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- 06/02/2011 01:00
Los cambios de Ayú Prado
En la designación del nuevo procurador no hubo sorpresas, sí bastantes sorprendidos. El principal de ellos, el licenciado Franklin Rodríguez G., el viejo zorro anticorrupción, el más versado y competente profesional de la especialidad, quien acaba de acariciar, en el recién iniciado decenio, la quinta década al servicio del Ministerio Público.
Todavía no había sido ratificado por el pleno de la Asamblea, cuando al licenciado Rodríguez no solo lo estaban defenestrando del cargo, sino que le estaban quitando hasta la silla donde se sentaba en su anterior puesto de asistente corporativo de las cuatro fiscalías establecidas para combatir la corrupción.
Cuando el nuevo procurador ingresó al Ministerio Público como Oficial en una de las fiscalías de Colón, alrededor del año 1984, ya el licenciado Rodríguez tenía quince años de servir eficientemente a la institución, incluso para ese año se desempeñaba como personero municipal en Colón, oficio de mayor jerarquía que el ejercido por el ahora procurador, para la época.
Inexplicablemente, desde 1984 ocuparon la silla principal al menos unos ocho procuradores y, pese a conocer todos la trayectoria impecable del licenciado Rodríguez, solo el Licenciado Bonissi se ‘atrevió a hacerle justicia’, designándolo como fiscal tercero Anticorrupción, en reemplazo de la licenciada Yolanda Austin, quien se había acogido a merecida pensión, por haber cumplido la edad requerida para ese derecho.
Sorprendentemente, la Licda. Austin dio sus primeros pininos institucionales de la mano del licenciado Rodríguez, como subalterna, al igual que muchos otros profesionales que ahora ejercen cargos de fiscales.
Desde hace una buena cantidad de años, el licenciado Rodríguez venía haciendo en el Ministerio Público, lo que en el boxeo se conoce como ‘sparring partner’. Para los que no conocen ese deporte, alguien así es un boxeador experimentado, de muchas mañas, sabiduría y técnica, nunca llegará a ser campeón, pero sirve de trampolín para que otros prospectos o ungidos escalen hasta la cúspide del engranaje. Por supuesto, de tanto golpe que recibe un ‘sparring’, queda desfigurado y al final se desecha cuando ya no es útil.
De acuerdo con Bonissi, ex procurador suplente, no hacerle justicia a un profesional como el licenciado Rodríguez, no solo es una afrenta a la institucionalidad, sino un mal ejemplo a las generaciones de nuevos profesionales que se incorporan a la institución.
Desafortunadamente, lo que para un procurador es un acto de justicia, para el otro es una ofensa. Tal parece ser el caso del regente del Ministerio Público, quien a pesar de enviarle de mensajeros a los actuales secretario general y jefa de Recursos Humanos, en el sentido de que el licenciado Rodríguez no iba a ser despedido, sí fue rebajado de su estatus, humillado personal y profesionalmente, por la sola razón de aceptar que se concretara una vieja aspiración de todo servidor público. Fue cierto, cerró la puerta de la destitución, pero abrió un boquete para el suicidio. Se sienta con esta acción un muy feo precedente en el Ministerio Público y se olvidan las actuales autoridades de la institución que esta ‘papa’ solo durará cuatro años. El procurador (a) del 2014 tendrá los suficientes elementos para destituir a todo aquél que recibió una distinción de Ayú Prado.
*PROFESOR DE LA FACULTAD DE ADMINISTRACIÓN PÚBLICA DE LA UNIVERSIDAD DE PANAMÁ.