• 04/04/2020 00:00

La guerra económica y el maquiavélico plan

El coronavirus, que supuestamente apareció en un mercado de la provincia china de Wuhan, convirtiéndolo en el posible foco de la infección, para luego pasar a epidemia en este territorio, no es más que una parte de la guerra de quinta generación.

El coronavirus, que supuestamente apareció en un mercado de la provincia china de Wuhan, convirtiéndolo en el posible foco de la infección, para luego pasar a epidemia en este territorio, no es más que una parte de la guerra de quinta generación. De la guerra en caliente y fría del siglo pasado la humanidad está siendo sometida a este “juego hibrido”, por decir lo menos.

Los dedos y voces acusadoras de occidente descargaron toda su “ira” contra China, que al unísono, han hecho todo el esfuerzo con las grandes corporaciones mediáticas de la “información”, hasta cuasi llegar a la esquizofrénica xenofóbica anti-China.

Era de suponer que, ante la aparición de este virus y de ser el causante de la epidemia de grandes proporciones, y que poco a poco, mediante estudios, se está demostrando que es producto de la manipulación humana, las autoridades chinas no estaban preparadas para enfrentarla, pero con lo que no contaron jamás los creadores de este demoníaco plan es que:

1. Ninguna mentira y nada que se haga en secreto quedará por siempre así, en cualquier momento la verdad saldrá a la luz.

2. No contaron con que el país asiático cuenta con un solo sistema público de salud, alejado de los intereses privados.

3. No tomaron en cuenta la disciplina milenaria de la cultura china, donde los valores y el respeto a la familia y los adultos mayores es la base de la formación del individuo.

La actual pandemia del COVID-19, que está diezmando, principalmente España e Italia, donde han prevalecido las políticas neoliberales en detrimento drástico de la inversión social, abandonados a su suerte por sus aliados de la CEE y OTAN, como de EE. UU., nos demuestra la importancia de mantener los sistemas sanitarios bajo la égida pública, todo aquel rubro considerado estratégico por la seguridad interna del Estado.

La pandemia del coronavirus es parte de la guerra económica desarrollada por las potencias, en donde el fracaso del sistema neoliberal les ha estallado en la cara y necesitan una rápida oxigenación, donde se concatenan las grandes corporaciones “informativas” manipuladoras de la opinión pública y profundizar el pánico social como una de las tácticas de ablandamiento, (“sensibilización”), donde no se quedan por fuera los Gobiernos débiles de fácil sometimiento a las presiones y sugestiones de esta “potencia económica” que está en franco declive, incapaz ahora de enfrentar por sí sola el resultado de su maquiavélico y demoniaco plan engendrado en un laboratorio militar para sembrarlo en contra de su más fuerte oponente económico que en muchos renglones ya lo estaba rebasando.

Resulta “sospechoso”, por decir lo menos, que surgidas estas infecciones, ellas provengan del oriente, y al corto tiempo las transnacionales farmacéuticas occidentales tengan la vacuna contra las mismas, y esta, con el COVID-19, no ha sido la excepción, no importándoles en lo más mínimo la muerte de miles de personas (terrorismo) en su gula insaciable económica y de poder.

Según informaciones, el actual inquilino de la Casa Blanca habría ofrecido dos billones de dólares a un laboratorio alemán por la vacuna solo para uso exclusivo de los EE. UU., producida por ellos, pero la primera ministra teutona se opuso tajantemente a esto.

Este maquiavélico plan, los “paladines de los DDHH y la democracia”, conjuntamente con el poder económico, las transnacionales farmacéuticas y las corporaciones de la desinformación occidentales históricamente han bloqueado toda información de los avances científicos y médicos realizados y obtenidos en el oriente y el este europeo, no se escapa de esta nefasta práctica Cuba.

Se han ensalzado hasta la saturación las capacidades científicas y de verificación, como también el desarrollo tecnológico de las agencias occidentales, para de alguna forma someter a los países principalmente de América Latina al enclaustro de la “única verdad” de estas, por ejemplo: la FDA de los EE. UU., que viene a ser la “última palabra” en investigación y verificación de medicamentos y alimentos para nuestros países sometidos a las políticas neoliberales y los caprichos de las potencias occidentales.

Resultado de esto, nuestros países con Gobiernos débiles y hasta autosometidos a las presiones hegemónicas, le han negado a sus pueblos compartir y beneficiarse de los logros alcanzados por estas naciones, prueba de ello que, desde 1974, fue producido un fármaco en la antigua URSS, (UMIFENOVIR Antiviral) para el tratamiento de la influenza A y B, muy utilizado en la actualidad en China y Rusia contra el coronavirus, siendo el mismo de libre venta en esto dos mercados, pero que las agencias occidentales dominadas por las transnacionales farmacéuticas no han permitido su “aprobación”. Lo mismo está sucediendo con la vacuna contra el cáncer de pulmón y el Interferon 2B cubano.

Ha sido una actitud cuasi criminal de las empresas y Gobiernos, solo por la egoísta ambición insaciable económica y no dejar por fuera las presiones políticas e ideológicas.

Nuestras sociedades científicas y en general, debemos hacer presión a los gobernantes para que abran sus ojos al espectro mundial y no conducirse con la visera de los caballos de carrera, como también que abran ambos oídos para que no solo reaccionen a la campana de la diligencia de la Well Fargo.

Médico Veterinario M. Sc.; miembro de la Asociación Panameña de Médicos Veterinarios, de la Sociedad Panameña de Salud Pública y de la Comisión de Alto Nivel para la Mejora del Sistema Público de Salud.
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