• 20/12/2022 00:00

20 de diciembre, día de duelo nacional

Luego de 33 años en democracia, ningún presidente panameño post invasión se ha atrevido a denunciar a EEUU por la invasión, acto contrario al derecho internacional y a todos los acuerdos que sostienen los principios de los derechos humanos

Escribir sobre la masacre perpetuada por los Estados Unidos en Panamá, el 20 de diciembre de 1989, ordenada por George H. W. Bush, no es fácil, por el contrario, remueve los sentimientos patrióticos y el dolor al recordar como un pueblo es masacrado, en una ignominiosa operación “Causa Justa”, con el tan publicitado fin de capturar al General Manuel Antonio Noriega (q.e.p.d.), pero en verdad, toda esta sanguinaria intervención solo buscaba resquebrajar las fuerzas armadas y devolverle el poder político a la oligarquía nacional, siempre sumisa a sus designios imperiales.

Hay que destacar que desde el 20 de diciembre de 1989 la injerencia de los EEUU en nuestro país ha sido de manera clara y descarada, de inmediato instalan un gobierno cipayo en la presidencia, al cual se le entregó la agenda económica que consistía en un plan de ajuste estructural que priorizaba la venta de activos y en minimizar los gastos. Otro de los hechos de injerencia lo constituye el pretendido acuerdo de bases, mejor conocido como el CMA, esté acuerdo se pretendió aplicar durante el gobierno del presidente Pérez Valladares, ante la evasiva del gobierno por discutir el tema, el tiempo no brindó espacios para la discusión y el mismo fue abandonado por las autoridades norteamericanas y las bases militares fueron finalmente instaladas en nuestro vecino Colombia, pero la política económica Neoliberal continuó con el proceso de privatización de las Empresas públicas pasar activos públicos a pocas manos privadas especialmente a capitales foráneos.

Ningún presidente panameño post invasión se ha atrevido a denunciar a EEUU por la invasión, acto contrario al derecho internacional y a todos los acuerdos que sostienen los principios de los derechos humanos. Pero si han saqueado el tesoro nacional, borraron los estudios de historia y por ende la memoria del pueblo, colaboraron con la invasión, destruyeron la soberanía y empobrecieron a la población, especialmente a los menos favorecidos. Después de la invasión, Panamá se convirtió en uno de los países con niveles de inequidad más altos del mundo. Los gobernantes, bajo la supervisión de EEUU, aplicaron políticas neoliberales que redistribuyeron las riquezas del país. Hoy no hay consenso entre sectores amplios de la población sobre la invasión porque las operaciones psicológicas y mediáticas, impuesta por los norteamericanos y los gobiernos títeres, han borrado de la mente del panameño tan cruenta invasión, pero si trazaron una imagen favorable de la invasión, que satanizó al general Noriega, haciéndolo responsable de toda la tragedia.

Con más de 26,000 soldados se inició la masacre de 4,000 panameños. Gran parte de este número de asesinados fueron del arrasado y quemado barrio El Chorrillo, donde estaba el cuartel de las fuerzas de defensa. Se lanzaron inicialmente 422 bombas, se utilizó armamento sofisticado: aviones bombarderos Stealth F-117, misiles Hell Five, Helicópteros y lanzamisiles Blackhawk, apache AH-64 y Cobra, aviones de asalto A-37, cañones de fuego rápido de 30?mm, vehículos Hummer, con ametralladoras y fusiles M-16. La ocupación militar norteamericana duró tres años.

Este genocidio fue condenado por la Asamblea General de las Naciones Unidas, por la ONU y por el Parlamento Europeo.

Aún hoy declarado el 20 de diciembre como día de duelo nacional, según el Proyecto de Ley No.157 de 2020, aprobado de forma unánime en tercer debate por el Pleno de la Asamblea Nacional el 15 de febrero de 2022; la conciencia colectiva panameña no recuerda, ha olvidado y evita pronunciarse sobre este genocidio que dejo profundas heridas.

Hoy, a 33 años de la invasión, es imposible ser indiferente y mucho menos insensible ante al clamor de los familiares que aún no encuentran sus muertos y todos aquellos que visitan los sepulcros de familiares asesinados por las tropas gringas. Este tema debe dejar ser un Tabú, hay que recordar y leer los hechos del 20 de diciembre; es un día de reflexión nacionalista y soberana de un pueblo que fue masacrado por los Estados Unidos.

Es un día para recordar las imágenes de los bombardeos, los muertos destrozados regados en las calles y los miles de mártires que con nobleza y patriotismo defendieron la nación. Viva Panamá, Viva nuestra soberanía, Loor a los caídos el 20 de diciembre de 1989.

Economista
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