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- 14/02/2022 00:00
Amenazas inesperadas al registro histórico
Había señalado, hace ya un tiempo, que la documentación ordenada de los asuntos de los Estados y los Gobiernos y su ordenada protección es un ejercicio de sociedades más preparadas (y educadas) que la nuestra. La protección y preservación de documentos, en parte, es lo que garantizará el conocimiento futuro de la lucha por la supervivencia de las sociedades de estos tiempos, sus triunfos y sus fracasos.
En el artículo “Historias incompletas”, que publiqué hace unos años, en términos generales, atendía el tema de las aclaraciones históricas; más sobre el papel que ejercen en el escenario internacional y en asuntos de geopolítica, los organismos de inteligencia de los Estados Unidos y sus agentes. Mencioné el caso de Ali H. Soufan, agente retirado del Buró Federal de Investigaciones de los Estados Unidos (FBI), quien en 2011 solicitó autorización para publicar sus memorias. “El FBI revisó las 600 páginas del borrador del libro titulado “The Black Banners: The Inside Story of 9/11 and The War Against Al Qaeda” y le pidió a Soufan cambiar algunos nombres y la aclaración de si algunos de los asuntos mencionados aún son considerados como “classified” (un término utilizado en el mundo de la inteligencia para resguardar los detalles de eventos y situaciones). Aquí hago otro paréntesis solo para que nos imaginemos lo que sabríamos si algunas personas alrededor de hechos bajo sospecha publicaran lo que saben. Muchas historias cambiarían.
El FBI envió el texto de Alí Soufan a la Agencia Central de Inteligencia (CIA) para su revisión y para darle el visto bueno al exagente para que el libro viera la luz pública el 12 de septiembre de 2011, fecha programada para su presentación y un día después del décimo aniversario de los atentados a las Torres Gemelas. La CIA le devolvió al autor 78 páginas censuradas en donde lo invitó a hacer recortes de información contenida en el libro.
Este tema lo había leído en una nota publicada para ese tiempo en el New York Times, bajo la firma de Scott Shane. Relata una lucha entre el FBI y la CIA, subrayándola como “una pelea sobre quién logra escribir la historia” relacionada al 11 de septiembre y sus repercusiones. Es una guerra que continúa, a pesar de que hay convincentes indicios de que la tirantez entre estas dos instituciones, y otras que velaban por la seguridad de ese país, en parte, ha tenido algo de causa en los terribles eventos del 11 de septiembre de 2001.
Llama la atención el hecho de que, a pesar de los esfuerzos por controlar la presentación de hechos comprometedores ante la faz pública, a todas luces la documentación existe en sustento del escenario presentado en la publicación. Para evitar el tira y hala que se formó entre la CIA y el FBI, hubiera sido mejor desde el inicio la destrucción de los documentos relacionados o simplemente la no documentación de los hechos. Eso no fue así.
Bueno, repito toda esa historia porque ha quedado en evidencia que, durante la última administración de los Estados Unidos, sí, la de Donald Trump, el tema de respetar y proteger la documentación ordenada de los eventos para su preservación histórica, literalmente la echó por el retrete de la Casa Blanca. Varios testigos que ha declarado ante el Comité de la Cámara de Representantes que investiga los hechos del pasado 6 de enero de 2021, han declarado sobre ese hecho. Varias veces el inodoro que utilizaba Trump se tapó por la gran cantidad de documentos de la cual se quiso deshacer. Incluso, según una nota del New York Times: “La Administración Nacional de Archivos de los Estados Unidos descubrió lo que creía que era información “classified” en documentos que Trump se había llevado consigo de la Casa Blanca cuando dejó el cargo (…). El descubrimiento, que ocurrió después de que Trump devolviera 15 cajas de documentos al gobierno el mes pasado…”.
Lo que es importante aquí es que se están investigando los hechos y lo más seguro es que las autoridades tomarán las medidas necesarias y apropiadas para que la amenaza a la documentación histórica, no se vuelva a dar. Lejos, muy lejos estamos en nuestro país de tomar medidas concretas y decididas a fin de que se proteja y respete toda la documentación que la gestión de los Gobiernos genera.