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- 31/05/2014 02:00
Del 4 de mayo al 1 de julio
El 4 de mayo pasado los panameños depositamos en las urnas nuestra voluntad. Lo hicimos a conciencia, excepto aquellos que la vendieron por un jamón, por una libra de arroz o por una estufa. Fue un día de fiesta y, al conocerse los resultados, de mucha alegría. Casi el 70% de la población dijo un rotundo no al continuismo de una dictadura civil que arrasó con los fondos públicos y nos dejó con una deuda de 5,000 dólares por persona. Lo más grandioso fue que los hicimos por vía pacífica. La historia nos enseña que la mayoría de las veces para derrocar una dictadura hay violencia, sangre y muertes. Afortunadamente, tenemos un Tribunal Electoral independiente, serio y transparente. El magistrado Erasmo Pinilla, dando una lección de dignidad, soportó todos los embates que emanaron del Ejecutivo para sustituirlo y colocar en su puesto a otro títere, muy útiles para el mantenimiento en el poder del autócrata.
Desafortunadamente, el proceso de transición se está nublando. Todos pensaron que se iba a repetir el mismo estilo de cambio de mando que se dio al final de los períodos presidenciales pos dictadura, en los que los presidentes salientes no objetaron ni impidieron ni hicieron ninguna triquiñuela para detener o impedir que el gobierno entrante asumiera la dirección del Estado, pero esto no se está dando. El mismo 4 de mayo en la noche pudimos apreciar cómo el presidente Martinelli Berrocal irrumpió intempestivamente en las oficinas del Tribunal Electoral, lo que no ha hecho ninguno de sus antecesores, para verificar los resultados anunciados. Fue un incidente muy penoso. El mismo Presidente confesó que no esperaban ser derrotados luego del apoteósico cierre de campaña de su candidato el 1° de mayo. Gastaron tanto dinero de nuestros impuestos para apoyar a sus candidatos, como lo denunciaron los observadores de la OEA, que la palabra ‘derrota’ no aparecía en su horizonte.
Los resultados alteraron la estrategia gubernamental montada para continuar en el poder. Vemos ahora cómo el júbilo de la población se está convirtiendo en angustia y en estrés. Miembros del partido Cambio Democrático vienen anunciando que van a demandar ante la Corte Suprema de Justicia que la nueva Asamblea Nacional no se puede instalar el 1° de julio si no está integrada por los 71 diputados, ya que contra algunos de ellos se ha interpuesto impugnaciones de las cuales algunas ya han sido acogidas por el Tribunal Electoral. Este anunció se concretó el 28 de mayo al presentarse una demanda de inconstitucionalidad ante ese organismo. Alegan que los artículos 347, 349 y 350 del Código Electoral atenta contra lo dispuesto en el artículo 147 de la Constitución.
Si viviéramos en un país en donde la Corte Suprema de Justicia fuera verdaderamente independiente al Ejecutivo, sabemos de antemano que se va a proceder en estricto derecho; pero hoy en día el Ejecutivo controla a la mayoría de los magistrados. Por fortuna, no a todos. Si se admite esta demanda, la actual Asamblea continuará en sus funciones, lo que es un vulgar irrespeto a la voluntad soberana. Y como no hay nueva Asamblea Nacional, se dirá que la actual no puede juramentar al nuevo Presidente, con lo que el gobierno continuará en el poder.
Estimados lectores, dentro de una dictadura, todo es posible.
MÉDICO