• 17/11/2021 00:00

Compras modernas

“La combinación de crisis sanitarias y modernización genera un nuevo periodo en que cambia la economía y abre otras posibilidades futuras (robotización); pero trae el peligro de disminución de fuentes de trabajo”

El panorama era extraño. En el supermercado no había cajeras, pese a estar lleno el local. Todo se desarrollaba con normalidad y ese detalle, era lo único diferente. Al parecer es la tendencia actual en las actividades económicas modernas: la consecución de productos y bienes ha adquirido una nueva dimensión en términos de compras para cambiar la tradición en dicha actividad.

El tiempo de esta crisis que vivimos ha alterado muchas prácticas y costumbres que el público siguió a través de la historia. Ahora, se elimina el contacto físico para evitar los contagios; y todo el esquema comercial ha modificado su enfoque. Uno de los factores tiene que ver con la forma como se adquieren los comestibles en almacenes y expendios o todo aquello que es necesario para uso y consumo habitual.

En un viaje a España pude apreciar la transformación que experimentan los locales, como los centros comerciales, a los que acude una gran masa. En una gran tienda de abastos, los compradores se dirigen a las cajas y allí no les espera nadie para el cobro usual. En un punto existe un sistema de terminal de computadora con su pantalla y, acoplada, un dispositivo para recibir dinero.

El cliente escoge sus abarrotes y dirige la carretilla hacia ese lugar. Allí pasa cada unidad de compra y desliza el código de barras por un lector; en la pantalla se describe el detalle con precios y, seguidamente, se deposita en una especie de balanza. Una vez que se ha terminado con cada objeto, sale la cuenta y el dinero se deposita según los billetes en unas bandejas, las monedas en una ranura; luego, se procesa, sale el cambio y la factura.

La persona toma todo, lo coloca en una bolsa y lo lleva a casa. Si no conoce el proceso completo, una asistente le indica paso a paso el procedimiento. Al pagar con tarjetas, el equipo le brinda la oportunidad de hacerlo con la tarjeta respectiva y da la facilidad de colocarla frente a un sensor o de meterla en un espacio, como se acostumbra. El sistema es tan completo que, al procesarse, se obtiene un dato exacto de las existencias.

El procedimiento es similar en una panadería o dulcería. Allí las personas entran y escogen el tipo de pan, pasteles o postres que prefieran. Una vez hecha la selección, el que atiende pesa las piezas y hace el cómputo. Ubica lo seleccionado ante la vista de las personas y pregunta si está completo. Luego de la respuesta afirmativa, mete en la computadora los datos y el interesado ingresa el dinero en una máquina, que da cambios, si se requiere.

El comprador toma su paquete y se encamina a su hogar con el aromático y cálido contenido para el desayuno o la merienda. No ha ocurrido un intercambio manual de dinero y todo es más limpio y despersonalizado. Esa presencia de la plata que cambia de uno a otro, ya no es una realidad obligatoria de estos escenarios.

Hay que recordar aquí, que tampoco es indispensable salir de casa para estas habituales prácticas. Las nuevas tecnologías aplicadas en tales esquemas, permiten desde la residencia mirar en la computadora las listas de lo que se requiera y pedir, a través de las aplicaciones respectivas o página web, y pagar. Luego un acarreador lleva las compras hasta la residencia y las entrega; se verifican y termina aquí el círculo de venta.

Se le realiza el pago a quien lleva la entrega, pues él cuenta con un aparato electrónico, o en una cuenta específica o por el sistema “Yappy” (mediante la aplicación del caso).

La combinación de crisis sanitarias y modernización genera un nuevo periodo en que cambia la economía y abre otras posibilidades futuras (robotización); pero trae el peligro de disminución de fuentes de trabajo.

Periodista
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