• 02/01/2013 01:00

Confesión de un amigo

El 8 de julio de este año, me encontré con un amigo en un almuerzo, buena comida criolla, soda para ambos y tiempo para compartir de tod...

El 8 de julio de este año, me encontré con un amigo en un almuerzo, buena comida criolla, soda para ambos y tiempo para compartir de todo un poco en temas de nuestra vida, experiencias y demás, tenía años de no verle desde la graduación de secundaria en 1997.

Dentro de la conversación me preguntó si tenía hijos, a lo cual conteste que sí, una niña de dos años, él me dijo que también tenía hijos, un niño de ocho años y una niña de cinco, en ese momento detuvo su mirada en el vaso, mientras revolvía el hielo, tomó un aire profundo y volvió la mirada hacia mí y dijo: sabes, hubiese tenido también un hijo o hija mayor de mi primera relación, pero no lo tuvimos; ¿y eso?, pregunté, a lo que contestó: lo abortamos. El silencio y mi mirada le preguntaban el porqué de dicha decisión, y como adivinando prosiguió: ‘En esos momentos, yo trabajaba y estudiaba y ella solo iba a la universidad, ningún familiar, padres ni parientes o amigos sabían del embarazo, ella no estaba segura de querer tenerlo y yo en mi inmadurez, cobardía e irresponsabilidad, le propuse el aborto, ella lo aceptó, viendo que no se sentía preparada’.

Yo no sabía qué decir o cómo seguir el hilo de la conversación, me lo dijo con un notable cargo de conciencia, era la primera vez que me hablaban de un tema de este tipo. Entonces pregunté: ¿estás arrepentido? ¿Has hecho algo para mitigar ese recuerdo o sensación? No imagino ni sé qué debes sentir.

Antes de responderme, se mojó los labios y dijo: ‘Mira, fui hace unos meses a la iglesia, lloré, oré, pedí perdón, pero no creo que es suficiente, como un rayo ese recuerdo vuelve a mi mente, vuelven preguntas de cómo hubiese sido, el color de sus cabellos, ojos, como hubiese sido su voz, quizás hubiese sido un o una cantante, actor, deportista, bailarina, no sé, y lloro porque creo que me negué la oportunidad de conocerlo o conocerla, simplemente siendo su padre, fui su asesino y eso me perturba, pienso que nunca me abandonará esa pena e impotencia de poder regresar el tiempo y detener esa decisión’.

Amigo, le dije, ya lo hecho, hecho está, no sé cómo puedas cambiar ese recuerdo que perturba, pero sabes, creo que además de orar y arrepentirte ante Dios como hiciste, debes dar ese amor que no pudiste darle y pasarlo a tus hijos con quienes vives, ese dolor e impotencia debes canalizarlo en guiar a otros a no hacerlo y mejor aún a procurar que tus hijos amen la vida, no te castigues por lo que pudo haber sido, eras joven y tomaste una decisión mala, pero una decisión.

Nos levantamos de la mesa y nos dimos un abrazo y me dijo: gracias por escucharme, eres apenas la tercera persona a quien se lo digo, a lo que le dije que gracias por confiar en mí y pregunté: ¿Me permites escribir un artículo sobre esto? y contestó: sí, solo que no digas mi nombre. Está bien, amigo, tu historia ayudará a muchos a reconsiderar este tipo de decisiones.

*ADMINISTRADOR DE EMPRESAS

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