• 09/03/2022 00:00

Apertura escolar y sobrepeso en nuestra niñez

“¡Disminuir la obesidad o sobrepeso de nuestra niñez hoy, es mejorar la esperanza y calidad de vida de nuestra población!”

Hace tres años, antes de que tuviéramos que cerrar las escuelas producto de la pandemia de COVID-19, un estudio realizado por la FAO en seis escuelas panameñas ubicadas en las zonas de mayores índices de pobreza y en áreas indígenas, descubrió que el sobrepeso en niños en etapa escolar superaba el 35 %.

Esta situación, que ya era grave hace tres años, debe ser peor en este momento que iniciamos un nuevo calendario escolar, pues nuestros niños han estado casi recluidos en sus casas durante dos años, con poca o ninguna actividad física, pegados a la televisión o a los videojuegos, y probablemente abusando de la ingesta de comidas chatarras, azúcares y grasas. Por esa razón, esta apertura escolar deberá prestarle especial atención al desarrollo de nuevas estrategias que permitan ofrecer a nuestra niñez una lonchera saludable, principalmente con más frutas y vegetales, y preferiblemente consumir jugos de frutas naturales y mucha agua.

En ese contexto, le dedico el resto de esta glosa a poner en perspectiva el impacto del sobrepeso y la obesidad en la salud de nuestra niñez y ofrecer algunas intervenciones recomendables que nos ayuden a establecer las bases para ayudarnos a acabar con la obesidad, comenzando por las escuelas y lógicamente las familias.

Comienzo subrayando que, según los cálculos de la OMS, la obesidad crece sin parar y ya afecta en el mundo a 39 millones de niños, 340 millones de adolescentes y 650 millones de adultos. Y los niños obesos tienen más probabilidad de sufrir de diabetes tipo 2, asma, dificultades para respirar, problemas musculares, disfunciones cardiacas, así como problemas psicológicos y aislamiento social.

Adicionalmente, los niños obesos de hoy, al ser adultos, si no han cultivado estilos de vida saludables, serán personas obesas, como lo son más del 50 % de los adultos panameños, y, como consecuencia, también tendrán un mayor riesgo de padecer enfermedades no transmisibles como: diabetes, hipertensión, enfermedades cardiovasculares y respiratorias crónicas, así como varios tipos de cánceres, que no solo son causa de mortalidad prematura, sino también de morbilidad a largo plazo.  Y no olvidemos que estas enfermedades son la primera causa de mala salud y muerte en el país, responsables por más de 10 000 defunciones cada año. Como si fuera poco, las personas obesas también presentan el triple de probabilidades de ser hospitalizadas por la COVID-19.

Aceptemos entonces que, el sobrepeso y la obesidad en nuestra niñez, son un problema de salud pública cuyo abordaje requiere de un soporte legal y político que complemente el esfuerzo institucional y familiar. ¿Qué podemos hacer?

Entre las medidas más efectivas para combatir la obesidad y el sobrepeso, la OMS destaca la necesidad de que los países colaboren en la creación de un mejor entorno alimentario, de modo que todas las personas puedan acceder a una dieta saludable y permitírsela. Para conseguirlo, se propone limitar la comercialización para los niños de alimentos y bebidas con alto contenido en grasas, azúcar y sal (comida chatarra), la aplicación de impuestos a las bebidas azucaradas y la mejora del acceso a alimentos asequibles y saludables. No menos importante es la creación de espacios seguros para pasear, ir en bicicleta o dedicados al ocio y la enseñanza de hábitos alimenticios y estilos de vida saludables en las escuelas.

Sobre el asunto de la comida chatarra, señala la OPS que, “un amplio conjunto de evidencia ha demostrado que, el consumo alto de ácidos grasos trans, AGT, aumenta considerablemente el riesgo de muerte por cualquier causa en 34 %; por cardiopatías coronarias en 28 %, así como el riesgo de aparición de cardiopatías coronarias en 21 %. También se han observado aumentos no significativos de 7 % y 10 % en el riesgo de muerte por accidente cerebrovascular isquémico y por diabetes, respectivamente”.

Ese panorama debería ser suficiente para poner en marcha el “Plan de acción para eliminar los ácidos grasos trans, AGT, de producción industrial 2020-2025”, aprobado por los países de América, incluido Panamá, en la 164.a sesión del Comité Ejecutivo de la OPS. El documento propone cuatro líneas estratégicas para la adopción, aplicación y control del cumplimiento, a más tardar para el 2023, de políticas regulatorias que permitan eliminar los AGT-PI del suministro de alimentos en nuestro país.

Lamentablemente, se presentó el coronavirus y tuvimos que focalizar nuestro esfuerzo en el control de la epidemia. Pero, hoy que comenzamos la recuperación de nuestras escuelas, debemos darle a este Plan, el carácter vinculante obligatorio que se necesita para comenzar a acabar con el sobrepeso y la obesidad de nuestra niñez y adolescencia.

No faltarán quienes argumenten que la resolución del Comité Ejecutivo de la OPS no es vinculante, y se aprovechen para hacer caso omiso de la misma. Sin embargo, tiene gran peso científico, ético y moral, por lo que estamos obligados a promulgar esas políticas regulatorias para eliminar los AGT-PI del suministro de alimentos, y disminuir la obesidad y sobrepeso.

¡Disminuir la obesidad o sobrepeso de nuestra niñez hoy, es mejorar la esperanza y calidad de vida de nuestra población!

Médico, exrepresentante de la Organización Mundial de la Salud (OMS).
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