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- 08/12/2023 15:46
Panamá 2023: La deuda nunca se come el capital
En Panamá la mayoría de las personas y sus gobernantes quieren tener más riquezas y poder. El crédito y el dinero son factores muy importantes para todas estas cuestiones. Nuestras entidades panameñas para buscar la reelección y asegurar futuros indultos post covidianos se enfrascaron en gastar plata en clientelismo circuital, más que brindar un buen servicio de lo público.
Las entidades gubernamentales comenzaron a gastar más de lo que ingresaban a sus arcas y la diferencia la compensó nuestro nobel de economía pidiendo plata prestada en forma de bonos y embargando las cuentas de panameños “deudores de la clase media” por la dirección de ingresos.
Nunca quisieron recortar gastos de la eterna campaña política que tuvo la reencarnación/reelección del candidato oficialista desde el día que tomó posesión al cargo. La forma en que manejaron las finanzas estatales panameña y la demagogia que utilizaron para abandonar el programa de invalidez, vejez y muerte de la seguridad social panameña fue un aspecto impulsor de las protestas en julio 2022 y octubre 2023, todo esto a pesar de pactos bicentenarios y monólogos que vendieron como diálogos.
Como una crónica de una muerte anunciada, Fitch Ratings nos exhortaba a mejorar el grado de inversión rescatando la plata de las jubilaciones en el 2024, pero como buena autocracia se decidieron unilateralmente por aumento de las jubilaciones con un contrato inconstitucional donde exterminaron el debate público de leyes. Cuando el dinero se gasta y el crédito disponible se consume, la mayoría de bienes, servicios y activos de inversión aumentan su precio como ha transcurrido en Panamá durante el actual lustro.
Nos endeudaron hasta la coronilla, con el descaro y complicidad que caracteriza a nuestros narcodiputados emprendedores para la búsqueda de la reelección en mayo 2024, sabiendo que nuestros activos eran menores que nuestros pasivos, gracias a ellos vamos encaminados a vender nuestro Canal de Panamá para poder pagar los auxilios económicos de sus crías y la atención hospitalaria privada de los tipiqueros que tocan en los pindines de la reelección gubernamental.
Los problemas en Panamá afloraron, cuando la desconfianza de la ciudadanía panameña al gobierno disminuyó la cantidad de ingresos y sin suficientes ingresos para pagar las deudas, se sumaron una gran cantidad de reclamaciones donde las personas esperaban vender para obtener dinero y comprar bienes y servicios, al punto que aumentó con mayor rapidez que la cantidad de bienes y servicios, hasta que la conversión de un activo de deuda como es un bono se volvió inalcanzable.
Al igual que el florín holandés y la libra esterlina en su momento, el gobierno ha propiciado una desconfianza en los bonos, aumentando el rápido declive de los mismos. Las pérdidas netas que se aproximan animan a liquidar, lo que inicia el proceso de venta, exacerba las pérdidas y genera un círculo vicioso que se refuerza por sí solo.
El excesivo endeudamiento nacional ha provocado una crisis y anarquía blanda donde la sostenida desigualdad estructural ha iniciado una guerra interna por el poder político. Nadie quiere prestarle dinero a Panamá con intereses bajos, porque los diputados eternos de la Asamblea nunca llamaron al director general de la Caja para que rindiera cuentas por el olvido al que sometió el rescate de la plata de las jubilaciones en el 2024.
El autor es cirujano subespecialista.