• 01/08/2021 19:55

Omar Torrijos: El último estadista de la República

"A los militares (generales Paredes y Noriega) las botas del general Torrijos les quedaron muy grande [...]"

"La verdad histórica no es una dama de compañía del orgullo nacional...Mejor sería poner nuestro amor propio en el futuro y no en el pasado".

Hoy 31 de julio se cumple el cuadragésimo (40) aniversario del magnicidio (vil asesinato del general de División Omar Torrijos Herrera) y como ocurre con las grandes figuras de la historia, con el paso del tiempo su personalidad -de estadista de la República- se proyecta como un gigante ante el enanismo político de las generaciones de militares que le sucedieron, primero, y de los politicastros neoliberales pos invasión, después.

A los militares (generales Paredes y Noriega) las botas del general Torrijos les quedaron muy grande. Uno, obnubilado por la hazaña política de 'Chichi Remón' de trasladar el poder real de la avenida 'A' (cede del cuartel central de la entonces Guardia Nacional) al Palacio de Las Garzas (Casa Presidencial); pretendió emular a Remón y resultó en un fiasco, el último acto del sainete político fue sellado de forma caricaturesca con la histórica frase de su sucesor castrense: "Buen salto Rubén".

El otro, caracterizado por una personalidad de ladino, sucunbió a su propia miopía política, a los intereses y luchas intestinas locales (facciones oligárquicas) y a la visión geopolítica de su patrocinador imperialista.

Pero el escenario económico, social y politico que reeplazaria en el poder al odioso autoritarismo militar cuartelario de la década de los ochenta y a la horrorosa y genocida invasión estadounidense del 20 de diciembre de 1989; ha sido de antología plutocrática.

El régimen de las tanquetas ensangrentadas o del triunvirato (Endara, Ford, Arias), en lugar de convocar a una Constituyente para cambiar la anterior normativa de la república oligárquica liberal y más reciente del militarismo, por una democracia ciudadana, lo que hizo fue gobernar para los retazos de la vieja oligarquía, sentando las bases de una caricatura de democracia o de morisqueta al servicio de minorías privilegiadas, antinacionales, antidemocráticas y antipopulares que dieron a llamar la "vuelta a la democracia". Esto es, la democracia del dinero malhabido y de las entelequias politicas, en lugar de una democracia efectiva y eficaz y de verdaderos partidos ideológicos o docrinarios representativos del tejido social istmeño.

Y, el partido -PRD- de Omar, el colectivo político que tenía por misión preservar las conquistas del proceso revolucionario, su cúpula fue asaltada por los mercenarios del dinero, "a ciencia y paciencia" de los supuestos torrijistas y con el colaboracionismo traidor y lumpenezco de los "torrijeros".

Entonces, la prevalencia de una clase política descerebrada y cuya 'militancia' se circunscribe a lucha por el poder para el enriquecimiento personal al rescoldo del erario, de entelequias políticas electoreras integrada por bribones en su cúpula y por "fichas" y clientela política en la base; ha constituído la 'tormenta perfecta' para engendrar el "Estado fallido" y la anarquía política de la actualidad.

En estas circunstancias se celebraron cada cinco años -durante los últimos 25 años- simulacros de consultas populares (elecciones generales) para elegir cada lustro que pasaba a un peor gobernante. De manera que la pandemia solo ha puesto al desnudo la corrupción multiplicada a lo largo de los recientes cinco quinquenios; pero lo más grave de todo es que, ni la "peste", ni el sufrimiento de los panameños en general, ha limitado la voracidad del cohecho encarnado en la pandilla de fariseos políticos que hoy administran o, mejor dicho, se 'roban' la hacienda pública.

En síntesis, del reciente pasado de la plutocracia neoliberal y corrupta solo queda escarnio y nada de dignidad o decoro politico que rescatar. Pongamos, pues, "nuestro amor propio en el futuro", porque el pasado politico reciente es excecrable.

¡'Omar Torrijos vive en el corazón de su pueblo'!

¡Así de sencilla es la cosa!

El autor es abogado y analista político.

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