• 27/03/2020 04:00

Impacto de la crisis sanitaria en Panamá y el mundo

“La idiosincrasia de los nacionales siempre ha sido que “a mí no me pasará”, hasta que sucede el infortunio. […]. exhortamos a seguir las recomendaciones [...] del Estado y ser cada uno cuidadoso del bienestar familiar”

La crisis sanitaria mundial que se vive hoy día con el COVID-19, parece salida de una película de suspenso, con la dirección de grandes genios del cine como: Hitchcock, Kazan y Kubrick, aunque, lo cierto es que estos directores en su conjunto no hubieran podido diseñar un escenario tan real como el que padece en estos momentos la humanidad.

De forma retrospectiva, el 2019, culminó con fiestas y celebraciones, igual como se hace cada fin de año, sin saber lo que nos depararía el 2020. Es importante anotar, que no es la primera vez que el mundo pasa por algo similar, ejemplo de ello se dio en Europa con la peste bubónica que causó estragos durante el medioevo, y a inicios del siglo XX, a raíz de la mal llamada “gripe española”, cuyo primer caso estalló en el campamento militar estadounidense de Fort Riley, en el estado de Kansas, al final de la Primera Guerra Mundial. Se calcula que provocó la muerte de entre 20 y 40 millones de personas.

Panamá, también ha tenido que hacerle frente en su historia a dilemas sanitarios, tal fue el caso de la fiebre amarilla del siglo XIX, cuando se construía el canal francés, que provocó la muerte de más de 20 mil personas y la poliomielitis en los años 50 del siglo XX.

En términos generales, el COVID-19, debe considerarse como la primera gran pandemia del siglo XXI, con todas sus secuelas de infectados, fallecidos y el consecuente debilitamiento de la economía mundial. A diferencia de otras ocasiones, el nuevo virus se ha encontrado con un mundo científica y tecnológicamente distinto, tanto así, que hoy día varios laboratorios del mundo han logrado descifrar su genoma, lo que abre las puertas para la elaboración de tratamientos y la fabricación en corto plazo de una vacuna.

Muchas son las lecciones que dará al mundo esta crisis, una de ellas es la necesidad de dotar con mayor cantidad de presupuesto a la investigación científica, en sanidad y al mejor acondicionamiento de los centros de salud hospitalarios. De manera análoga, urgirá la creación de políticas de atención integral hacia las personas de la tercera edad, las cuales han tenido el mayor número de víctimas.

En el marco internacional, la crisis proyecta una recomposición de la dinámica de las fuerzas productivas, donde la masa asalariada está siendo víctima de despidos y abusos por parte de la patronal. Esto creará a corto y mediano plazo el fortalecimiento de la conciencia de clase que permitirá a los trabajadores valorar la esencia cuasi inhumana y explotadora de algunos empresarios acaudalados, quienes en momentos de emergencia nacional, como la que vivimos hoy, son los primeros en echar a la mar a sus colaboradores, sin bote, salvavidas ni agua, dejándolos a la deriva de los tiburones financieros.

Todos estos miles de desempleados que comienzan a inundar el planeta y nuestro país perderán, mientras dure la crisis: hipotecas y propiedades, en menoscabo de su estilo de vida, que si bien era limitado, producto de los bajos salarios, ahora caerán en niveles mayores de pobreza. Esto plantea la urgencia de llegar a acuerdos y consensos entre autoridades, la patronal y trabajadores, con el fin de buscar alternativas que ayuden a resolver lo descrito.

A escala global, la crisis hará colapsar mercados mundiales y economías emergentes en todos los continentes, en definitiva, nada será igual que antes, habrá países cuyas cicatrices demorarán décadas en recuperarse y otros como: China, Japón, Corea del Sur y algunas naciones europeas, tendrán una reactivación más rápida y se robustecerán como potencias económicas. En este orden cabe precisar que ha sido casi nulo el respaldo de los Estados Unidos a sus aliados del mundo, principalmente Europa, que ha recibido el apoyo directo humanitario de China, Cuba y Rusia. Si antes de la pandemia los Estados Unidos pasaban por una situación económica crítica, con este nuevo escenario sus problemas tienden a agudizarse.

En el caso de Panamá, los nacionales han sabido hasta el momento llevar la crisis con atención suficiente, pero sin pánico que puede derivar a la final en histeria colectiva. En las calles ha disminuido la afluencia de personas, y las que se ven, son gentes que salen a buscar el pan, porque sentados en sus casas no les llegará la comida para subsistir, tema este que no puede obviarse al momento de decretarse una cuarentena.

La idiosincrasia de los nacionales siempre ha sido que “a mí no me pasará”, hasta que sucede el infortunio. Eso forma parte de una conducta social que por décadas hemos tenido de no actuar de manera preventiva y reaccionar cuando suceden los eventos.

Por último, exhortamos a seguir las recomendaciones emanadas del Estado y ser cada uno cuidadoso del bienestar familiar.

Abogado-Historiador.
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