• 06/06/2022 00:00

¿Más de 2,300 millones en subsidios?

El título obedece a la propaganda gubernamental de la semana, la cual se ha llevado a cabo con un despliegue magistral, para no decir enloquecedor.

El título obedece a la propaganda gubernamental de la semana, la cual se ha llevado a cabo con un despliegue magistral, para no decir enloquecedor. Donde metas la cabeza escuchas o lees la admirable obra del gobierno en cuanto al destino de esta enorme cantidad de recursos. La pregunta que a primera luz sale, es: ¿Son los subsidios buenos o malos? Diría mi celebre profesor del Análisis Microeconómico el Dr. Jorge A. Sanguinetty: Depende. Todo cuestionamiento que tenga matices económicos debe ser atendido en base a supuestos o sustentos teórico-práctico que lo sustenten, de ahí el “depende”. Si o no, no surgen como respuesta válida, si no podemos llevar a cabo un análisis lo suficientemente fuerte y profundo de la realidad que se atiende.

Primeramente, ¿qué es un subsidio? (distorsión de mercado). De manera sencilla: es un apoyo, ayuda, asistencia o incentivo económico que el gobierno brinda para contribuir a sobrellevar la carga creada por el propio gobierno. Dice Branson y Litvak, “los pagos para asistencia pública no son una contrapartida de la producción realizada en el periodo, por lo tanto, no deben ser incluidos en el gasto del gobierno, al contrario, son pagos de impuestos negativos que deben ser incluidos con señal negativa en los impuestos”. En otras palabras, el subsidio es la cara inversa de la moneda en relación con los impuestos.

Segunda pregunta: ¿Es esto bueno o malo? Existe un principio fundamental en Economía, el cual es muy sencillo: La elección de medios y fines. Básicamente, la intención principal de toda actividad económica es la satisfacción de los deseos humanos, lo cual nos dice que los recursos deben utilizarse por completo, que la producción y el cambio deben seguirse tan eficientemente como sea posible, que el ingreso y la riqueza deben distribuirse de manera equitativa, que deben hacerse asignaciones adecuadas para el crecimiento del producto nacional y el consumo por cabeza. La realidad final es que casi siempre la política económica correcta, que debe ser implementada, es y sigue siendo obstaculizada por una tendencia siempre latente a confundir los medios con los fines. Y como bien acotaba el profesor Dernburg: “el problema es que el valor de una magnitud económica no puede fijarse sin medir los valores de otras magnitudes. Por lo tanto, debe hacerse una elección de los fines que deban considerarse esenciales”.

Tercero: ¿Estamos en contra de los subsidios? Contundentemente, no. Sacar de un bolsillo para colocar en otro no termina siendo una excelente política, pero debe mirarse desde diversos ángulos. En momentos de crisis o de situaciones críticas como las vividas y que siguen siendo realidad, colocar circulante monetario es vital para dinamizar la economía, pero también debemos considerar que existen muchas formas de hacerlo. ¿Qué tan productivo es un recurso que va destinado casi en su totalidad al consumo? De la manera actual, el consumo no resulta ser tan productivo como debiera. Resuelve problemas económicos-sociales inmediatos, pero no en el tiempo.

Cuarto: El arrepentimiento excesivo o falso es parte de las típicas políticas gubernamentales históricamente. “Darse golpe de pecho” es en este caso tan vergonzoso que cae en un remordimiento patético. Pero lo peor, no es eso, sino que los subsidios realmente tienen dos fuentes: los impuestos o la deuda, y en ninguno de los casos es el gobierno quien lo aporta. La fuente de la fuente somos los contribuyentes, en especial la clase media (que es la que mantiene a los gobiernos, a los políticos y a los subsidiados) ya que es la principal responsable por la contribución tributaria y por hacerle frente al pago de la deuda.

Quinto: ¿Qué proponemos? No vamos a descubrir nada que no sea conocido, solo lo vamos a recordar. Como ya se ha indicado el uso eficiente de los recursos es vital, entonces mucho de lo que se ha destinado a subsidios pudo canalizarse hacia inversión pública en infraestructura, educación, salud y tecnología. La razón es sencilla: Es inversión productiva, y además tiene efectos multiplicadores desde el punto de vista que quiera ser analizada. ¿Por qué? Se logra crecimiento (cuantitativo), lo cual es deseable y desarrollo (cualitativo), lo cual es indispensable para mejorar la calidad de vida de los panameños. Se resuelven problemas económico-sociales de vieja data que conforman aspectos estructurales del país, los cuales están claramente identificados y pueden ser el resultado de una excelente planeación económica. Se genera confianza tanto a nivel nacional como internacional. El gobierno quiere hacer las cosas bien. Si el gobierno invierte nosotros también. Se crea empleo, lo cual es vital en estos momentos, y por la vía de la empresa privada, que impacta inversión, ahorro y también consumo. Y finalmente, se mejora la imagen o la aceptación publica, que está bastante deteriorada. Este planteamiento es sencillo y conocido. No estoy criticando, la intención es contribuir en algo a una mejora en el proceso de toma de decisiones, en especial con respecto al uso de los recursos.

Finalmente, una pregunta: ¿Cuánto tiempo más soportarán las finanzas públicas?

Médico y catedrático universitario
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