• 19/03/2021 00:00

¡Dile No a la discriminación por edad!

“Avancemos, […], para impedir que los estereotipos basados en la edad, los prejuicios y la discriminación limiten las oportunidades de garantizar la salud, el bienestar y la dignidad de las personas mayores en todas partes”

El día de ayer, la OMS, junto la Oficina del Alto Comisionado para los Derechos Humanos, el Departamento de Asuntos Económicos y Sociales de las Naciones Unidas, y el Fondo de Población de las Naciones Unidas, publicaron el Informe Mundial sobre la Discriminación por Edad (edadismo). El informe está dirigido a los encargados de formular políticas, profesionales, investigadores, organismos de desarrollo y miembros del sector privado y la sociedad civil. Después de definir la naturaleza del edadismo, se resumen las mejores pruebas sobre la escala, los efectos y los determinantes del edadismo, y las estrategias más eficaces para reducirlo. El informe concluye con tres recomendaciones de actuación basadas en pruebas científicas para crear un mundo para todas las edades.

De acuerdo con el informe, el edadismo tiene consecuencias graves y de gran alcance para la salud, el bienestar y los derechos humanos de las personas. En el caso de las personas mayores, el edadismo se asocia con una menor esperanza vida, una salud física y mental más deficiente, una recuperación más lenta de la discapacidad y un deterioro cognitivo. El edadismo reduce la calidad de vida de los adultos mayores, aumenta su aislamiento social y su soledad (ambos asociados a graves problemas de salud), restringe su capacidad de expresar su sexualidad y puede aumentar el riesgo de violencia y abuso contra las personas mayores. El edadismo también puede reducir el compromiso de los jóvenes con la entidad para la que trabajan. El edadismo contribuye a la pobreza y la inseguridad económica de las personas en la vejez, y en una estimación reciente se demuestra que tiene un costo para la sociedad de miles de millones de dólares.

Panamá no escapa a esa realidad, pues en nuestro territorio son frecuentes los estereotipos, los prejuicios y la discriminación contra las personas debido a su edad, en especial, los mayores de 55 años, que representan el 17 % de todos los panameños, y en no pocas ocasiones son objeto de menosprecio, agresiones verbales, falta de cordialidad, consideración y respeto solo por lucir una cabellera blanca. Pero también se ven discriminados los jóvenes, que suman el 16 % de nuestra población, esta vez con el argumento de una supuesta falta de experiencia. Es decir, que nuestra sociedad discrimina a los mayores, quienes tienen un caudal de formación y experiencia, así como a los jóvenes, negándoles la oportunidad de adquirir esa experiencia.

En el documento se proponen tres estrategias de eficacia demostrada para reducir la discriminación por edad y, por consiguiente, de contribuir a mejorar la salud, aumentar las oportunidades, reducir los costos y permitir que las personas prosperen a cualquier edad. Para ello es necesaria la participación coordinada de los Gobiernos, los organismos de las Naciones Unidas, las organizaciones de desarrollo, las organizaciones de la sociedad civil, las instituciones académicas y de investigación, las personas y las comunidades.

Opino que todas son aplicables en nuestro país, pues, como señalé antes, “los panameños tenemos que echar abajo los estereotipos y comenzar a valorar y respetar, en serio, a todas las personas mayores, no solo a nuestros familiares. Acabemos con esa marginación estructural, que las considera como menos vigorosas y útiles. Este prejuicio separa a la sociedad en jóvenes y viejos. Y se pierde la sociedad del valioso aporte de los mayores”. Veamos las estrategias propuestas.

Para comenzar, debemos formular y aplicar políticas y leyes que aborden la discriminación y la desigualdad por motivos de edad, y el derecho relativo a los derechos humanos. En Panamá, tenemos la Ley N° 36 del 2 de agosto de 2016, “Que establece la normativa para la protección integral de los derechos de las personas adultas mayores”. No obstante, es reconocida la necesidad de legislar promoviendo el pleno goce del derecho a la vida, a la salud, a la alimentación, a la educación, a la vivienda, a la cultura, al trabajo, al esparcimiento, a la intimidad y a la integridad personal, así como a estar libre de toda forma de violencia, manipulación o coacción.

No menos importante, será incluir en todos los niveles y tipos de educación, desde la escuela primaria hasta la universidad, y en contextos educativos formales y no formales, intervenciones educativas para reducir la discriminación por edad. Finalmente, se propone invertir en intervenciones de contacto intergeneracional que tengan por objeto fomentar la interacción entre personas de distintas generaciones.

Por nuestra parte, el actual Plan Estratégico de Gobierno, reconoce la precaria situación de nuestros adultos mayores, y se compromete a adoptar las medidas necesarias para garantizarles el goce efectivo del derecho a la vida, y el derecho a vivir con dignidad en la vejez hasta el fin de sus días, en igualdad de condiciones con otros sectores de la población.

Avancemos, entonces, para impedir que los estereotipos basados en la edad, los prejuicios y la discriminación limiten las oportunidades de garantizar la salud, el bienestar y la dignidad de las personas mayores en todas partes.

Médico, exrepresentante de la Organización Mundial de la Salud (OMS).
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