• 21/01/2015 01:01

Balance del tránsito

Fueron tres desafortunados sucesos en un día, que forman parte de los 96 eventos de esta naturaleza que ocurren por jornada

Es difícil pensar que se ha visto todo en el tránsito terrestre en el país. Un enorme camión que circulaba por la avenida Domingo Díaz en dirección al centro de la ciudad, a la altura de la urbanización Bello Horizonte, quedó involucrado en un extraño accidente. Su conductor perdió el control a media mañana; la máquina se cruzó al carril contrario y chocó tres vehículos que iban en dirección opuesta.

Ese mismo día un taxi impactó por detrás a una camioneta 4 x 4 bajo el nuevo semáforo de calle 50, a la altura de la iglesia Guadalupe. Como si fuera poco, otro automóvil, dedicado al transporte selectivo, deshizo el costado de un sedán en la prolongación de vía Brasil, cercano a la librería Exedra Books.

Fueron tres desafortunados sucesos en un día, que forman parte de los 96 eventos de esta naturaleza que ocurren por jornada, según las estadísticas.

En 2014, de acuerdo con los datos del Departamento de Operaciones del Tránsito de la Policía Nacional, hubo 39,239 diferentes tipos de accidentes; 4,590 menos que en el periodo precedente. Paralelamente se produjeron 426 muertes, asociadas a estos hechos; 40 más que el año anterior. Según los cómputos, descendieron los acontecimientos en un 10.4%; pero aumentaron las defunciones en un porcentaje casi igual, 10.3%.

Son cifras significativas que responden a las estrategias que se ha trazado la institucionalidad durante los cinco últimos años cuando la cantidad de circunstancias conflictivas ha oscilado entre 44,676 en 2010 hasta 34,557, el siguiente. En 2012 y 2013, subió los 40 mil y bajó a 39,239 en los últimos doce meses que acaban de concluir.

Los saldos locales son reducidos si se comparan con otros países. Sin embargo, saber que en el último quinquenio hubo 2,052 fallecidos por diferentes causas en las calles del país, como resultado de eventos en que desperfectos mecánicos, incumplimiento y violación de disposiciones, descuidos, consumo del licor y mucho abuso por todos los involucrados en esta realidad, hacen que la comunidad se preocupe por la seguridad callejera.

Si se analizan por separado estos componentes de la política de transporte y tránsito, se pueden consignar ingredientes que contribuyen a comprender el alcance de los problemas. Según algunos reportes noticiosos, cada día ocurren 9 casos vinculados con el licor. Esto corresponde a un 10% de las incidencias.

Cercano a las fiestas de fin de año, se ha visto cómo los conductores soplan el aparato conocido como ‘guarómetro’. Este pequeño instrumento permite medir la cantidad de alcohol en la sangre y algunos consideran que no se hace mayor conflicto sentarse al volante, estimulado por las copas de más. El problema es que el riesgo no es solo de quienes así piensan, sino de otros que sí cumplen con los preceptos existentes.

Algo parecido sucede con las condiciones del transporte. Afortunadamente, se ha sacado gran parte de la flota de los viejos ‘diablos rojos’, pero ahora el dolor de cabeza lo ocasionan los minibuses que se denominan, ‘piratas’ y que recorren rutas sin contar con la autorización de la dependencia que regula este servicio; o también con permisos brujos sin control.

Esta actividad en todas sus opciones forma parte de una política que requiere ser impulsada con una visión científica y basada en la investigación permanente. La instalación de una infraestructura que concrete una norma profunda, amplia y que forme parte del desarrollo del país, debe darle sentido a la actuación de cada uno de los actores que intervienen. Cada hecho que niegue esto, empuja cualquier iniciativa hacia el fracaso.

Los factores que intervienen en este conjunto, deben formar parte de un gran plan de trabajo y que contribuya a reducir desgastes ciudadanos, institucionales y sobre todo conflictos y muertes.

PERIODISTA Y DOCENTE UNIVERSITARIO

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