• 24/02/2023 00:00

Aberraciones carnavaleras

“¿Cuál es el paradigma que está observando la niñez que se levanta y crece en medio de este desenfreno [...]?”

Diversas son las prácticas aberrantes que se observan durante las fiestas de la carne, que se han dado en épocas anteriores, multiplicadas en este 2023, cuando el desenfreno se hizo presente, ya que muchas personas, irrespetándose a sí mismas, nada dejaron a la imaginación y, como si fuera poco, no hubo ley zanahoria, sino la del tomate, para que el alcoholismo propiciara la inmoralidad e incrementara accidentes fatales.

Muchos dirán que el tiempo del jolgorio carnavalero debe ser aprovechado para liberar el estrés acumulado, debido a tantos problemas y carencias que enfrenta la sociedad en general y, más aún por la duradera y obligada cuarentena decretada, por la pandemia del COVID-19.

No se capta, ni se toma en cuenta que, independientemente de la suciedad moral imperante, se dan tantas prácticas violatorias de normas de higiene, que es imposible saber por qué no se han dados otras tantas epidemias, ya que nuestras ciudades son patacones gigantes: Dengue, hanta virus, zika y otras.

Con tantos kilómetros que tiene la cinta costera, nos resulta inconcebible que el jolgorio se haya ubicado muy cerca de los hospitales Santo Tomás y del Niño. Muy válidas han podido ser las razones económicas y turísticas esgrimidas, pero la ganancia económica de pocos no justifica, en modo alguno, dejar de lado la tranquilidad y la salud de niños y adultos enfermos.

No tuve que salir de mi hogar para ser testigo de la vulgaridad generalizada, cuando tantos, en tan poco tiempo, se sintieron autorizados para externar instintos propios de sus ancestros, lo que demuestra que aún van, como los primitivos, de rama en rama y de caverna en caverna.

Desde mi balcón sentí en carne viva la ausencia de autoridad alguna que impidiera, en tan corto tiempo, tanta aberración acumulada, cuando muchas personas mostraron no solo desnudez moral, sino corporal, que dará frutos concretos en próximos meses, aunque no sean deseados.

¿Cuál es el paradigma que está observando la niñez que se levanta y crece en medio de este desenfreno, condonado no solo durante las fiestas de momo, sino a lo largo del tiempo, lo que explica, no justifica, la multiplicación de hechos delictivos, entre otros, narcotráfico, femicidios, violencia y brutales crímenes?

Esta radiografía indica que nuestra sociedad, en términos generales, y desde la década del 60 del siglo pasado, está en franca decadencia, donde el mérito no cuenta, sino la nefasta influencia política, tiempo actual donde se premia la mediocridad, con becas e incentivos a fracasados, los delincuentes de toda edad y tamaño tienen derechos humanos, mientras que padres de familia, educadores y órganos competentes no tienen ninguna autoridad para corregir a infractores y, más bien, son víctimas por cumplir normas jurídicas y morales.

Súmese a todo lo expuesto el rudo golpe diario, a través de ciertos medios de comunicación desligados de sus elevados roles, al rico idioma cervantino, la falta de calidad programática educativa y recreativa, que ofrecen productos foráneos, sin que les interese incentivar la creatividad intelectual de autores nacionales en todos los géneros.

Que nadie esgrima argumentos falsos, porque no todo tiempo pretérito fue mejor como tampoco se vive hoy, porque en un no lejano ayer el país entero vivió la corrupción generalizada (garrafones, botellas y malversación de fondos públicos), la funesta partidocracia, con numerosas organizaciones políticas personalistas, sin base ideológica, como las del presente, violencia criminal e incluso, el magnicidio, no resuelto de un presidente, cuando intervinieron tantos farsantes locales y foráneos.

Periodista y escritor.
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