• 03/01/2022 00:00

2022: no hacer del vicio una virtud

“Pondríamos en su sitio la virtud, si hacemos del Canal una fuente del desarrollo de las clases no ricas y no el colchón de la evasión de impuestos de los multirricos de Panamá.

El año 2021 fue típico en comportamientos basados en convertir vicios en virtudes. Esto es, estar convencidos de que la inequidad es lo justo; de que lo insolidario es fraternidad. Para el año 2022, me siento obligado a contribuir aún más a que entre todos pongamos el mundo de “patas pa'bajo” (Eduardo Galeano: “Patas arriba. La escuela del mundo al revés”).

Este mundo lo observamos, por ejemplo, cuando las élites económicas, y sus agoreros de la economía capitalista, nos venden los espejitos de una sociedad desarrollada, a través de indicadores que no testifican esto que nos venden. Para el 2022, nos cuentan, Panamá se vislumbra como el país cuyo producto interno bruto (PIB) será el de mayor crecimiento en la región, con 8,2 % (Cepal, 2021). Esta medición, los iluminados académicos y charlatanes de multitud de programas de opinión pública la han convertido de un vicio a ser una virtud. ¿Por qué insisten en decir que mayor crecimiento económico es sinónimo de desarrollo?

Al observar la desigualdad entre las clases trabajadoras y las que viven de sus rentas o explotando a aquellas -solo el trabajo genera riquezas- se confirma una cada vez más burda ampliación de la brecha entre unas y otras clases sociales. Así, en el año 2000, la proporción de las riquezas generadas en el país apropiadas por los dueños del capital, con respecto a lo apropiado por todas las clases trabajadoras, era 5.6 veces. En el 2011, ya esa brecha entre lo apropiado por unas clases y otras era de 23.5 veces (INEC, 2012) y para el 2016 ese boquete entre unos y otros ya tenía una diferencia aproximada de 48 veces (estimaciones propias con base en cifras del INEC).

Es decir, a esa fecha menos del 10 % de la población se habían apropiado de casi 50 veces más riquezas que las poseídas por toda la población restante, trabajadora del país. Se trata del período en el que las clases propietarias y sus funcionarios/as gubernamentales decían que casi estábamos arañando las mieles de los países desarrollados por nuestros “ejemplares” crecimientos económicos. Se nos ha pretendido convencer de que este viciado indicador es revelador de una virtud… la del desarrollo.

Veamos en materia de salud. Aquí, sufrimos un imparable deterioro, incluso en estos mismos períodos de crecimiento económico. Los años de expectativa de vida ganados entre los quinquenios de 1970-1975 al 1980-1985 fueron 4.3 años y ya para el quinquenio de 2000-2005 al 2010-2015 su incremento fue de apenas 1.4 años. Nuestras estimaciones apuntan a una tendencia en aumento de la esperanza de vida de “0” años antes de finalizar esta década, más allá de los ya ganados (Pinnock, 2021, con base en INEC, Estadísticas vitales).

Ciertamente, el deterioro de la situación de salud refleja el deterioro del sistema de servicios públicos de salud. Y esto ha ocurrido de manera sistemática con independencia de los momentos de altos o bajos crecimientos del PIB. Colateralmente, el gasto en servicios médicos y medicamentos que deben hacer los hogares viene elevándose sinuosamente. De acuerdo con el último estudio de la OPS sobre este tema, los gastos destinados por los hogares a servicios médicos y farmacéuticos en el 2000 eran de 27 % del total de todos los costos incurridos en salud (OPS-OMS); para 2020, se estimaba en 31 % (Pinnock, 2021).

Es decir, el “no encontrarse” medicamentos en las farmacias de los servicios públicos, lleva a gastos mayores de la población en este aspecto y otros, de la atención de salud. Ahora bien, cuando ya la población no puede gastar más por los ingresos deprimidos -como en 2020 y 2021- los “Estado niñeras” -como el nuestro- velan por los intereses de las industrias farmacéuticas financieras y les garantizan sus negocios.

Así, en vez de exigir mayores aportes a los grandes dueños del capital, se mantiene la lógica de la ética capitalista… la del mundo al revés. Se incurre en altos niveles de endeudamiento del Estado, no pensando en el pueblo, sino en los que negocian con la salud; más cuando tenemos un canal del que se valen para no tasarles más impuestos a este pequeño grupo de multirricos, gracias a que han hecho del vicio una virtud.

Pondríamos en su sitio la virtud, si hacemos del Canal una fuente del desarrollo de las clases no ricas y no el colchón de la evasión de impuestos de los multirricos de Panamá.

Sociólogo, investigador científico social.
Lo Nuevo
comments powered by Disqus