• 18/11/2021 00:00

¿Refundar la sociedad o la República?

“[...] quienes están conduciendo la decisión del estilo de desarrollo para el futuro inmediato del país, excluyen a los que no son parte de las élites económicas […]”

Las palabras del Santo Padre con motivo de celebrarse la V Jornada Mundial de los Pobres, este último domingo 14, nos plantea lo que el fariseísmo de las élites -que además se autoproclaman “cristianas”- trata de desvirtuar u ocultar, porque definitivamente quedan retratadas en cuerpo y alma, no solo ellas, sino la misma sociedad que fomentan. Veámoslo, aunque sea a partir de un fragmento del mensaje papal.

El Sumo pontífice, nos formula una interrogante crucial: “¿Qué camino de justicia es necesario recorrer para que se superen las desigualdades sociales y se restablezca la dignidad humana, tantas veces pisoteada?” (Mensaje del papa Francisco, 14 de noviembre de 2021). Seguidamente, el mismo Francisco nos responde: “Un estilo de vida individualista es cómplice en la generación de pobreza, y a menudo descarga sobre los pobres toda la responsabilidad de su condición”.

En efecto, el hermano Francisco va a la raíz, un estilo de vida individualista, que no se queda en las personas, sino que se recrea en las estructuras sociales y políticas de forma tal que, por más que se modifiquen periódicamente los grupos que se hacen del poder estatal, si se mantiene la lógica individualista que prima en las relaciones sociales, fomentada por los que ejercen el poder, la sociedad será la misma, sus frutos de desigualdades sociales serán prácticamente los mismos; nada sustancial habrá cambiado.

Las políticas neoliberales son expresión de la lógica individualista llevada a su extremo. En términos de la ética, podríamos decir que se trata de una política económica basada en la codicia y la avaricia, lo que permitiría explicar más fácilmente por qué se traslada al ámbito político en forma de corrupción y de paso, por qué la corrupción no se elimina si penalizamos a esta o aquella persona corrupta, si la lógica del sistema económico y político -el individualismo- sigue manteniéndose como ordenador de las estructuras de la sociedad. Esto lleva, inexorablemente, a luchar por una nueva sociedad, no únicamente por la refundación del Estado o de la República.

En el caso panameño pandémico, las élites de poder y sus representantes nos venden la idea de que están comprometidos con “la reactivación económica y en la recuperación de los empleos” (Conep, octubre 2021). Analizando los hechos que sus apologistas tecnócratas maquillan, se alcanza a confirmar que todas, pero todas las medidas llevadas a cabo para contrarrestar la crisis económica social reciente han tenido como principio ordenador la ética individualista, que manifiesta la codicia y avaricia de dichas élites. Ya sea reduciéndole a los empleados y empleadas el salario más allá de lo “razonable” -en el caso de las pequeñas y medianas empresas prácticamente quebradas esto podría considerarse como tal si trabajadores y empleadores lo acuerdan con carácter temporal, mientras se vuelve al ritmo de dinamismo que tenía la empresa antes del 2020- o ya sea, facilitándole el Gobierno cuantiosas sumas a los banqueros privados para que hagan negocios dando créditos que no llegan a los pequeños y medianos empresarios, sino a las grandes empresas (según el propio superintendente 2/3 del capital crediticio habían sido otorgadas a estas el último año). Es decir, evidencias una y otra, de políticas económicas y empresariales alejadas del bien común.

Lo sensato, lo decisivo -ante esta realidad de la que es ejemplificante la de nuestro país- nos dice el hermano mayor de nuestra Iglesia católica, sería “dar vida a procesos de desarrollo en los que se valoren las capacidades de todos, para que la complementariedad de las competencias y la diversidad de las funciones den lugar a un recurso común de participación” (Mensaje del papa Francisco, 14 de noviembre de 2021). Esto es, hacer práctica formas de auténtica democracia participativa.

A contrapelo, lo que se visibiliza es que quienes están conduciendo la decisión del estilo de desarrollo para el futuro inmediato del país, excluyen a los que no son parte de las élites económicas y sus funcionarios privados y gubernamentales. Es decir, la “yunta” Gran empresariado privado-Gobierno representada en la “Comisión para la reactivación económica del país”, como si el estilo de desarrollo solo les atañe a ellos (Conep, op. cit.).

Esta realidad pues, es la que clama por una refundación de la sociedad, más allá de la transformación del Estado y la República, pero me temo que las clases que deberían asumir este cambio aún miran con los lentes de las élites que nos someten y explotan.

Sociólogo y docente de la UP.
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