• 01/11/2022 00:00

El antigobiernismo… enfermedad infantil del pueblo

“[...], han logrado lo que manifestó Warren Buffett; han convertido la lucha de las clases trabajadoras en una pueril lucha antigobiernista, misma que es “per se”, una enfermedad infantil de los pueblos inmaduros que luchan por liberarse”

Hace unos ocho años atrás, en una de las obras del reconocido premio nobel de Economía y exasesor de la administración Clinton, Joseph Stiglitz, citaba a uno de los multimillonarios que están entre los 10 más ricos del mundo, Warren Buffett, cuando afirmaba una verdad que a estas alturas es inocultable -no inmodificable- y que ilustra parte del escenario de las crisis que atravesamos a nivel planetario y local. Este connotado miembro del club del 1 % más rico y poderoso del mundo afirmó que: “Durante los últimos veinte años ha habido una guerra de clases, y mi clase ha vencido” (Stiglitz, 2012. El precio de la desigualdad).

Buffett, describió lacónicamente una verdad que ricos, de menor monta, así como ejecutivos y funcionarios guardianes de los intereses de los grandes dueños de capitales, se empeñan en ocultar de la manera más irracional. Se trata, del hecho social que está detrás de los procesos de opresión, desigualdad, subdesarrollo de nuestros pueblos trabajadores, incluidos los de las metrópolis desarrolladas, a saber: la lucha de clases. Por cierto, este concepto, se lo han endilgado a Carlos Marx, cosa absolutamente inexacta. Antes de él, historiadores, filósofos y economistas, como Adam Smith, ya hablaban en sus obras de las clases sociales y sus intereses en pugna.

Este hecho es tradicionalmente encubierto a nivel local, empleando criterios contrarios al pensamiento crítico. Uno de ellos es el que es fomentado a través de las instituciones escolares, medios de comunicación comerciales, partidos políticos y hasta sindicatos de obreros sin identidad de clase, convertidos todos estos en aparatos de reproducción ideológicos de un determinado orden establecido; se trata del ataque que se dirige permanentemente a un organismo del Estado: el Gobierno. Por extensión, en la mayoría de los casos, embestidas reducidas a luchar contra determinados(as) funcionarios(as) que hacen parte de los Gobiernos.

Como hemos dicho otras veces, se tiende a atacar a los títeres y no a los titiriteros. Este razonamiento no es casual; si bien este es parte del sentido común de los pueblos oprimidos, es resultado de los imaginarios creados por los aparatos de reproducción ideológicas antes mencionados. Esto obedece a que, si todos miran a los gobernantes como responsables últimos de los males del Estado, de la corrupción visibilizada, los “titiriteros”, esto es, los de las clases de mayor poder económico-político que realmente orientan al Estado, que toman buena parte de las decisiones en la economía y política doméstica en última instancia, jamás serán señalados como los actores de mayor responsabilidad hacia los cuales enfilar el esfuerzo de las luchas reivindicativas o mejor aún, de transformación del Estado y la sociedad.

En efecto, todos los medios y aparatos de reproducción ideológicas están alineados hacia ese blanco. Hágase el conteo de cuántas noticias y programas de debates televisados son dirigidas contra los recursos del país que se apropian los diputados en un año a través de desvíos de fondos -con o sin fundamentos leguleyos- y cuántos de esos programas están enfocados en las multimillonarias sumas de exenciones y evasión de impuestos de “honorables” inversionistas privados “generadores de empleo”. Estas, representan aproximadamente, de ocho a diez veces más que la de los primeros, atendiendo solo a cifras disponibles. ¿No debería ser ocho o diez veces mayor el esfuerzo de denuncias en los medios de comunicación sobre estos últimos?

La pregunta también es válida para los conglomerados de trabajadores organizados, por cuanto son muy frecuentes las protestas que hacen contra un determinado funcionario o funcionaria de la maquinaria estatal. ¿Será que piensan que se resuelve el problema de la desigualdad económica y social dedicando energías organizativas para remover de su puesto a un funcionario del Órgano Ejecutivo o Legislativo específico, subalterno de un presidente que es su jefe?

Esto, no solo lo vemos ocurrir con los ataques al actual director del Ifarhu o a la ministra de Trabajo; es un comportamiento de larga data, que sirve más para soliviantar ánimos y generar circos que abonen a desviar la atención de los reales responsables de los mecanismos generadores de inequidades sociales.

Quienes controlan los aparatos de reproducción ideológicas del orden económico-político imperante, han logrado lo que manifestó Warren Buffett; han convertido la lucha de las clases trabajadoras en una pueril lucha antigobiernista, misma que es “per se”, una enfermedad infantil de los pueblos inmaduros que luchan por liberarse.

Sociólogo y docente investigador, UP.
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