• 04/07/2021 00:00

¡Abran las jaulas! (I)

“En (EUA), estas jaulas están prohibidas solo en California y Michigan, […], aunque se espera que pronto otros estados se sumen […]. Mientras tanto, en nuestros países latinoamericanos, […] la barbarie continúa”

Son muchos los que dicen que el mundo no dejará de explotar animales hasta que nos liberemos del capitalismo. Wayne Pacelle, presidente y CEO de la organización de protección de animales más grande del mundo, la Sociedad Humana de los Estados Unidos (HSUS), opina lo contrario. Afirma que el capitalismo en su máxima expresión es una fuerza contra el sufrimiento animal y es el camino de la creatividad humana para responder a las demandas de un mercado moralmente informado.

¿Tiene razón? Del lado de los que ven al capitalismo como el problema, hay que admitir que, en la mayoría de los países, las presiones de la competencia sin restricciones han hecho que los pequeños agricultores tradicionales salgan del mercado. Aquellos que trataban a sus animales como individuos y no querían encerrarlos en jaulas descubrieron que ya no podían vivir de la agricultura. Por cada productor de huevos que existe hoy, en 1970 había veinte más. Durante el mismo período, el número de productores de cerdos y leche ha disminuido en un 90 %. Mientras tanto, las granjas industriales han crecido tanto que la cantidad de animales producidos se ha quintuplicado en los últimos cincuenta años.

De todos modos, el capitalismo no tiene la culpa. Estos cambios se han producido porque los consumidores compran productos de origen animal, a pesar de que saben que la agricultura industrial trata inhumanamente a los animales. En Estados Unidos y demás países latinoamericanos, a diferencia de los europeos, los esfuerzos por aprobar legislaciones para proteger a los animales de granja han fracasado. Y los defensores de los animales han tenido que recurrir a educar a los consumidores y luego utilizar el mercado moralmente informado para mejorar las condiciones de los animales.

La economía humana rastrea el impacto económico de la preocupación del público por la agricultura brutal en una amplia gama de abusos a los animales. Como es de esperar, el público está especialmente preocupado por los perros y los gatos, y las cadenas de tiendas de mascotas han respondido a esta preocupación con un nuevo modelo económico. En lugar de vender perros y gatos, ahora les dan a las organizaciones de rescate de animales un espacio dentro de sus tiendas para ofrecer a los animales que necesitan buenos hogares. Las tiendas pierden ingresos al no vender animales criados comercialmente y no reciben nada de las adopciones, sino que lo compensan con el aumento de las ventas de artículos para mascotas a sus clientes agradecidos. Igualmente, en la industria del entretenimiento, existe un contraste entre el Cirque du Soleil, que no utiliza animales, y el resto de los circos tradicionales que se basan en elefantes bailando o tigres gruñendo, una modalidad, en declive, casi en extinción. El público ahora está bien informado para disfrutar animales exóticos realizando trucos que nunca harían si no hubieran sido obligados a temer a sus entrenadores.

El uso más importante que hacemos de los animales, sin embargo, es para comida. Yuval Noah Harari describe que el tratamiento de los animales en granjas industriales es quizás el peor crimen de la historia. Eso hace que la producción animal intensiva sea el foco obvio de cualquier examen de si el mercado realmente puede lograr una transformación humana de nuestras relaciones con los animales, porque si falla allí, entonces no está resolviendo la fuente de la mayor cantidad de sufrimiento que infligimos a los animales.

Existen tres formas extremas de confinamiento que prevalecen en las granjas industriales: jaulas para terneras, jaulas para cerdas preñadas y jaulas para gallinas ponedoras. En la Unión Europea, todas estas formas de confinamiento son ilegales. Este logro notable se produjo debido al apoyo público a las organizaciones de bienestar animal y las coaliciones europeas de animales, pero la ciencia también jugó un papel crucial. La Unión Europea es una zona de libre comercio, por lo que requiere normas de armonización dentro de ella. La Comisión Europea solicitó a su Comité Científico Veterinario que informara sobre los requisitos de bienestar de terneras, cerdas y gallinas ponedoras. El Comité de expertos fue inequívoco al afirmar que estos requisitos no se cumplieron adecuadamente en las jaulas que se utilizan normalmente en las granjas industriales. Los informes recomendaron cambios de gran alcance que el Parlamento Europeo apoyó firmemente y la Comisión Europea aceptó. En los Estados Unidos, estas jaulas están prohibidas solo en California y Michigan, después de una votación en 2008, aunque se espera que pronto otros estados se sumen a esta iniciativa. Mientras tanto, en nuestros países latinoamericanos, ni cuenta nos hemos dado y la barbarie continúa.

Empresario, consultor de nutrición y asesor de salud pública.
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