• 26/12/2021 00:00

Productividad y salarios en el sector de la construcción

“La riqueza que han posibilitado los trabajadores de la construcción a los dueños de las empresas […], ha sido enorme, no obstante, esta clase empresarial se empecina en negar cualquier aumento de salarios, […]”

Una máxima en el sector empresarial: si las condiciones económicas son buenas, no se puede aumentar salarios porque eso afecta el clima de inversión, y si las condiciones son malas, tampoco se puede aumentar salarios porque “los negocios no lo resisten”; es decir, según los empresarios nunca hay condiciones para aumentar los salarios de los trabajadores.

El Suntracs enfrenta, una vez más, la tozudez de los miembros de la Capac de no aumentar salarios. Ello coincide con las discusiones de aumentos del salario mínimo que también se llevan a cabo hoy día. El común denominador en ambas negociaciones de salarios es la “máxima empresarial” señalada previamente: no hay condiciones para aumentar los salarios, casete que repiten la titular del Ministerio de Trabajo (que en verdad debe llamarse de la Empresa) y el viceministro, quienes han defendido, sistemáticamente, los intereses de los empresarios.

El Suntracs ha argumentado que son los propietarios de las empresas constructoras quienes, progresivamente, ganan más, mientras les niegan cualquier aumento de salarios que reclamen. Capac argumenta que los salarios les aumentan sus costos y eso les afecta “vender su producto”, es decir, les afecta sus ganancias. No reclaman cuando les suben los precios de los materiales o las tasas de interés, y reconocen que no tienen capacidad de negociación con los proveedores y los bancos, siendo una relación de “tómalo o déjalo”, “quieres un préstamo, firma”, etc. Reconocen que con los trabajadores de la construcción pueden “negociar”, porque allí sí pueden fijar el salario. El fondo es que “caimán no come caimán”, y los proveedores y los bancos son empresarios como ellos, que también buscan maximizar sus ganancias. Terminan por sacrificar, como siempre, al trabajador. El vehículo que tienen los trabajadores para enfrentar esta práctica generalizada de los empresarios es la organización sindical. Lo comprueban los trabajadores de empresas donde no hay sindicatos o, si existen, responden a los empresarios. Su capacidad de negociación salarial es nula.

Pretenden sacarles a los trabajadores lo que no pueden pelearle a los proveedores y a los bancos, y buscan todo tipo de argumentos: “están preocupados por el empleo, por la productividad”, dicen. Lo del empleo es una falacia; se sabe que el empresario busca ganar dinero y no generar empleo, y que, si pudiera hacerlo sin contratar trabajadores, lo haría. El empleo es resultado del objetivo de ganar dinero. En cuanto a la productividad del trabajador de la construcción, esta ha tenido un aumento vertiginoso, lo que no se ha traducido en una mejora proporcional de los salarios, sino que ha beneficiado las ganancias de los propietarios de las empresas.

La productividad del trabajo del conjunto de la economía aumentó 12 veces durante 1970-2019, mientras que los salarios crecieron lentamente, resultando en una disminución de la participación de los salarios en el PIB de 50 % a 25 %, en el período. Estos aumentos se perdieron por el aumento del costo de la vida. El resultado: enorme concentración de la riqueza y del ingreso, además de aumentar la desigualdad social, colocándonos entre los países de peor distribución de la riqueza del mundo. La concentración del ingreso y la riqueza ha estado desde siempre, pero aquí mostramos los datos desde 1970. Esto también afecta la capacidad de demanda de bienes que consumen los trabajadores, afectando el sector agropecuario y la industria interna. El modelo económico neoliberal, que aceleró su marcha después de la invasión de EUA a Panamá, ha agravado la desigualdad social y concentrado cada vez más la riqueza en cierta elite económica, y que, aunque sea de paso, hay que decirlo, fue esta elite, protagonista y cómplice de tal ignominioso acto, hace 32 años, y que hoy día le sigue rindiendo pleitesías a los inquilinos de la Embajada de EUA.

La concentración de la riqueza es más grave en el sector de la construcción, y, pese a ello, los empresarios de la Capac, con absoluta crueldad, les escamotean, a los trabajadores del Suntracs, cualquier aumento de salarios. No importa cuál sea la condición económica del país, no faltan los argumentos falaces para no reconocerle al trabajador un aumento legítimo, como parte de la riqueza que crea y que enriquece cada vez más a los propietarios de las empresas.

La productividad del trabajador de la construcción ha tenido un crecimiento exponencial, y tampoco se ha traducido en correspondientes mejoras salariales, pese a los avances que ha logrado el Suntracs a través de su organización y lucha sindical. Esta productividad aumentó durante 1998-2019 en 13 % por año, representando en 2019 cinco veces la productividad de 1998, y los salarios promedios apenas crecieron 3.8 %, lo cual se perdió con el aumento del costo de la vida.

Los trabajadores de la construcción han sido permanentes creadores de riqueza en el país, vinculado a los llamados momentos de bonanzas y también de las crisis, por su fuerte impacto en la economía. Este sector de la construcción, vinculado al inmobiliario, ha sido históricamente fuerte, expandiéndose algunos al sector bancario, haciéndose parte de la elite económica, de los grupos de poder económico que sostienen y quitan Gobiernos, siempre que el amo del norte le otorgue el visto bueno.

En 2019, la riqueza de este sector representaba 29 veces la riqueza de 1998, aumentando su participación en el PIB de 3.5 % a 18 % en el 2019, mientras que la participación del salario había disminuido de 56 % a 12 %.

La riqueza que han posibilitado los trabajadores de la construcción a los dueños de las empresas (nacionales y extranjeras), ha sido enorme, no obstante, esta clase empresarial se empecina en negar cualquier aumento de salarios, no importa qué condiciones económicas existan en el país. Para 2019, el salario del ayudante era 874, pero, el trabajador de la construcción trabaja entre 8 y 9 meses al año, según los datos de la CSS, lo que hace que el salario anual sea inferior. Si el salario hubiera aumentado de acuerdo con la productividad del trabajo, el ayudante ganaría 3213 balboas, mensuales, es decir, casi 4 veces más. Significa que han sido los propietarios de las constructoras los que se han enriquecido debido al aumento de la productividad del trabajador, pero todavía se escucha decir que el trabajador de la construcción debe aumentar su productividad para que reclame aumentos de salarios. Son cínicos. Urge cambiar este modelo económico profundizador de la desigualdad social. Confiamos que la lucha de los trabajadores saldrá victoriosa.

(*) Economista, profesor universitario, miembro del Equipo Técnico de Frenadeso.
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