• 03/06/2023 17:00

Brown y las Provincias Unidas de Sudamérica

En octubre de 1815, la escuadra corsaria de Guillermo Brown patrocinada por el Gobierno de Buenos Aires zarpó hacia los puertos virreinales peruanos

“Si los hijos de América continúan firmemente unidos entre sí y adictos a la causa, el poder español debe decaer en todas partes” (Fragmento de la carta de Brown a Fernández Madrid, 23 de abril 1816).

En octubre de 1815, la escuadra corsaria de Guillermo Brown patrocinada por el Gobierno de Buenos Aires zarpó hacia los puertos virreinales peruanos con un cuádruple propósito: para hostigarlos, para examinar las costas de Arequipa con miras a un posible desembarco patriota, para incitar a la rebelión a las poblaciones indígenas y para lanzar un proyecto político denominado las “Provincias Unidas de Sudamérica”. Con esta intención en particular los acompañaba el clérigo Ximénez de León Manco Cápac que moriría poco después ni bien iniciada la expedición. La flotilla la componían la fragata “Hércules”, la corbeta “Halcón”, el bergantín “Trinidad” y el queche “Constitución”, este último con una dotación totalmente chilena.

Las peripecias que experimentó la expedición se conocen gracias al relato de Mitre en su “Historia de San Martín” (citado por Vargas Ugarte, 1958). Él indica que la flotilla llevaba una importante cantidad de proclamas impresas, dirigidas a los chilenos, invitándoles a unirse a la insurrección ahora que un importante ejército dirigido por el Libertador San Martín se concentraba en Mendoza para cruzar la cordillera de Los Andes. La flotilla tuvo su primera baja cuando la “Constitución” se perdió debido al oleaje al cruzar el Cabo de Hornos y los tres restantes navíos apenas alcanzaron el archipiélago de Chiloé donde capturaron la corbeta “Montañesa”.

Con un claro afán de intimidación, Brown se dirigió a El Callao el 8 de enero de 1816 para luego cortar las comunicaciones entre Lima y Guayaquil; fruto de ese esfuerzo fue, cinco días después, la captura de la fragata “Gobernadora” (Gaceta del Gobierno de Lima, núm. 4, 17 de febrero 1816) aunque teñida de un hecho lamentable, la tripulación enemiga fue abandonada en la Isla Hormiga sin más recursos que una chalupa.

La audacia de Brown fue temeraria al atacar las fortalezas de El Callao el 22 y 27 de enero. Según la Memoria del Virrey Abascal, el ataque del 27 fue nocturno y le costó a Brown 29 hombres y el incendio parcial de una de sus embarcaciones. El historiador argentino Ramos halló, en 1970, en el Archivo de la Corona de Aragón, las Memorias del Coronel de Ingenieros Francisco Huarte que fuera capturado por Brown cuando cayó en sus manos el mercante “Consecuencia” donde también viajaba el Brigadier Mendiburu, nuevo gobernador de Guayaquil. El testimonio de Huarte, en calidad de prisionero-rehén, resulta valioso porque permite conocer qué curso siguieron las correrías de Brown en el mar peruano. Para el 29 de enero, la flota de Brown había crecido al sumársele las capturas del bergantín “Pisco”, la fragata “Candelaria” y la goleta “Andaluz”. Con esa fuerza, Brown decide desobedecer la instrucción de Buenos Aires de no rebasar los 11° de Latitud S. y dirigirse hacia Guayaquil evadiendo la fuerza de seis buques virreinales que habían salido de El Callao en su persecución (Raffo, 2023).

El 8 de febrero inició el ataque a Guayaquil y, según señala Ramos (1971), los defensores del Fuerte San Carlos ofrecieron dura resistencia. La “Trinidad” embarrancó en la orilla y la dotación así como el propio Brown fueron capturados por los guayaquileños. El hermano del comodoro, Miguel Brown como capitán del “Halcón”, trató de rescatarlo, sin éxito, el día 12. Propuso entonces un cambio de prisioneros cuya negociación duró diez días. Finalmente, el propio Huarte y el Brigadier Mendiburu fueron intercambiados por Guillermo Brown pero, además, Miguel Brown devolvió la “Candelaria”, el “Pisco” y el “Andaluz”. Un alto precio pero, después de todo, se trataba de su hermano y los sitiados habían amenazado con fusilarlo.

Con los buques restantes un tanto maltrechos y diezmada la tripulación por los combates y las enfermedades, la expedición se dirigió a las Galápagos donde, el 6 de marzo, se produjo una fuerte discusión entre el rescatado Brown y el capitán francés Bouchard -apoyado por los otros franceses de la tripulación- que se quejaban amargamente de haber obtenido tan poco botín para tan larga travesía. De acuerdo con el historiador Ramos (1971), el ataque a Guayaquil pretendió, de un lado, cortar las comunicaciones y el comercio de Lima con Panamá; y de otro, apoderarse de una plaza donde se construían barcos. Explicación que resuelve la interrogante militar pero no explica por qué Brown desobedeció a su Gobierno y aquí se imponen dos hipótesis. La primera, que se trataba de un corsario con afán de riqueza; y la segunda, que Brown seguía un plan secreto: apoyar desde el Pacífico la resistencia neogranadina contra el avance de las columnas del español Morillo desde Venezuela.

Los corsarios permanecen hasta el 26 de marzo en las Galápagos y un mes después arriban al puerto de Buenaventura donde Brown ofrece sus servicios a los neogranadinos así como la venta de su corbeta “Halcón” pero los reveses militares de los patriotas en tierra se suceden con tal rapidez que Brown decide levar anclas dejando en el puerto a los franceses insubordinados. La retirada fue tan desordenada y desastrosa, señala Pascual Enrile (1816), que se perdieron cañones, pólvora, un bergantín, una corbeta y un numeroso grupo de refugiados que vieron con desesperación que Brown partía con las alhajas y los caudales embarcados en su nave (Ramos, 1971). El corsario no regresa a Buenos Aires sino que reaparece en el Caribe hondureño después de una breve estancia en la Isla Santa Catalina (Brasil) siendo capturado por los británicos y remitido a Londres. Su nave “Consecuencia” será rebautizada como “La Argentina” y será protagonista de hechos célebres que Brown no verá (Quartaruolo, 1966).

La expedición que debió impulsar el proyecto de las “Provincias Unidas de Sudamérica” es uno de los tantos claroscuros que tachonan diversos momentos del proceso independentista de la América española en una inquietante combinación de heroicidad y villanía.

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