• 02/11/2021 00:00

¿Se podrá embellecer nuestra ciudad?

“[…] al caminar por sus calles nos chocamos con una ciudad de tercer mundo: basura por todos lados, todo sucio, sin aceras, agresión permanente para el peatón, sobre todo en las áreas más marginales”

Uno de los funcionarios que tuve durante mi gestión como alcalde de la Ciudad de Panamá, muy ajustado a mi visión de ciudad verde y amigable, fue el ingeniero Samuel Bern, recientemente fallecido. Sin experiencia en asuntos municipales, privó sobre mí el deseo de embellecer la ciudad con las herramientas a mi alcance. Herencia de mi madre, gran amante de las plantas. Pude generar el suficiente apoyo ciudadano por el entusiasmo del equipo de trabajo que, en Ornato, encabezó el diligente Bern, donde fueron vitales juntas comunales y vecinos de cada barriada.

Eran los días siguientes a la invasión norteamericana. Panamá estaba sucia, llena de escombros. Desanimada. En los últimos años de dictadura se descuidó todo, incluyendo la apariencia de la capital, algo poco importante frente a los dilemas de subsistencia que vivía el régimen. Me propuse darle vida a la ciudad, hacerla amigable, pero de la mano de su gente en sus barrios y contornos, con los funcionarios municipales. Gracias al publicista Tito Campagnani, a través de su cliente McDonald, del amigo Richard Durling, con obsequio de cuñas televisivas, lanzamos, para el 21 de enero de 1990, a solo un mes de la invasión, la campaña “Limpia tu Pedacito de Ciudad”. Pretendíamos limpiar lo sucio de la ciudad; matorrales, desperdicios, chatarra etc. A través de las juntas comunales, del comercio, de las oficinas públicas que contaran con camiones y del que quisiera sumarse, animamos a la población en esta profiláctica actividad. Hubo una participación masiva y entusiasta.

Seguimos con “Pinta tu Pedacito de Ciudad”, apoyada por empresas distribuidoras de pintura, donde se retocaron muchos edificios públicos, y privados se sumaron. Continuamos con “Siembra tu Pedacito de Ciudad”, que activó a clubes de jardinería y animó a muchas empresas a decorar con plantas las áreas aledañas a sus negocios, algunos de los cuales aún persisten tras 30 años de haber concluido mi gestión.

Se dice que es poco lo que hace la Alcaldía, ya que labores fundamentales como la recolección de la basura no le corresponden y algunos parques, como el Omar y la Cinta Costera, en su cuido y atención, no les están confiados, pero el embellecimiento de la ciudad podría suplir lo que no se aprecia en otras áreas. En una ocasión, siendo alcalde, el ingeniero Bern me llamó: un inspector descubrió que un hermano mío había matado un árbol (envenenado) en Hato Pintado. Preguntaba “¿qué debía hacer”. Inmediatamente dije: “pues, múltenlo”. El ser familia no excluía a nadie de cumplir con la Ley.

Hoy, tenemos una ciudad sucia, porque la Autoridad de Aseo no es capaz de cumplir a cabalidad su labor. Sin embargo, la Alcaldía puede atenuar esa impresión manteniendo en mejor forma los parques: el parque Urracá, que sea devuelto a la Junta Comunal de Bellavista que lo mantenía en condiciones óptimas. Que finalmente el Parque Omar pase a la Junta Comunal de San Francisco, entidad municipal que compete administrarlo. Que promueva más estacionamientos públicos para evitar el desmadre en que algunos convierten las escasas aceras. Que se proteja más al sufrido peatón que se le dificulta caminar por la ciudad.

Que los inspectores municipales se pongan las pilas para exigir el cumplimiento de las normas sobre lotes baldíos para que se mantengan limpios, generando muchas plazas de trabajo para jornaleros. Que hagan lo propio con la basura y desperdicios que se acumulan fuera de establecimientos comerciales para que sus propietarios se encarguen de su disposición final o al menos la preservan hasta que finalmente aparezca Aseo. Que se castigue a los que a los ojos de todos violan las servidumbres y mantienen sus isletas sucias.

Es cierto que el visitante a Panamá lo que más le irrita es encontrar una ciudad sucia. Atenuaríamos esa mala impresión, si entre todos nos proponemos embellecerla, como ocurre en otras ciudades del mundo, donde el verdor y las flores se apoderan de los espacios públicos. Con la fauna y flora que tenemos, lograr ese objetivo no será difícil.

1989 versus 2021. Una gran diferencia. Antes la ciudad estaba destruida. Hoy, desde el avión vemos una ciudad moderna, llena de rascacielos, tan altos como en Chicago y Nueva York. Pero, al caminar por sus calles nos chocamos con una ciudad de tercer mundo: basura por todos lados, todo sucio, sin aceras, agresión permanente para el peatón, sobre todo en las áreas más marginales. Sobre todo, donde pareciera no existieran autoridades, ni nacionales ni municipales.

Alcalde de Panamá (diciembre 1989 - abril 1991).
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