• 06/11/2021 00:00

Panamá en la COP26

“[…] el mejor homenaje que podemos hacer a la patria y al bicentenario en desarrollo es cambiar el rumbo, señor presidente […]”

Con una numerosa delegación, integrada, en su mayoría, por funcionarios, de alto nivel, con responsabilidades diversas, dentro del Estado panameño, nuestro país asistió a la importante cumbre climática que se desarrolló en estos días en Europa (Escocia).

Este trascendental evento entró a evaluar de manera integral los avances y retrocesos de los importantes Acuerdos de París (1915) y el pronunciamiento oficial de las Naciones Unidas sobre el llamado cambio climático.

Ambos pronunciamientos, de los cuales nuestro país es signatario, actualmente tendríamos que examinar de manera objetiva logros y dificultades a nivel regional en cada uno de los territorios de nuestro continente.

Es importante destacar que, en el caso de nuestro país, en la práctica se vienen ejecutando acciones contradictorias que disminuyen y muchas veces ignoran estos importantes acuerdos en pro de la conservación, preservación y custodio de nuestra diversidad.

Cómo explicar y entender llanamente que Panamá, su Gobierno, venga no solo apoyando, sino promocionando abiertamente la ejecución de la explotación de minas de cielo abierto, como lo es el ilegal contrato que actualmente realiza la minera canadiense en territorios de las provincias de Coclé y Colón, donde la intensidad pluviométrica se destaca casi todos los 12 meses del año, lo cual no es necesario ser un experto para saber y entender que los relaves que ocurren en la actividad minera no solo producen toxicidad de nuestro rico ambiente, sino que al final tendremos un vasto territorio panameño totalmente destruido.

Sería saludable y urgente que los promotores gubernamentales que, pasando por encima de nuestra legislación nacional, se empecinan en concesionar miles de hectáreas a favor de oscuros intereses de empresas transnacionales y en detrimento de nuestra vida y el futuro de las generaciones que ayer y hoy sigan apostando, como lo practicó Omar Torrijos, en una patria grande, digna, soberana y autogestionada.

Corregir el rumbo, señor presidente, y pensar y razonar en el Estado nación es una prioridad que debe asumir cuanto antes su Gobierno, guardando distancia del modelo neoliberal que adoptó Panamá posterior a la nefasta invasión de 1989.

No existen, en estos momentos de multilateralismo, términos medios o adoptamos la frase lapidaria de Mateo Iturralde, “yo no vendo mi patria” o la historia inexorable se encargará de condenar nuestras acciones vasallistas que creíamos superadas cuando Omar Torrijos, con el apoyo de los países del mundo, eliminó coyunturalmente la llamada Quinta Frontera.

Finalmente, el mejor homenaje que podemos hacer a la patria y al bicentenario en desarrollo es cambiar el rumbo, señor presidente, y ajustarnos a impulsar un auténtico cambio estructural con equidad, inclusión y plena participación de nuestro pueblo en una verdadera democracia participativa.

Esta es nuestra propuesta responsable, como ciudadano de este país.

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