero sus miembros suelen ser personas con inquietudes cívicas, deseosas de ayudar a resolver algunos de los problemas que agobian a nuestros países.

Las organizaciones de la sociedad civil (OSC) tienen su origen prácticamente desde que se creó el primer Gobierno para regir a un conglomerado social. En América Latina, las primeras OSC caminaron de la mano de la Iglesia católica, que las estimuló para apoyar sus actividades de evangelización y asistencia social. Pero su mayor desarrollo se produce en el siglo XX, en la medida en que el Estado se involucra cada vez más en servicios públicos y avanza la promoción de los DDHH, sobre todo los políticos y laborales, y la lucha contra la corrupción.

Las OSC se definen como grupos de ciudadanos o movimientos sociales que se organizan en torno a objetivos o temas de su interés, como son DDHH, justicia, medio ambiente, democracia, educación, etc. A ellas pertenecen las organizaciones no gubernamentales (ONG), definidas así las organizaciones sin fines de lucro que no sean gubernamentales o intergubernamentales.

En Panamá, generalmente los gestores y miembros de OSC son ciudadanos preocupados por problemas que afectan al conglomerado social y/o al medio ambiente. Son personas con una motivación especial, que donan su tiempo y talento, sin esperar más rédito que la satisfacción personal. La más popular OSC de nuestra historia fue la Cruzada Civilista, creada el 9 de junio de 1987. Limitada al objetivo de recuperar la democracia, la justicia y la libertad, la Cruzada Civilista aglutinó en su seno a grupos cívicos, sociales, laborales, políticos y empresariales.

El estudio “Entorno Legal y Situación de las OSC en Panamá”, realizado en 2015, bajo el auspicio de The International Center for Not-for-Profit Law, Open Society Foundations y Alianza Ciudadana Pro Justicia, señala que, a pesar de su bajo nivel de asociados, “las OSC panameñas han tenido un rol importante en el acontecer nacional en los últimos 25 años”. El estudio logró encuestar a 50 organizaciones, de las cuales el 47.4 % fueron creadas entre los años 2000 y 2015. Y la gran mayoría depende del voluntariado; por ello nos complace que Jóvenes con el Canal haya formalizado alianza con el Laboratorio Latinoamericano de Acción Ciudadana, de Chile, para formar líderes jóvenes en acción comunitaria.

Los ciudadanos deseosos de mejorar nuestra democracia e institucionalidad debemos apoyar activamente a las OSC, pues, como afirma Jo Leinen, miembro alemán del Parlamento Europeo, para fortalecer la democracia, el imperio de la Ley y los DDHH es necesario “un debate vigoroso entre las instituciones del Gobierno y la sociedad civil”.

Periodista
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