• 15/10/2020 00:00

Panamá: populismo y olas de cambio

En países desarrollados y en vías de desarrollo, existe el populismo. Cada uno impartido a su manera, sea socialista o nacionalista, el populismo tiene rasgos comunes que se refieren a la estrategia de comunicación de sus representantes; el discurso populista funciona con base en un mecanismo de inclusión versus exclusión.

En países desarrollados y en vías de desarrollo, existe el populismo. Cada uno impartido a su manera, sea socialista o nacionalista, el populismo tiene rasgos comunes que se refieren a la estrategia de comunicación de sus representantes; el discurso populista funciona con base en un mecanismo de inclusión versus exclusión. Concuerdo con la autora Birgit Lamm, directora regional para América Latina de la Fundación Friedrich Naumann para la Libertad, al explicar que el populismo establece un efecto de comunidad (inclusión) entre grupos específicos a los que el populista atribuye características positivas (inocencia, honestidad, etc.) y de la misma forma, crea también un grupo de enemigos comunes al que atribuye características negativas (explotación, conspiración, traición, etc.).

La debilidad institucional a lo largo de Latinoamérica ha permitido que el populismo se asocie a una creciente pérdida de libertades, destrucción del Estado de derecho y a una creciente intolerancia y conflicto social (lucha de clases). Los populistas tienen como idea inicial la sobreabundancia de recursos estatales, por lo tanto, no tienen límite con respecto al gasto público, tienden a sobrecargar la planilla estatal, sin que esto genere solución a los problemas que enfrenta cada institución. Además, los subsidios, que deberían ser soluciones a corto y mediano plazo, quedan siendo herramientas utilizadas sin control y sin regulación.

Los efectos colaterales de decisiones populistas, mencionadas en el párrafo anterior, tienden a la falta de inversión del sector privado por el temor de controles de precios, peso de carga tributaria y deficiencia en la seguridad jurídica. En pocas palabras, el objetivo del populismo es que el Estado sea dueño de todo, sin respetar las libertades y derechos de los ciudadanos, generando entre sus seguidores una perspectiva de que el sector privado no es un aliado para el desarrollo de la nación.

Aunque en Panamá las ideologías políticas no estén del todo marcadas, es importante saber que el populismo puede ser de “izquierda”, “derecha” o “centro”. Las emociones que alimentan el populismo son el resentimiento, la rabia y una pasión por la venganza, en este caso la llamaremos persecución política. Esta mala praxis genera que entidades como el Ministerio Público cometan violación del debido proceso a presuntos infractores de la Ley, especialmente en casos de delitos contra la administración pública, por ser un brazo político por el poder Ejecutivo, sin respetar la independencia judicial y separación de poderes.

Con respecto a la economía, tenemos que estar claros que el exceso de gastos sobre ingresos de cualquier Gobierno se financia con deuda. A mayor deuda hoy, mayores impuestos mañana para pagarla. Un principio elemental de la economía es que se puede vivir por encima de las posibilidades de manera indefinida; incentivar un solo sector económico, significa que habrá menos recursos para apoyar a los otros sectores. Prometer mayor gasto público de manera indefinida es populismo. Sugerir y tomar una medida sin analizar los efectos económicos de corto, mediano y largo plazo también es populismo.

La situación de la pandemia ha permitido ver la empatía de muchas personas, sin embargo, también ha generado escándalos del mal manejo de fondos para hacerle frente a la situación sanitaria. Tenemos que estar vigilantes, porque, desde ya, los políticos populistas están a la búsqueda de votos para el 2024, utilizando sus escaños políticos para realizar falsas promesas que son populistas y demagógicas, además de otros procedimientos similares para convencer al pueblo y convertirlo en instrumento de la propia ambición política.

Como país, debemos pensar en la integración centroamericana y Panamá, como puente para el resto de América Latina, debe dar el ejemplo de que, a través de la unión y estandarización de políticas públicas que contribuyan a la mejora y desarrollo de los pilares, se lograrán mejores indicadores de libertad económica, traduciéndose en mejor calidad de vida, sin importar clases sociales y tratando de cerrar la brecha de la desigualdad social causada, la cual existía antes y estará después de la situación pandémica del mundo.

No es necesario mencionar nombres de los posibles populistas que tengamos en nuestro país, basta con exigir al Gobierno de turno que debe seguir avanzando en la modernización del Estado, haciendo más eficiente su funcionamiento, con menos burocracia, con procedimientos más agiles, mayor automatización y menos discrecionalidad del funcionario. Solo así, evitaremos que la ola de cambio sea drástica al poner figuras populistas dentro del aparato estatal, poniendo en jaque el desarrollo y los anhelos de un mayor bienestar para nuestro país.

Ingeniero y estudiante de Derecho y Ciencias Políticas.
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