El Festival de Debutantes se realizó el 5 de julio en el Club Unión de Panamá. Es organizado por las Damas Guadalupanas y se realiza cada año para recaudar...
- 16/03/2021 00:00
Por qué elegí el otro camino
Tener inquietudes políticas no es una novedad en mí. Todavía hoy recuerdo vívidamente y con añoranza los años de mi temprana juventud cuando, siendo estudiante en la Universidad de Panamá, participé activamente en las jornadas de lucha en las calles contra la dictadura militar, que había usurpado el Gobierno del país, cancelando la vida democrática y los derechos individuales de sus ciudadanos. Eran los años de mediados de la década de los setenta. Desde entonces comprendí que la vida a menudo ofrece opciones, y el compromiso es… tomar un camino.
Hago un salto de cuatro décadas y me sitúo en el momento actual. Con la mirada puesta en las próximas elecciones generales del año 2024, ya voy sintiendo la necesidad de considerar opciones. Surgen dos caminos bien definidos: identificarme con alguno de los llamados partidos tradicionales (PRD, Panameñista, Cambio Democrático) o buscar un partido nuevo, con actores políticos independientes, que aporten sangre nueva al escenario político panameño. Cuando, para hacer justicia, considero la primera opción, el primer camino, analizo qué papel han jugado esos partidos tradicionales cuando han estado en el poder, e inmediatamente salta a mi consciente la palabra “corrupción”, “corrupción rampante”. Hemos sido testigos del saqueo inmisericorde de las arcas del Estado, y del enriquecimiento ilícito a base de prácticas corruptas y deshonestas. Sumado a ello, la total falta de transparencia y rendición de cuentas. Este robo de los recursos del Estado significa menos recursos para la salud, la educación, viviendas, agua, etc. y la implementación de programas que promuevan las artes y la cultura, o los destinados a proteger el medio ambiente. Con mucho dolor en el alma, he visto cómo estos Gobiernos han implementado políticas públicas que han acentuado la ya marcada desigualdad de la sociedad panameña, en detrimento de las clases menos favorecidas económica y socialmente. Esto cobra especial atención en estos días, cuando, por la pandemia, se han engrosado las filas de la gente pobre. Así que por todo lo anterior, rehúso tomar ese camino fácil, pero degenerado.
Ahora, pues, toca mirar qué trae, qué promete, el otro camino, el de los partidos en formación. De las cuatro (4) nóminas que aspiran a constituirse en un partido formal, reparé en una que despertó mis simpatías en los comicios de 2019. No siendo un partido político como tal, este colectivo concursó como un Movimiento, y su candidato, un abogado, comunicador, político y diplomático, corrió por la libre postulación. Sin apoyo económico de ninguna clase, que implicó no tener publicidad en los medios televisivos ni radiales, la campaña se basó en sus apariciones públicas, con sus mensajes claros, honestos, comprometidos y esperanzadores, difundidos por las redes sociales.
Con todas estas limitaciones y desventajas, este candidato obtuvo el 18.8 % del total de votos (368 000) y el Movimiento se convirtió en la tercera fuerza electoral. Tomando en cuenta la opinión de la mayoría de los miembros, se decidió convertir el Movimiento en un partido político.
Luego de conseguir inscribirlo, la dirigencia va a someter a un análisis completo y concienzudo la situación que vive Panamá en todos sus componentes (salud, educación, etc.) y proponer un plan de reconstrucción del país, averiado por tantos años de desgobierno.